FÚTBOL INTERNACIONAL
El equipo bávaro se llevó las últimas siete Bundesligas y está a punto de conquistar la octava
Cuando en el campito se armaban los equipos para jugar un partido y todos los cracks quedaban del mismo lado, los del otro equipo reclamaban: “¡No vale, está robado!” ¿Cómo se dirá esa expresión en alemán? Porque desde hace años la competencia en la Bundesliga está “robada” por el Bayern Munich. Y todo hace pensar que esta temporada se repetirá la historia.
Desde la creación de la Bundesliga en 1963, el club bávaro obtuvo 28 veces el título. Los rivales que más se le acercan son los dos Borussia, el de Dortmund y el de Mönchengladbach, con cinco títulos cada uno. Desde 2012-2013 no se le escapó ningún campeonato y parece (todavía más después de su triunfo de esta semana sobre el Dortmund) que este año sumará el octavo consecutivo. Desde aquel 1963 obtuvo además 18 veces la Copa de Alemania y también en el recuento le lleva una amplia ventaja al resto.
¿Por qué siempre gana el Bayern? Como suele ocurrir en fútbol, hay muchas razones, pero la principal es que su poderío económico logra concentrar a los mejores jugadores alemanes bajo su camiseta, además de importantes figuras extranjeras. También se explica por su sólida organización, por una cultura deportiva programada para el triunfo y por la relativa debilidad de sus adversarios.
¿Y eso no afecta el interés del público por la Bundesliga? Rotundamente, no. La liga germana es la que tiene mejor promedio de público en Europa, año tras año. En la temporada 2019-2020, el promedio de espectadores alcanzó los 43.300 por partido. Las reiteradas derrotas del Borussia Dortmund ante Bayern no desaniman a sus hinchas, pues el porcentaje de ocupación en el estadio Signal Iduna Park se eleva a 99,7%, con un promedio de 81.154 personas por encuentro.
Tampoco los hinchas del Bayern se aburren de ganar, pues el Allianz Arena de Munich registró entradas agotadas en todos los partidos (por las dudas, repetiremos: en todos los partidos) del anterior campeonato. Se ponen a la venta 75.000 localidades y no queda ninguna... Seguramente los futbolistas extrañen jugar ahora ante tribunas vacías en el regreso del torneo en plena pandemia.
MODELO. El Bayern Munich luce como la mezcla más perfecta de los dos modelos de organización societaria para un equipo de fútbol. Es al mismo tiempo un club multideportivo, con 291.000 socios (el número uno del mundo en adhesiones) y una sociedad anónima, cuyo paquete accionario pertenece en un 75% al club, mientras que el resto corresponde en partes iguales (8,33%) a sus principales auspiciantes: la marca de ropa deportiva Adidas, la automotriz Audi y la compañía financiera Allianz, que además patrocina el estadio de Munich.
Hace poco hubo un intento de BMW de desplazar a Audi de esa posición, una jugada con un costo de cientos de millones de euros que finalmente no pudo concretarse. Se dice que para quedarse con sus acciones, Audi ofreció aportar mil millones de euros para los próximos 12 años.
En el ejercicio 2018-2019, Bayern Munich S.A. facturó 750,4 millones de euros. Descontados impuestos, intereses y amortizaciones, los beneficios netos fueron de 52,5 millones, lo cual representó un crecimiento de 14,1% con respecto al ejercicio anterior. “Las mejores cifras de la historia”, se congratularon sus autoridades. Todo estos datos están disponibles en la web del club, que tiene su versión en español. Por supuesto, la actual pandemia desdibujará todos estos números, pero lo mismo le ocurrirá a todos los equipos del planeta.
Esta presencia ampliamente dominante en el campo de juego y la situación floreciente en los mercados deportivos, no siempre fueron así. Fundado en 1900, antes de la creación de la Bundesliga solo había ganado una liga alemana (1932), en los tiempos en que se el certamen disputaba en divisiones regionales más una ronda final. Durante la Segunda Guerra Mundial padeció muchas dificultades debido que contaba con numerosos socios judíos, que tuvieron que escapar del país o fueron perseguidos.
En los años de la reconstrucción alemana pudo levantarse, pero no le alcanzaba para colocarse entre los principales equipos. De hecho, cuando se organizó la Bundesliga quedó afuera y tuvo que ascender.
FIGURAS. Claro que ese ascenso fue fulminante, porque en sus filas aparecieron algunos de los más grandes cracks germanos. Desde 1962 tenía en el arco a Sepp Maier. Dos años más tarde debutó en primera Franz Beckenbauer y se incorporó a Gerd Müller.
Desde entonces, es casi inevitable que los mejores futbolistas alemanes defiendan al Bayern. Allí empezaron Paul Breitner, Karl-Heinz Rummenigge, Klaus Augenthaler, Bastian Schweinsteiger, Thomas Müller, entre otros.
Y si no surgen de sus divisiones juveniles, los cracks son adquiridos a otros equipos de la Bundesliga, con lo cual al mismo tiempo que enriquece su plantel debilita los de sus adversarios. Lothar Mathäus y Stefan Effenberg llegaron del Mönchengladbach, Oliver Khan del Karlsruher y Philipp Lahm del Stuttgart, Claudio Pizarro y Miroslav Klose del Werder Bremen, Lukas Podolski, del Colonia, Michael Ballack del Bayer Leverkusen, Manuel Neuer del Schalke 04, Robert Lewandowski del Borussia Dortmund… Además, desde hace mucho resulta difícil que un astro del Bayern se vaya a otro grande europeo.
La riqueza de sus planteles va más allá del papel de los entrenadores. En los últimos ocho años pasaron seis técnicos de diversas nacionalidades sin que se detuvieran los éxitos: el alemán Jupp Heynckes, el catalán Pep Guardiola, el italiano Carlo Ancelloti, el francés Willy Sagnol, Heycknes de nuevo, el croata Niko Kovac y ahora el alemán Hans Dieter Flick.
El primer éxito continental fue la Copa de Campeones de 1974, lograda en dos finales ante Atlético de Madrid. Hoy suma cinco títulos europeos, sobre diez finales disputadas.
LA INTERNA. Otro de los secretos del los multicampeones alemanes es su organización. El club es dirigido por exfutbolistas: como presidente (o más bien CEO) estuvo hasta hace poco Uli Hoeness, lo reemplazó Rummenigge y en poco tiempo en su lugar estará el exarquero Oliver Kahn. Además de su experiencia como jugadores, prolongan una cultura corporativa del triunfo. El lema de la institución es Mía san mía, una expresión en dialecto bávaro que significa “Nosotros somos nosotros” pero que todos entienden como “nosotros somos los campeones”.
Con esa concepción, la prioridad de cada temporada es conquistar la Champions League. Pero el mandato, al mismo tiempo, es no descuidar la Bundesliga. Ganarla cada año se vuelve poco menos que obligatorio. Esa autoexigencia representa una presión que no todos los futbolistas que llegan al club resisten. Por ejemplo, Mario Götze o la promesa portuguesa Renato Sanches tuvieron que irse sin destacarse.
Ha ocurrido en los últimos años que el Bayern tuvo flojos comienzos de campeonato. Eso despierta cada vez la pregunta de si por fin será destronado. Pero a medida que pasan las fechas, los bávaros avanzan imparables, mientras sus rivales comienzan a decaer. El Dortmund sigue siendo su más tenaz adversario, y de hecho fue el último campeón antes que se iniciara el actual ciclo de ocho Bundesligas. Pero otros clubes que antaño eran muy fuertes no logran acercarse. Mönchengladbach tuvo sus años dorados en la década de 1970. También Werder Bremen no es el de antes. El Hamburgo, muy popular en el norte, campeón de Europa en 1983, hoy está en segunda división, y el Colonia recién vuelve de un pasaje por segunda. No asoma todavía un gran antagonista.