Richard Chengue Morales

| La historia de un goleador que no arroja la toalla: "En la próxima temporada tendré mi revancha"

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ALBERTO SANZ/DB-EL PAIS

Su mejor temporada fue con el Osasuna, en 2005. Por eso, el Málaga se fijó en el goleador uruguayo Richard "El Chengue" Morales y pagó 1,5 millones de euros a los rojos de Pamplona. En el Málaga 2006 apenas pudo jugar y menos romper redes. Para colmo, el club descendió a Segunda. El Málaga ya no puede pagarle... pero "El Chengue", ya nacionalizado español a principios de este año, quiere permanecer en España.

Entre tantas historias de futbolistas que conmueven a la opinión pública, la de este jugador de 31 años es la más comentada. Por su vida, fuera de lo común, se ha ganado el respeto y cariño de miles de aficionados, de unos y otros equipos.

-¿Cómo fueron los inicios de `El Chengue` en el fútbol?

-Todo comenzó en un equipo llamado La Llama, en un barrio de Uruguay. El equipo se llamaba así porque quedaba detrás de un cuartelillo de bomberos.

-¿Cómo era usted de pequeño?

Hasta los 15 o 16 años, que pegué el estirón hasta 1,96, no era más alto que el resto. Futbolísticamente hablando, sigo pensando que de pequeño destacaba más que ahora. Uno de niño siempre cree que va a ser buen jugador.

-Proviene de una familia bastante humilde...

Éramos una familia con seis hermanos y sólo podía trabajar mi padre. Los ingresos no alcanzaban y siempre faltaba algo. El día a día era muy duro.

-¿Cómo nació ese sobrenombre de Chengue?

-De una ovejita negra que había en mi casa. Mi hermana pequeña no sabía decir `oveja chiquita` y decía `oveja chenguita`... un día pasé por detrás y me empezaron a llamar `Chenguita`, y de ahí pasó a `Chengue`. Mucha gente no sabe cómo me llamo de verdad.

-¿Tuvo que pedir a su primer equipo, Bella Vista, que le pagara los desplazamientos?

-Para jugar y entrenar tenía que recorrer 30 kilómetros y el dinero no llegaba. Por eso dejé de jugar. No podía pagar los desplazamientos y lo principal era comer.

-¿Fue una decisión difícil?

-Yo necesitaba entrenar, era lo que sentía. Quería jugar al fútbol pero no podía ser, había que optar por una cosa u otra, no eran compatibles. Así que me tuve que buscar la vida. Trabajé seis meses de albañil y cinco en una empresa frigorífica. En esa época tenía que buscarme la vida como fuese y había que salir a la calle a `pelear`... uno salía y hacía lo que podía.

-Tras tanta lucha llegó a un club grande de Uruguay...

-Nacional es uno de los mejores equipos... Es algo especial. Tuve la suerte de tener un entrenador que confió en mí desde el primer día y me apoyó. Cuando llegué no estaba para jugar, no estaba en el mismo nivel físico que mis compañeros, pero me dijo que me iba a poner en forma. Eso es de agradecer.

-Pero no fue un camino de rosas, lo digo por el incidente de un clásico Peñarol-Nacional...

-Los jugadores perdimos totalmente el control de lo que estaba pasando. Nos olvidamos de que estábamos ante 50.000 personas... pero, la gente alentaba la bronca. Era la primera vez en Uruguay que por un incidente los jugadores eran procesados. La verdad es que también me sirvió; aprendí lo que es estar privado de tu libertad.

-No ha sido la única vez que ha estado en prisión...

-Lo cierto es que la otra vez fue distinta. Fue un `garrón`, por ser buena gente, o por no ser un chivato, como dicen aquí. El tema, la discusión, no era conmigo, sin duda estaba en el lugar... pero no estaba metido... y me lo `comí` yo.

-Entonces, ¿cuál fue el problema?

-Yo tenía que decir quiénes estaban metidos en una bronca, los que habían sido, y yo no quise decir nada. La jueza decidió que si yo no decía los que estaban, me procesaba. Yo lo asumí, pero claro, como tenía antecedentes penales por lo del partido, la pena aumentó y estuve 27 días en prisión.

-Y todo por una noche de juerga, ¿aprendió algo?

-Aprendí qué supone ser una persona pública. Estás expuesto a muchísimas cosas. El día a día es más difícil de lo que parece, pero, principalmente, es muy difícil andar en la noche porque estás expuesto a muchas cosas.

-La cárcel ¿fue muy dura?

-Es difícil entrar en una cárcel a las cuatro de la mañana donde hay un centenar de tipos que no conoces. No sabes lo que han hecho y tienes que quedarte y hacerte un hueco. Es muy complicado y no se lo deseo a nadie, pero también sirve para pensar y analizar las cosas.

-¿Tenía privilegios?...

-Sí. En la cárcel de rehabilitación se trabajaba de ocho de la mañana a cinco de la tarde. El jefe de policía sabía que yo era futbolista y me dijo que en vez de trabajar me fuera a correr, a prepararme físicamente. Yo le dije que no, quería ser como los demás, me parecía una falta de respeto. Pero insistió y me dijo que yo iba a estar poco tiempo. Así que accedí, pero pasaban y pasaban los días y no salía nunca.

-¿Es verdad que cuando salió de la cárcel no tenía dinero para volver a casa?

-Así es. No tenía nada de dinero, ni teléfono. Me dieron la libertad y no tenía nada. Afortunadamente me encontré con un auto de control policial, le expliqué todo lo que me había pasado y le pedí que me dejara llamar. Muy amablemente me dejaron llamar a mi mujer... no podía creer que estuviera en la calle y me vino a buscar enseguida.

-¿Se puede sacar algo positivo de estas dos situaciones?

-Sí. Conocer a los amigos, los que estaban a mi alrededor en esos momentos; ver quiénes eran los que realmente me querían...

-¿Cómo lo llevó la familia?

-Fatal. Tenemos una niña a la que no sabíamos cómo explicarle, no sabíamos cómo decírselo. Me iba a ver a la cárcel y me decía `papi, ¿por qué tienes que quedarte aquí?`, y no sabíamos qué responder. La pobre no lo entendía, le decíamos que estaba concentrado, temas de trabajo... Fue muy difícil, una pesadilla.

-¿Cómo fue el reencuentro con su equipo?

-Llegué un viernes a entrenar. El técnico me dijo que me fuera a entrenar con el equipo de Tercera División... y claro, pensé que ya no volvía a jugar nunca más. El sábado volví a entrenar con el primer equipo y para mi sorpresa fui convocado a jugar el domingo. Fue una inyección de moral increíble.

-¿Qué tal el partido?

-Marqué dos goles en ese partido. Lo cierto es que me arrastraba por el campo. Imagine usted, de salir de la cárcel a jugar un partido. Al entrenador, Hugo de León, le estaré siempre muy agradecido.

-Hace cuatro años pasó de ser un muchacho pobre a un héroe nacional... después de anotar dos goles frente a Australia y clasificar a Uruguay para el Mundial 2002 en Corea-Japón...

-Vivía en un barrio muy humilde y, a partir de ese día, había 10 o 15 autos a la puerta de casa esperándome. Durante esa semana viví como una estrella de Hollywood.

-Esta vez Australia se tomó revancha... y Uruguay volvió a quedarse fuera de un Mundial.

-Fue muy, muy triste... Australia no merecía más que nosotros estar en Alemania. Nos ganaron por una lotería de penales. Así no puede definirse un cupo en un Mundial... es necesario un tercer partido, si hay paridad en los dos primeros.

-¿Cómo fue venir a España?

-Los primeros meses extrañé mucho... Entre que no jugaba, las costumbres diferentes y que estaba lejos, se hizo difícil. Pero a la vez ha sido positivo. Está claro que dar el salto y estar en el primer mundo merece la pena.

-Cuando llegó a Osasuna, le costó entrar en el equipo, ¿no?

-Cuando lo pasé mal y no jugaba, todos me apoyaron.

-¿No pensó en tirar la toalla?

-Para nada, y tuve opciones de salir. Mi representante me dijo que tenía ofertas, pero le dije que no, que yo por amor propio quería quedarme aquí. Tenía que dar la vuelta a esto y devolver algo de lo que me había dado... y la gente estaba conmigo.

-Batió un récord de Osasuna, el de número de goles marcados en partidos consecutivos...

-Los récords están para romperse y seguro que algún día lo romperán. Lo que me importa es que se me recuerde como una buena persona y un buen compañero. Lo bueno es que la gente diga: `Te acuerdas de aquel Chengue Morales, era un buen muchacho`.

-2006 fue su año para el olvido... Varias lesiones no le permitieron jugar en el Málaga. Y el equipo descendió. ¿Y ahora qué?

-No sé... Buscar otro equipo que confíe en mí. Yo estoy seguro de que 2006 fue una mala racha... En la próxima temporada tendré mi revancha.

-¿Le gustaría seguir en España?

-Por supuesto, hombre... Ya soy ciudadano español.

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