Quién es Adrián Martínez, el goleador de Racing que estuvo en la cárcel y es sensación en el fútbol argentino

El delantero de 31 llegó a la Academia para esta temporada y ya le anotó un hat-trick a San Lorenzo y dos más al Newell's de Mauricio Larriera; lleva cinco goles en cinco partidos.

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Adrián Martínez en Racing
Adrián Martínez en Racing.
Foto: Racing

Con información de La Nación/GDA
En el Estadio Marcelo Bielsa de Rosario, Racing Club de Avellaneda goleó 4-0 al Newell's Old Boys de Mauricio Larriera y le cortó la racha de cuatro victorias en cuatro fechas. Una de las figuras del partido fue Adrián "Maravilla" Martínez, el goleador de la Academia que hizo un doblete y tiene una historia de vida particular.

“Desde el primer día estaba consciente de que iba a salir de ahí adentro, porque sabía que no había hecho nada”, le contó meses atrás el delantero a La Nación. El futbolista de 31 años brilló el año pasado en Instituto de Córdoba y para el 2024 desembocó en Racing de Avellaneda, donde ya empezó a facturar: metió un hat-trick en la victoria clásica 4-1 sobre San Lorenzo, que sumados a los dos que le hizo a Newell's lo ubican como el goleador de su equipo con cinco goles en las mismas fechas.

Le dicen ‘Maravilla’: “Me pusieron así en Zárate, cuando jugaba ahí, por el boxeador”, aclara, pero prefiere que le digan ‘Adri’. Martínez es el dueño de una historia de vida muy dura. Como cualquier niño, creció divirtiéndose en el barrio con amigos. No terminó la escuela, a los 16 años decidió trabajar, a pesar de que en su casa nunca faltó nada.

Primero trabajó como albañil, después en una fábrica de cervezas y luego como recolector de basura. Fue entonces cuando le tocó enfrentarse a uno de los momentos más difíciles de su vida: Transcurría el año 2014 y una noticia conmovió a la familia: uno de sus hermanos, Braian, de 18 años, fue baleado. El joven pasaba por la esquina de su casa y lo esperaban con un revolver 32 mm atrás de un árbol. “Cuando mi hermano pasó, esta persona le pegó tres tiros, uno en la oreja que le pasó de lado a lado, uno en el pecho y uno en el brazo. Estuvo un tiempo en terapia intensiva, pero por suerte se salvó”, contó.

Y la reacción contra el perpetrador y su familia fue el motivo que llevó a Martínez a la cárcel: “Mi mamá en un tiempo fue presidenta del club Las Acacias, siempre ayudó mucho y lo sigue haciendo hasta hoy, la gente del barrio nos quiere mucho por todo eso. Entonces, cuando se enteraron que hirieron a mi hermano fueron todos a tirarles de piedras a la casa de esta familia, a la que no quiere nadie. Cuando vieron que no había nadie se ve que uno se metió y prendió fuego las cortinas. Como tenía el techo de machimbre se le prendió fuego todo, pero ahí había más de 100 personas, no es que había cinco personas, eran muchísimos. Entonces, por ese hecho fuimos presos muchos, y uno de ellos fui yo. Con el tiempo nos enteramos de que el municipio quiso armar algo para terminar con el quilombo en los barrios; entonces, nos pusieron en la causa ‘uso de armas de guerra, incentivación de incendio, secuestro, robo en poblado y en banda’... Todo eso era como pasar 10 años preso, como para que nadie molestara más”.

Adrián "Maravilla" Martínez en Racing
Adrián "Maravilla" Martínez en Racing.
Foto: Racing

Sus días tras las rejas tuvieron momentos de incertidumbre y temores. Por su experiencia, Martínez puede contar todo lo que realmente sucede en una cárcel: “Estuve un día en la comisaría y después ya fui preso a la Unidad 21 de Campana durante siete meses. De ahí adentro se cuentan muchas cosas, pero bueno, ahí tenía que estar a las expectativas de lo que iba a pasar porque era todo nuevo, pero yo puedo decir que tuve calle y pude zafar de muchas cosas que pasan ahí. Pero sí, ahí matan gente, se cagan de hambre, por lo menos donde yo estuve me cagué de hambre. Si mi familia no me llevaba para comer, no comía. Adentro tuve varios conflictos, tuve miedo adentro de la cárcel, porque siempre hay uno que es más loco que otro. Aparte, no les importa nada a los presos, porque se pelean y ya conoce las leyes. Dicen que si matan a alguien saben que son dos años más porque es por defensa propia, entonces si tienen 30 años, que sean 32 no les cambia en nada”, relata sobre la dura vida en la prisión.

Durante sus siete meses preso se aferró a la religión y un amigo lo motivó a pelear por su futuro: jugar al fútbol. “Siempre me gustó jugar a la pelota, pero siempre estuve en clubes de barrio, nunca me dediqué a full”, dijo. A pesar de tener todo en su contra, luchó, y a los 22 años fue a probarse a Defensores Unidos de Zárate, club que entonces militaba en la Primera C. Quedó y allí empezó su sueño de futbolista: “El técnico me vio muy bien y me preguntó dónde había hecho inferiores, pero le tuve que decir que sólo había jugado en el barrio. También me preguntó de dónde venía y tuve que decirle que estuve preso. Encima tuve que arrancar a hacer pesas y no podía por una lesión en la mano. O sea, tenía todo en contra”.

Pero al final: "Se fueron abriendo las puertas que me llevaron a lo que hice y lo que soy hoy en día con el fútbol, que me llevó a jugar copas internacionales y me dio muchas satisfacciones”, señaló.

Jugó en Atlanta de la Segunda División argentina, luego en Sol de América, Cerro Porteño y Libertad de Paraguay, y en Curitiba de Brasil, para luego recalar en Instituto de Córdoba y hacer un montón de goles, que hicieron que Racing apostara por él.

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