CATAR 2022
Una constante: la Celeste juega muy bien los primeros 30 minutos, pero si no anota queda expuesta. Una vez desgastada, Argentina fue letal y hasta pudo ganar por más.
Duele ver el resultado: Argentina 3-Uruguay 0. Duele más todavía porque la primera media hora ilusionó, mostró a una Celeste decidida a ir por el triunfo y con un Luis Suárez imparable en potencia, con el arco entre ceja y ceja, pero sin liga alguna. Sin embargo, los partidos no duran 30 minutos, sino que hay una hora más por delante. Parece que la lección ante Colombia no se aprendió e ir a ponerse a prueba contra Argentina en Buenos Aires sin haber asimilado eso es condenarse al fracaso.
Y fue fracaso nomás, porque el sacudón fue grande. Pero lo que más debe preocupar no es el planteo táctico de Óscar Tabárez, el fallar goles (Suárez definió notable en sus tres chances, pero el arquero Emiliano Martínez en dos ocasiones estuvo fantástico y en la otra fue el palo el que se interpuso), las desatenciones defensivas, el descontrol en el que cayó el equipo por momentos, la falta de contención en el medio o el muy bajo nivel de algunos futbolistas como Edinson Cavani. No, el tema es bastante más profundo. La gran diferencia es la propuesta.
El estilo no ayuda
¿Por qué ya van varios juegos que Uruguay juega muy bien la primera media hora y luego se cae? Hay que buscar la explicación en la condición física. Y esto no es reprochable al profesor José Herrera, pues él no prepara a los futbolistas, sino que lo hacen sus clubes. Usted pensará: pero Suárez en el Atlético se prepara igual que De Paul, Matías Vecino igual que Lautaro Martínez en el Inter y hasta hace poco Lionel Messi igual que Ronald Araújo en el Barcelona. Es ahí que influye el estilo futbolístico.
Uruguay corre mucho más detrás de la pelota que con ella para atacar, porque la propuesta de Tabárez siempre ha sido primero limitar al rival y luego aprovechar las virtudes propias para hacer la diferencia en ataque. El problema es que eso desgasta al equipo. Por eso después de la media hora inicial decae y se ven las diferencias.
Cuando Argentina recuperaba la pelota salía a gran velocidad, con verticalidad, con dos futbolistas por las bandas, uno conduciendo (generalmente Messi) y un par detrás de éste para apoyar el ataque y ser otra opción de pase. Fue así que encontró espacios ante una defensa vulnerable, que acumuló muchos jugadores atrás pero que no pudo cubrir todos los espacios, porque generalmente algún lateral (fundamentalmente Nahitan Nández) no tenía velocidad para volver o bien los volantes no eran capaces de retroceder tan rápido como los rivales.
La lentitud de Uruguay
Cuando Uruguay tenía la pelota, en cambio, todo era mucho más lento: pase para la derecha, para la izquierda, para atrás, en corto, pero costaba muchísimo avanzar. Mientras en los primeros 30 minutos la Celeste tuvo aire fue capaz de poner a dos o tres jugadores en posiciones ofensivas y generar peligro, pero con el paso de los minutos hubo que tocar para dar tiempo a los atacantes a llegar, por lo que también tuvieron tiempo los argentinos para volver y posicionarse en defensa.
Entonces Uruguay rápidamente se quedó sin energías y sucumbió ante una Argentina que tiene un concepto mucho más dinámico, con volantes de características similares a las de los uruguayos (técnica de marca y muy buen trato de pelota) pero que, apoyados en la propuesta y el posicionamiento de sus compañeros, están más respaldados. Y a eso se le debe añadir que su desgaste es menor por ser su equipo el que impone el ritmo.
Fue un golpe duro, que duele, aunque también es cierto que no se cayó con cualquiera. Argentina, que hace 24 partidos no pierde, es una de las mejores selecciones del mundo. ¿Lo positivo? Da la sensación de que —con algunos ajustes— futbolísticamente Uruguay no está tan lejos.