FÚTBOL INTERNACIONAL
Los 12 poderosos impulsores de la idea se toparon con intereses todavía más fuertes
Los impulsores de la Superliga europea se sintieron poderosos, apoyados en sus presupuestos y en los millones prometidos por los inversores, pero terminaron chocando contra varios estamentos todavía más poderosos: los hinchas, los gobiernos y el binomio UEFA-FIFA.
Ante el rechazo casi generalizado del mundo del fútbol, el ambicioso proyecto de 12 clubes empezó a perder socios a pasos acelerados hasta disolverse como un helado bajo el sol del verano.
Sorprende que equipos que se manejan como leones en los negocios hayan lanzado un plan tan a las apuradas y con tantos flancos expuestos a los esperables ataques. Hasta la difusión de los miles de millones en danza les jugó en contra, porque reveló la naturaleza codiciosa de la iniciativa.
Era claro que la UEFA no iba a permitir un torneo que le hiciera sombra a la Champions League, su competencia más emblemática y rentable. Y resultaba impensable que la FIFA no fuera a salir en defensa de su organización continental más poderosa.
Además, la FIFA tiene en sus manos la Copa del Mundo y la actividad de las selecciones, que también hubieran sido víctimas de esta rebelión de los ricos.
También resultaba evidente que la Premier League inglesa, el campeonato nacional más cotizado, iba a defenderse con todas las armas a su alcance. Quizás los impulsores de la Superliga no esperaban tener que enfrentarse al poder político, como ocurrió sobre todo en el Reino Unido, donde el primer ministro Boris Johnson inició una dura ofensiva contra el proyecto. Sin dudas los clubes ingleses excluidos de la Superliga, así como la FA inglesa, pidieron ayuda al gobierno. Johnson, con olfato político, comprendió que también los hinchas estaban en contra.
Medios europeos aseguran que Johnson amenazó con modificar por ley la estructura societaria de los clubes, dando ingreso a los aficionados, como ocurre en Alemania, donde la mitad más una de las acciones de los equipos deben pertenecer a los hinchas.
Claro que resulta curioso cómo las organizaciones del fútbol, empezando por la FIFA, habitualmente alérgicas a la intromisión de la política en el deporte, esta vez hayan visto con buenos ojos la postura del premier británico.
Una oposición que los 12 de la Superliga acaso no esperaban fue la de los hinchas, en especial los ingleses, que iniciaron ruidosas protestas ya el lunes, apenas se conoció la noticia del plan.
Muchos futbolistas y entrenadores, incluso de los clubes involucrados en la Superliga, comprendieron la gravedad del cisma que se avecinaba y adhirieron sus críticas.
La nueva concepción del negocio del fútbol pretende convertir a los hinchas en clientes, apenas llamados a consumir el producto. Como si fueran capaces de dejar de seguir a sus colores de siempre para asistir solo a partidos “de lujo”, como si se tratara de una superproducción de Hollywood.
Estos ejecutivos tienen como modelos la NBA o la NFL, que sin duda representan modelos deportivos y de negocios válidos, pero responden a otra historia y cuentan con otro tipo de aficionados. Además, con todo su crecimiento, el básquet y el fútbol americano no alcanzan a opacar el papel central que tiene el fútbol en el mundo.
De cualquier manera, la tendencia del fútbol hacia la hipercomercialización es demasiado fuerte. La propia FIFA tiene gran responsabilidad en eso. Es probable entonces que en poco tiempo reaparezcan movimientos hacia estos “supertorneos”, ya con el aval de la FIFA.
Boca, River y Flamengo hablaron con la Superliga
Boca, River y Flamengo mantuvieron conversaciones con los impulsores de la Superliga para unirse a una eventual “liga mundial”, pero los contactos se abandonaron cuando comenzó la pandemia, dijo el portal brasileño UOL.
Según esta información, el modelo elegido luego por los clubes europeos volvió imposible la participación de equipos sudamericanos.