El celular de Rafael Monge Forastiero suena y suena. Llegan mensajes de todo tipo y color, caen llamadas permanentes por WhatsApp de Alejandro Balbi, que está desesperado por el Diente Nicolás López. Aunque los remitentes varían, todos tienen un punto en común: están alborotados y piden soluciones a gritos para el mercado de pases.

Son las dos de la tarde del sábado 27 de julio y ese caos virtual del teléfono se contrasta con la tranquilidad y la calma que vive este exitoso hombre artiguense cuando se sienta a un costado de sus amigos, entre ellos Carlos Bueno. Es uno de los tantos que está unido a él por el fútbol y las raíces de un departamento semillero. Hoy su amistad prospera en el amor que sienten por un equipo: el Club Atlético Artigas, del que Monge es presidente.

Falta poco más de una hora y media para que comience el partido y los jugadores empiezan a pasar uno a uno, saludando con un choque de puños. Desde el pibe Adrián Núñez -que pinta como una joyita a sus 17 años- hasta el número 7 Nicolás Leites, que llegó a tener un debut internacional vistiendo la camiseta de Cerro Largo y hoy parece ser el elegido. Monge le prometió que si hacía un gol se llevaba de regalo un parlante y antes de un tiro libre se lo recordó desde la tribuna. ¿Cuál fue el resultado? Gol al segundo palo y 2-0 para Artigas, que se prendió a la primera posición del Grupo B de la C y se ilusiona con el ascenso.

Además de un club de fútbol, allí hay un puzle repleto de historias. Desde la del zaguero Hugo, que es mecánico de tanques de guerra y juega autorizado por el Ejército, hasta la de Charly Good, que le grita a los líneas para que le “cobren las faltas” en lugar de dar ley de ventaja y es guía del buen pie de Artigas junto a Joe Bizera.

Foto: Diego Domínguez.

-¿Cómo te metiste en el mundo de la representación? ¿Te acordás del primer pase?

-Sí, claro. Mi primer pase fue Jonathan Ramis al Cádiz de España cuando él estaba en Peñarol. Pero hoy la vida me lleva a trabajar en otro rol (ya no más como representante) siendo la mano derecha de Jesús Martínez, dueño de Grupo Pachuca, para contrataciones y ventas. Estoy agradecido de haber conocido a una persona como Jesús, que me brindó una oportunidad y me hizo crecer en muchos aspectos.

-¿Cómo es que un uruguayo termina dentro de esa órbita?

-Influyeron los años que trabajé (como representante), pero la recomendación de Guillermo Almada fue clave. A Almada lo conocí cuando lo llevamos a Santos Laguna, después me recomendó con Jesús y ya hace dos años estoy trabajando con él.

-¿Cómo es la rutina de tu vida hoy? Parece difícil que puedas planificar algo...

-Eso es impredecible. El tiempo en el fútbol es minuto a minuto y te obliga a viajar. Me cuesta mucho por mi hija, pero es lo que me tocó y de lo que vivo.

-¿Te han vendido pescado podrido en algún negocio?

-Obviamente. A lo largo de 20 años he tenido muchas experiencias, pero gracias a Dios fueron mucho más las buenas que las malas. He cosechado muchas amistades dentro del fútbol y hoy los puedo llamar amigos.

Foto: Diego Domínguez.

-Con muchos de ellos tenés el proyecto de la SAD de Artigas. ¿Cómo empezó todo?

-Yo era presidente del Wanderers de Artigas y con Mario Saralegui tuvimos la idea de llevar el fútbol profesional a la ciudad. Nos tildaban de locos, je. Pero con el paso del tiempo tuvimos un contacto con la asociación civil del Club Atlético Artigas de La Teja y fusionamos las partes para trasladar el fútbol hasta el norte. Hay muy buena sinergia a través de Pablo Khalil y ya es el tercer año juntos. La idea de este proyecto es crecer en forma estructural y para el año que viene tener cinco categorías juveniles.

-Dirige Carlos Bueno...

-Sí, y me da un orgullo muy grande. Conozco su calidad como profesional y lo que puede tener de loco adentro de la cancha, lo tiene de sensato afuera. Lo representé en la etapa final de su carrera.

-¿Qué te lleva a hacer esto?

-Lo hago para devolverle algo al fútbol, que me dio todo para crecer personal y económicamente. Tengo un arraigo muy grande con mi ciudad. Fijate mi acento, je.

-Hay quienes no comparten el modelo de las Sociedades Anónimas Deportivas. ¿Qué pensás?

-Las SAD son una herramienta y una solución para este fútbol uruguayo, que es pobre. El fútbol es inviable si no vienen empresarios a poner dinero. La única forma de sostenerlo es con la venta de jugadores porque los derechos de televisión son bajos, comparados con otros países. Las SAD son una solución para las asociaciones civiles empobrecidas. En nuestro caso, es lo que junta la pasión con lo empresarial.

-¿Creés que el fútbol local va a estar poblado por las SAD?

-Es la única solución para que los clubes no se sigan endeudando. Hay que trabajar de forma empresarial conjuntamente con la civil.