La voz de Ricardo Alarcón enmudece el tránsito ensordecedor de la rambla de Montevideo. Sonríe, se excusa por estar de lentes de sol y ante un halago sobre su floreada camisa juvenil responde señalando a su señora: “Ella me separó todo. Ella cuida mi imagen”, la acusa. Pierana, que lo conoció años después de que fuera presidente de Nacional, enseguida interrumpe y, muy atenta, suelta: “¿Qué van a tomar? ¿Qué les sirvo?”. Dos vasos con agua, una botella de Coca Cola y una bandeja de metal con galletitas dan pie a una extendida y relajada charla.
“Yo puedo estar todo el día, eh. Avisame cuando te tengas que ir”, dice este exitoso empresario uruguayo de 76 años mientras reposa su codo en uno de los tantos almohadones que tiene en el sillón rojo del living y se acaricia la barbilla con la otra mano. A su espalda, reposan otros dos sillones (individuales) con una espectacular vista al mar. Es un apartamento amplio, que guarda reconocimientos -algo más escondidos- a su trayectoria como dirigente.
Pese a mostrarse receptivo a la invitación desde el primer momento, Alarcón aclara de pique que no le interesa “únicamente” hablar de fútbol. Sin embargo, el picoteo tarda solo un par de minutos en entrar en ese terreno. “Siento que hoy el fútbol es un negocio, donde hay plata y está la búsqueda de recuperación del capital. Es un trabajo para todos los futbolistas y todos juegan por dinero. Por eso hay pases entre jugadores de Nacional y Peñarol y la gente lo tiene que aceptar. El futbolista es un profesional, como sos vos, que hoy trabajás para un medio y el día de mañana podés estar en la competencia. Nadie te lo puede echar en cara”.
Manejar a un club en esos términos es, para él, una tarea sumamente “estresante” a la que por lo menos hoy ya no está dispuesto a dedicarle más energía. El espectáculo actual, dice, le recuerda a la época de los gladiadores romanos: “La gente estaba en la tribuna y pedía sangre, como ahora muchos la piden. Se identifican con el fútbol como si fuera algo propio cuando, en realidad, ninguno de los que está en la tribuna hizo nada para que el cuadro ganara o perdiera”. El “tiempo”, asegura, hoy tiene otro valor en su vida: “¿Yo voy a estar dispuesto a darle tiempo al fútbol cuando hay una interpretación tan distinta de muchas personas? A esta altura de mi vida no. El tiempo que me queda por vivir es muy valioso. Cuando sos joven, no tenés el concepto de lo frágil que es la vida. Hay un poema de (Mario) Benedetti que se llama Pasatiempo y hace referencia a eso”.
Durante su gestión como presidente (2006-2012), Nacional ganó tres Campeonatos Uruguayos y llegó a las semifinales de la Copa Libertadores 2009, hito que no ha podido repetir hasta ahora. Su nombre quedó para siempre grabado en la memoria de los corazones tricolores y mientras que algunos, como el expresidente José Fuentes, lo apodaron “el presidente de los presidentes”, otros, como el hoy aspirante presidencial Javier Gomensoro, cuestionan su legado por pensar al club de otra manera. “Fue un dirigente con mucha visión en su momento, pero después fue comprando un modelo negativo, pensando que Nacional estaba más allá del bien y del mal y deseando que el rival (Peñarol) salga campeón de una copa internacional”, dijo el abogado días atrás a Carve Deportiva.
Alarcón escucha el comentario con atención y se ríe. Prefiere ignorar los ataques y centrarse en explayar su visión por más mal entendida que suene para algunos.
-Ni sabía que Peñarol jugaba contra Flamengo (risas). No me gusta hablar de Peñarol. No me gusta hablar de otros cuadros. Y además la gente siempre malinterpreta. Yo quiero que mi club gane y tenga los mejores resultados. Lo demás es problema de otros. Ahora, como uruguayo, defiendo a los uruguayos. Porque cuando estoy en el exterior y alguien me viene a abrazar no le pregunto de qué cuadro es hincha. Me abrazaron en Bergen, en Copenhague, en Australia… ¿Qué hago con toda esa gente? Miremos la luna y dejemos de discutir por el dedo.
Su explicación es profunda. Tanto que a veces se va por las ramas y sale de tema. Usa -y muy bien- el off de récord para soltar algunas opiniones personales sobre la campaña electoral de Nacional porque no le quiere “dar fama” a ciertos “personajes”. Pero asegura que en diciembre volverá al Gran Parque Central, después de dos años, para emitir su voto. Al pedido de un concepto sobre el presidente Alejandro Balbi sí responde. Afirma que es “su” presidente y que “nunca” hablaría mal de un dirigente de su club. Todo lo contrario: “Es el presidente de Nacional y no voy a hacer nada para socavarlo. Es mi presidente y son mis dirigentes. No estoy en la cocina, no sé si sus acciones podrían haber sido mejores o no. No conozco las angustias que pasará, que no tengo ninguna duda de que debe de estar plagado. Pero lo primero que se me vino a la cabeza cuando falleció José fuentes fue llamarlo por teléfono y decirle: ‘Para lo que necesites estoy a tu orden’. Él me agradeció públicamente”.
La visión sobre el Curcc, Peñarol, el decanato y tener un solo estadio
Uno de los tramos más jugosos de la charla surge de la inquietud histórica que plantea al dar su visión sobre la eterna discusión sobre el decanato. Dice que el CURCC y Peñarol “son lo mismo”, pero que igualmente Nacional es el “decano”.
-Nacional es decano porque es el primer cuadro de criollos que hubo. El CURCC era un cuadro inglés y estaba poblado de extranjeros.
-¿Pero es lo mismo el CURCC que Peñarol?
-Es lo mismo. Pero, ¿por qué? Porque los empleados del ferrocarril un buen día resolvieron separarse del CURCC y fundaron el club Peñarol, que era donde ellos vivían y trabajaban. Por eso es que el CURCC y Peñarol tienen sus mismas raíces. Y por eso es que Peñarol se funda en 1913. Fundaron un cuadro separado de los gerentes, de los administrativos, de la superestructura que tenían los ferrocarriles. El caso de Nacional se da muchos años antes, cuando se juntaron dos cuadros que también jugaban, pero que eran todos orientales. Fundaron un club de criollos y por eso le pusieron Club Nacional de Football. El nombre te lo dice todo.
A propósito del Gran Parque Central, el expresidente suelta: “Lo peor que hicieron los dos clubes grandes fue tener estadio. Si hubieran juntado la plata los de Nacional y los de Peñarol, hoy tendríamos un Estadio Centenario espectacular: techado, con escaleras mecánicas, calefacción, estacionamientos espectaculares y sería de primer mundo. Nacional y Peñarol nunca juegan el mismo día. Entonces, un día podían arreglar para que jugara Nacional y al otro Peñarol. Y cuando jugaran a la vez, en un clásico, tendrían que compartir el estadio.
Las copas no lo “mueven” y al Gran Parque Central lo ve “destrozado”
El relato de Alarcón sigue y el entusiasmo por momentos lo frena, primero para mostrar un fragmento de un libro de Miguel Restuccia que da cuenta de la pérdida de socios que tuvo Nacional después de ser campeón de la Libertadores en 1971 y al rato para referenciar un perfil de Instagram que muestra la obra de un escultor que crea cuerpos con el “alma vacía”.
¿A qué va con todo eso? A lo mismo del principio: que tener “una copa más o una copa menos” no lo “mueve”, sino que vela por los “valores”. “Yo no me voy del fútbol; lo que pasa es que el fútbol que yo conozco hoy ya no está. Hoy hay otra cosa que se puso el mismo nombre, pero que no es lo que yo mamé de chico”.
El ejemplo también rige, a su juicio, para las reformas del Gran Parque Central. “Lo destrozaron. El Parque Central es un estadio hecho típicamente inglés. Y si seremos estúpidos los seres humanos que competimos por quién le ponía más hormigón a su estadio. ¿Para qué queremos tener un estadio enorme cuando es difícil llenarlo? Tenemos que tener el estadio más lindo, no el más grande. Yo quiero tener el estadio más cómodo, más seguro, más tranquilo, donde la gente vaya con la familia, que se diviertan y puedan pasar todo el día en la cancha. Teníamos un estadio a punto de terminar, al que no le quedaba nada cuando yo me fui. Es más: para no comprometer a Nacional le dije a la empresa Tenfield que no aceptaba el tema de los derechos de televisión tal cual estaban. Y no es que yo esté en contra de Tenfield; estoy en contra de cualquiera que no me permita ser libre. Y hoy el fútbol no es libre”.