CAMPEONATO URUGUAYO
Tras empatar frente a Plaza Colonia en los 120’ de juego, el aurinegro se impuso en los penales y así conquistó el título que mereció luego de 30 fechas.
Desahogo, festejo y lágrimas, muchas lágrimas. De esas que representaban conseguir el objetivo tan ansiado por Peñarol desde que arrancó la temporada y en el que tuvo varios altibajos, propios y otros que también se vieron algo forzados por las decisiones arbitrales que lo llevaron a dejar unidades importantes, sobre todo, en la recta final del Campeonato Uruguayo.
Como ocurrió a lo largo de todo el certamen, el equipo de Mauricio Larriera fue superior a su rival de turno. En este caso se trataba de un Plaza Colonia que sabía que si ganaba forzaba dos finales más y que estaba obligado a ganar.
Ese hecho llevó a que los de Eduardo Espinel se tomaran su tiempo para reanudar el juego desde el arranque, lo que impacientó a los jugadores y a los hinchas aurinegros. Como si eso fuera poco, a Peñarol le volvió a costar abrir el marcador pese a su superioridad y tanto le costó que no lo terminó consiguiendo.
Tal vez en el momento en el que Peñarol menos presión ejercía sobre el arco de Mele llegó un centro al área, una serie de rebotes y un penal sancionado por mano de Gary Kagelmacher. Renzo López lo cambió por gol y el aurinegro debió remarla de atrás.
No se impacientó y tampoco fue necesario que lo haga porque solo cuatro minutos estuvo abajo en el marcador. Peñarol había hecho las cosas bien con la pelota y a los 39’ lo repitió, pero esta vez tuvo el efecto deseado.
Una gran asistencia de Walter Gargano derivó en que Agustín Álvarez Martínez le bajara la pelota a Facundo Torres y este, de primera, sacó un potente remate rastrero que venció a Santiago Mele, de las grandes figuras del coloniense y del partido.
Y la tónica del juego, como había sido hasta el minuto 39’ de la primera parte se vio durante los 81 minutos de juego restante que tuvo el partido con alargue incluido.
Peñarol intentaba por todos los medios, pero se encontraba una y otra vez con Mele, con sus defensas o con la mala puntería que también le evitó ganar el partido antes de llegar a la tanda de penales.
Con Agustín Canobbio de un lado y Facundo Torres del otro, las bandas mirasoles generaban mucho peligro, pero con el paso de los minutos, el cansancio y los cambios que hizo Larriera, Peñarol dejó de ser el equipo incisivo que se había mostrado en anteriores pasajes del juego y Plaza Colonia incluso se animó a ir a buscarlo y estuvo a punto de encontrarlo en la última pelota del alargue.
Una gran asistencia de Leandro Suhr dejó cara a cara al centrodelantero Juan Cruz Mascia, pero cuando fue a definir lo cerró Kagelmacher para mandar la pelota al tiro de esquina y así evitar la caída del arco aurinegro, lo que hubiera significado la derrota.
Llegó el momento de los penales y con ellos todo lo que trae consigo. Los antecedentes de Kevin Dawson, y también los de Mele, la juventud de los futbolistas aurinegros que habían quedado en cancha y la presión, si bien el aurinegro tenía dos chances más de ganar para cerrar el Campeonato Uruguayo y consagrarse sin la necesidad de disputar más encuentros.
Mele le contuvo el penal a Damián Musto y las dudas empezaban a revolotear el Estadio Centenario, aunque el fallo de Yvo Calleros le dio esperanza al mirasol que lo igualó en la tanda de cinco remates para pasar al uno a uno.
Efectivos de un lado y del otro. Todo hasta que le tocó a Emilio Zeballos (de buen partido), que disparó por arriba del horizontal y llegó la chance para que el aurinegro se consagre. ¿Quién se hizo cargo? Nicolás Gaitán, hombre de experiencia, pero que no había mostrado lo que se esperaba de él. En ese momento poco importó, remate certero para que Peñarol pueda volver a gritar campeón y alegría de los jugadores, cuerpo técnico e hinchas. Desahogo, festejos y lágrimas, muchas lágrimas.