Redacción El País
El nombre de Edgardo Di Mayo —más conocido como Minguta— entró en boca de todos a partir de las declaraciones de Luis Suárez, quien denunció destratos por parte del entrenador Marcelo Bielsa a un mes de haber anunciado su retiro de la selección uruguaya.

A modo de ejemplo, Suárez señaló que el histórico equipier, a diferencia de años anteriores, hoy ya no pasa por la cocina del Complejo Celeste por orden explícita de Bielsa. "Lleva 30 años en la selección, no dice ni 'ay' y va a seguir sin decirlo porque quiere a la selección y necesita de su trabajo. Pero hoy en día tiene que ir por atrás del Complejo a comer al parrillero, no puede pasar por la cocina", aseguró.

Desde que Minguta llegó a las selecciones no se fue más. Y de ahí yace la importancia de su figura para muchos jugadores. Pasaron entrenadores, cuerpos técnicos de todo tipo y color, pero él siguió al firme cumpliendo con su tarea y formó una relación cercana con Suárez, entre otros: "Cuando me dijo que se retiraba de la selección le dije que se dejara de joder. Cuando vi la conferencia me cayó la ficha. Estos días fueron de muchos recuerdos. Él transmite mucha alegría en el Complejo", contó a la Sport 890.

Sobre su historia, narró lo siguiente a Ovación hace algunos años: "Hasta el 2006 estuve solo en juveniles, a partir del 2008 ya pasé a trabajar con la selección mayor y fue otra cosa, muy diferente, otras exigencias, no es lo mismo".

Serio, responsable, callado, de perfil bajo, se fue haciendo conocer y ganándose el cariño de los jugadores y los entrenadores de turno en la interna, según él, porque tuvo una cuota de "suerte".

"Pasé por todo, momentos buenos y de los otros, pero me quedo con los más lindos", dijo, antes de empezar el recorrido: "Uno de esos momentos fue el Mundial Sub 20 de Malasia... de lo mejor que me tocó vivir en el 97. ¡Qué cuadrazo! Fue una injusticia perder aquella final con Argentina".

"Lo que viví en el Mundial de Sudáfrica... ¡Pah! fue una experiencia inolvidable, realmente", compartió.

Su amor por el fútbol tuvo cimientos en Florida, ciudad a la que dejó para instalarse en Montevideo hace más de 40 años. Fue futbolista del equipo La Vascongada, pero después, ya en la capital, se dedicó al trabajo textil y posteriormente calzó en River Plate con Jorge Fossati como director técnico. Enseguida lo bautizaron con el apodo por el que se lo conoce hasta hoy.

Sus hijos, Paola y Pablo, le han hecho miles de preguntas sobre su trabajo, al igual que Milka, su señora. Es que por momentos no llegaba a tomar consciencia del lugar privilegiado en el que se encontraba, conviviendo todos los días con los ídolos, con los cracks que la afición venera hasta hoy. "Para mí es lo más normal del mundo. Son todos buenos compañeros, muy unidos, todos tiran para el mismo lado, no hay caras largas", sentenció en su momento.

Minguta no solo disfruta, sino que trabaja todo el día. Va a los partidos cuatro horas antes del inicio porque si se olvida de algo puede pedir que se lo lleven. "Me ha pasado, por eso siempre salgo bien temprano, por las dudas".

Lleva de todo, claro. No solo las bolsas con los equipos, los shorts, las medias y las camisetas (dos juegos de cada cosa) sino también los zapatos de fútbol. "Y... hay un montón. Algunos tienen hasta 12 pares de zapatos y piden que se los lleve. No saben cuál van a elegir y si justo no llevo ese par se arma lío (se ríe)".

La generación de Sudáfrica 2010, en voz de Diego Forlán, le dijo en su momento a este equipier que ese año se compraría su casa. Así fue: con los premios que le tocaron de aquella Copa del Mundo, pudo cumplir el sueño.