AURINEGROS
El entrenador Mauricio Larriera sigue buscando cómo revivir al campeón que “falleció” y que lleva un andar irregular en el Apertura.
No hay nadie en Peñarol que haya sido más realista durante todo este tiempo que su técnico Mauricio Larriera. Ha sido tan transparente en sus conceptos que a veces es cruel consigo mismo y con su equipo. El 19 de febrero, luego del 1-1 ante Albion por la tercera fecha del Apertura y cuando su equipo solo había sumado un punto en tres fechas, tiró una frase dura, que hoy toma aún más vigencia: “el Peñarol campeón de 2021 falleció”.
El entrenador que condujo al mirasol al título explicó así el mal momento, las dificultades que estaba teniendo para conseguir el rendimiento que por momentos había tenido la formación en la pasada temporada y también que es consciente que en Peñarol -como equipo grande que es- no se vive del pasado, sino del presente, por lo cual su cargo está en peligro cada fin de semana. “Yo tengo contrato hasta hoy”, dijo entonces y lo sigue repitiendo.
Sin embargo, la preocupación aumenta día a día, porque el equipo no gana y, lo peor, sin mostrar signos de mejoría en su funcionamiento. ¿Responsabilidad del técnico? Por supuesto, aunque compartida con los futbolistas, que tampoco levantan su nivel.
La aspiración de Larriera, compartida por el hincha, es alcanzar la versión del Peñarol de la Copa Sudamericana, en la que llegó hasta semifinales. ¿Qué significa esto? Movilidad de los futbolistas, rotación del balón, pases rápidos, paciencia para generar espacios y repentización para poner una pelota filtrada que abra las defensas y permitan dejar a Agustín Álvarez Martínez de cara al arquero rival para vulnerarlo. La versión 2022 de Peñarol está muy lejos de eso. Lo prueba que en siete partidos apenas ha convertido cuatro goles, solo uno lo hizo un delantero (Ruben Bentancourt) y fue de penal.
Ante Rentistas el viernes a la noche en Paysandú fue de las versiones más pálidas que se le recuerden a Peñarol y en el peor momento, justo en vísperas del debut en Copa Libertadores ante Colón en Santa Fe.
¿Qué puede hacer Larriera? Seguir probando cosas por más que nada salga. Contra el Bicho Colorado cambió la figura táctica a un 4-4-2, con un doble nueve compuesto por Álvarez Martínez y Bentancourt. Ignacio Laquintana sigue siendo letal con su velocidad y provoca muchas tarjetas en los rivales, pero no culmina bien las jugadas.
El técnico juntó no solo a dos centrodelanteros, sino también a dos armadores de juego como Pablo Ceppelini y Federico Carrizo sin que fluyera el juego.
Tenía razón Larriera: el Peñarol 2021 falleció y la versión 2022 ni siquiera gatea.