TORNEO APERTURA
El técnico aurinegro probó alternativas y terminó jugando con un doble nueve que le dio más poder al ataque, pero su equipo está quebrado futbolística y anímicamente.
Peñarol dejó otras dos unidades por el camino y van... En este caso los puntos suspensivos tienen respuesta: 14, los cuales por cierto son más de los 13 que ha sumado. Lo preocupante para el conjunto mirasol es que los dos que postergó este sábado fueron ante Cerrito, el último de la tabla.
Se podrá concluir, de acuerdo al trámite del partido, que el equipo aurinegro fue más o, al menos, hizo más por la victoria, pero lo concreto es que sigue cediendo unidades, cada vez queda menos del Torneo Apertura (seis fechas) y si Deportivo Maldonado triunfa este domingo sobre Plaza Colonia, abrirá una diferencia de nueve con 18 puntos por disputarse.
Ahora la cuestión es: ¿cómo puede revertir, ya no la situación, sino al menos el juego Peñarol? ¿Tiene con qué? ¿La mayor responsabilidad es del técnico o de los jugadores? Tratemos de responder al menos estas preguntas.
Lo esencial para revertir el mal momento futbolístico es jugar bien, algo que Peñarol ha hecho por cuentagotas en lo que va de esta temporada. No hay vocación colectiva, la mayoría de los futbolistas intentan resolver por sí mismos y cuando hay intención de hacer un pase profundo, se falla. Asociar a Pablo Ceppelini y Federico Carrizo parece ser el camino, porque ambos han demostrado ser los más acertados en sus entregas a la hora de verticalizar con pases entre líneas. Sin embargo, parece más fácil decirlo que hacerlo.
En cuanto al plantel, queda claro cuando van nueve fechas que tiene menos de lo que todo el mundo imaginaba, principalmente por el bajo nivel de los jugadores. Hay muchos nombres pesados, sí, pero pocos de ellos son desequilibrantes. Ignacio Laquintana volvió a ser rápido e irresoluto; Agustín Álvarez Martínez solo tuvo una chance de anotar tras gran pase de Carrizo (55’) y su definición se la quedó el arquero Kevin Larrea.
La responsabilidad es claramente compartida: lo ya dicho del bajo nivel de los futbolistas y que el entrenador Mauricio Larriera no logra sacarle un buen rendimiento al colectivo. Probó 4-2-3-1, 4-3-3 y 4-4-2. El doble nueve (Bentancourt-Viatri) le dio más poder al ataque, pero Peñarol no anotó y apenas empató ante el último.
Seis goles en nueve partidos es preocupante. Los 13 puntos sobre 27, más todavía. Pero lo que menos invita a creer en este Peñarol es que es un equipo quebrado; desde lo futbolístico por carecer de juego colectivo y desde lo anímico, porque ni siquiera pudo ganarle con la camiseta al último de la tabla. Todo dicho.