TRICOLORES
Martín Ligüera debe fortalecer la línea defensiva y también mejorar el nivel del juego para que su equipo no se caiga de la lucha por el Campeonato Uruguayo.
La tensión crece. Mucho más cuando se viene el pleito deportivo más importante y el marco no se presenta muy favorable. En Nacional no hay enfurecimientos ni alborotos por la derrota sufrida ante Montevideo Wanderers, pero sí preocupación. Y quizás por ello se provoque algún análisis importante. Que origine un cambio de planes. Y, por qué no, hasta de sistema o figura táctica.
Se viene el clásico y aunque Rentistas aparece en la primera línea de batalla, los ojos de todos los tricolores (de aquellos que juegan y de los que acompañan) se unen para apuntar hacia el domingo 31 de octubre a la hora 16.
Y como el clásico tiene un particular peso, a lo mejor por eso empieza a emerger una idea diferente. Una fórmula que permita hacer crecer al equipo en dos aspectos en los que está flaqueando de manera estrepitosa. Problemas, además, con los que viene conviviendo a lo largo de este Torneo Clausura.
El primero, y muy claro, es que Nacional sigue sin generar el mejor fútbol de ataque. No apareció aún el armador que resuelva rápido y ponga a los laterales en posición ventajosa en los espacios libres que dejó el rival. En cuenta gotas Maximiliano Cantera suele encontrar una buena habilitación, pero cuando abusa de la protección de la pelota demora la transición y no permite que su equipo sorprenda.
El otro, tan determinante como el anterior, es el de la flojedad defensiva. Que se va forjando por diferentes aspectos y que entre otras cosas le conceden a su oponente desequilibrio en diferentes zonas del campo. Para empezar, las dificultades de marca que tiene Camilo Cándido llevan a que uno de los dos mediocampistas centrales se vea obligado a desplazarse a ese costado, lo que provoca un desequilibrio en el centro. Atrás, además, a Diego Polenta lo superan en velocidad.
La cuestión, quizás, sea empezar por la base. Es como si se tratase de ir entregando la integración titular desde el arquero para adelante. Entonces, si la historia es la de afiliarse a la vieja norma -no escrita- de que los equipos se arman de atrás para adelante, parece lógico considerar que se puede venir un recambio para que el tricolor gane en recuperación de pelota y en destrucción del juego ofensivo del rival.
Como están dadas las cosas y hasta tomando como referencia hechos ya expuestos por Ligüera al frente de Nacional, perfectamente puede volver el tridente en el mediocampo. En ese caso, todos los boletos los compra Joaquín Trasante, quien fuera titular en el Nacional que Ligüera recompuso para poder ganar el Uruguayo de 2020.
Con Diego Rodríguez al medio, Trasante por derecha y Felipe Carballo por izquierda, lo que haría el entrenador sería colaborar claramente con sus laterales para proteger las bandas y nunca descuidaría el pasillo central.
Así también habría ayuda para los zagueros.
Apelar al 4-3-3, figura que se dejó de lado después de perder con Progreso, no necesariamente le impediría contar con el aporte de Matías Zunino, porque podría ser el lateral derecho.
La problemática siguiente es la de mejorar la construcción del juego. Donde todavía no fueron solución definitiva Cantera y Andrés D’Alessandro. Además, al perder fuerza goleadora Gonzalo Bergessio el equipo tricolor no lastima en la medida que lo debe hacer un conjunto grande. Para colmo de males, en la última contienda se agudizó su falta de eficacia al desperdiciar de manera increíble ocasiones muy propicias.
Quizás por ahí el camino a seguir sea el de empezar a jugar con Leandro Fernández y Santiago Ramírez desde el vamos, sin que se les adjudique de forma continúa la responsabilidad de transformarse en salvadores de partidos.
Hoy no ofrece tanta resistencia una permanencia de Brian Ocampo en el banco porque sigue revelando una falta de compromiso.
Es cierto, hay incertidumbre. Pero lo que no deja dudas es que Nacional puede mutar su idea para jugar el clásico de otra forma.