En 2019 y sin hacer mucho ruido,Sergio Leal (40) se retiró del fútbol jugando en Andorra. El riverense coronó una carrera que lo llevó a pasar desde Peñarola destinos remotos, como el fútbol de China. Incluso, consiguió títulos con los tres equipos del fútbol uruguayo en los que jugó: Danubio, Plaza Coloniay el aurinegro.
Hoy el exdelantero se dedica al mundo de los negocios y es propietario de su propio club: Pas de la Casa del fútbol andorrano. Leal llegó al pequeño país europeo, ubicado en los Pirineos entre España y Francia, junto a su esposa y tres hijos gracias a la recomendación de un amigo. “Alquilé un hotel por una semana y me quedé un año”, detalla a Ovación.
“Ya estaba por dejar el fútbol y ya había hablado con mi familia de radicarme acá en España, en Cambrils (Salou), acá al lado de Tarragona en Cataluña. Andorra queda a 150 kilómetros de acá y cuando dejé el fútbol profesional en Grecia, dije lo mío ya está, me vengo para Cambrils y me llamaron Edu Pepe y Seba Varela, con quien había jugado en Peñarol, para ir a Andorra”, revela. Allí se quedó.
Luego del retiro, precipitado por las constantes lesiones, llegó la oportunidad de adquirir un equipo pequeño y transformarlo.
“Con un amigo, Fabio, que es portugués-andorrano, tuvimos esa idea que a futuro íbamos a hacer algo. Se dio la oportunidad el año pasado de tomar un equipo y transformarlo. Estaba en Segunda División, bastante venido a menos. Lo hicimos crecer por suerte”, cuenta.
El exgoleador se tituló como gerente deportivo y hoy ejerce ese cargo en el Pas de la Casa, mientras que su socio es el capitán del equipo y juega. Además, tienen un tercer asociado que trabaja la parte de imagen y comunicación en redes.
“Tenemos una ilusión bárbara con este nuevo proyecto, nos entregamos al 100% y salió muy bien; ascendimos a Primera División y peleamos la Copa andorrana, que perdimos la semifinal. Salimos campeones de Segunda División, invictos en la primera experiencia de Sebastián Varela como entrenador”, señala.
A pesar de su rol en el equipo, Leal está instalado en el balneario Cambrils, cerca de Tarragona y a pocos kilómetros de Barcelona. “Al ser gerente deportivo del club, lo tengo ahí a 150 kilómetros. Yo ejerzo desde la distancia, pero voy seguido, una o dos veces al mes”, indica.
Y agrega: “Lo lindo de Andorra es que son pocos equipos, ahora serán 10 en Primera División y el campeón va a pre Champions, el segundo y tercero va a pre Conference League”.
Sobre la decisión de quedarse en España, el exfutbolista destaca que es porque vio una oportunidad de vida y negocios. “Cuando deje el fútbol era viejo para el deporte profesional pero muy joven para la vida. Con la idea de avanzar, quise quedarme porque en Salou donde hay dos parques temáticos, Port Aventura y Ferrari Land, que implica una población flotante más o menos de 10 u 11 millones de personas al año. Para los negocios es muy bueno”, explica.
Además del equipo andorrano, Leal tiene varios restaurantes en la zona. “Tenía unos amigos, mis antiguos socios en verdad, que tenían restaurantes. Me asocié con ellos para abrir uno como inversor y nos fue muy bien. Salió la oportunidad de comprar más y con otro socio lo hicimos. Ahora nos largamos por la nuestra: Nómade, se llama”, explicó.
Peñarol.
En 2001 un joven Sergio Leal fue ascendido al primer equipo del aurinegro. Había llegado desde Rivera a los 14 años y según recuerda, todo se dio muy rápido.
“De toda la vida fui de Peñarol, mi padre es hincha fanático y tiene 80 años, mi hermano es fanático tiene una bandera gigante de Peñarol en Rivera, ellos siempre tratan de ir y si va a Peñarol al interior son los primeros”, señala.
Pero su experiencia no fue la mejor. “A los 16 estaba en la selección jugando mundiales, a los 17 estaba debutando en el primero de Peñarol con (Pablo) Bengoechea que era mi ídolo, Lucho Romero, el Bola Lima, Popi Flores y un montón de cracks de Peñarol”, recuerda.
Lo que vino después le dejó un sabor amargo. “Estuve con Diego Aguirre, que me dijo: ‘Mirá, hay muchos jugadores. Por qué no te vas, hacé 10 goles y después el año que viene vas a ser el 9 Peñarol, yo te voy a pedir’. Y cumplió con su palabra”, remarca.
Y añade: “Me fui a Plaza, hice 15 goles y Juan Ramón Carrasco me citó a la selección mayor. Ahí me llama Peñarol, vuelvo siendo el nueve después del Preolímpico con la Sub 23 (2004), en muy buen nivel y haciendo goles”.
Sin embargo, al poco tiempo empezarían los problemas. “Uno de los capitanes que estaba ahí en ese momento, que usaba la 18 (en referencia a Gabriel Cedrés, actual secretario técnico), tenía un problema con los juveniles y aunque tenía todo para salir bien y estaba todo muy bien, de un momento para otro pasé a de jugar, hacer goles y ser figura, a alternar, no jugar y todo esto. Después la gente se pone incómoda, se empieza a calentar, a decir cosas y la verdad no sabía la raíz de los problemas, ¿no? Me terminé yendo de Peñarol por algo extrafutbolístico de un líder negativo que teníamos en el 2004 que era el capitán”, enfatiza.
El recuerdo le sabe amargo hasta hoy. “Claro que me hubiese gustado volver siendo de la casa. No sentía la presión, lo manejaba bien. Después empezaron a pasar las cosas. Hoy, con otra edad, entiendo que tal vez fue mi error. Mi carrera la pasé solo, no podía hablar con nadie y eso es muy duro. Hoy creo que han cambiado las cosas y los jugadores tienen desde jóvenes asesores o psicólogos, reflexiona.
Campeón.
En Uruguay pasó por dos equipos chicos: Plaza Colonia y Danubio. La primera vez que llegó al franjeado fue proveniente de Argentina y lo que encontró lo sorprendió. “Conocí a Danubio en la interna y me hice hincha de Danubio, hoy soy hincha Danubio. Me sentí como en casa desde el primer minuto”, dice.
Con el equipo de la Curva pudo cosechar títulos. “En la segunda oportunidad que vuelvo Danubio también salimos campeones con Leo Ramos y también me fue muy bien, entonces eso ayuda a que viste a que tanto la hinchada te quiere como tú quieras el club”, destaca.
A Plaza Colonia llegó por primera vez en 2003 y anotó 15 goles en seis meses. Su regreso en 2015 estuvo marcado por conseguir el Clausura. “El último pasaje por Plaza fue totalmente diferente. Veía el retiro a corto plazo. Mi cuñado que me decía que Plaza tenía un equipazo, todos gurises que jugaban muy bien. Me hablaba de Nicolás Dibble, Kevin Dawson, Matías Caseras y cuando fui y comencé a convivir y jugar con ellos, la verdad es que no podía creer el equipo que tenían. Además, Eduardo Espinel, el entrenador, había sido compañero mío en el equipo en la otra época, gran persona. Un motivador nato. Era como una familia, todos los jugadores convencidos y luchando por esa ideología. Salimos campeones inesperadamente, le ganamos a Peñarol en el Campeón del Siglo y mirá cómo son las vueltas de la vida”, concluye.
Su carrera lo llevó a vivir en Perú, Argentina, Colombia, China, Grecia y Andorra. “Con mi familia fuimos muy nómadas. De eso encontrás pros y contras, obviamente. De todos los países me llevo cosas muy gratas”, indica. Hoy, España es su país elegido: “Se vive muy bien, es un gran país y se habla español, algo que es muy importante”, remarca.
Grecia es un país que guarda un lugar especial en su corazón, donde estudió y aprendió el idioma. ”Me encantó la gente. Entré mucho en la cultura del griego, me invitaban a su casa a hacer asado, cordero y todo esto me me gustó mucho”, asegura.
También se sintió muy bien en Perú y Argentina: “Por más que jugué un año en Perú, me sentí siempre en casa. En Argentina era como estar en Uruguay pero al lado”, dice. El exdelantero, además, tuvo un breve pasaje por el fútbol de Colombia donde se encontró muy bien en Deportivo Cali.
China también le gustó aunque confiesa que en los primeros días no podía comer nada porque no toleraba el picante de la comida: “Experimenté una cultura diferente que me encantó. La verdad me hubiese gustado quedarme, pero por diferentes situaciones no se dieron”, cuenta sobre su pasaje por el fútbol del país asiático en el año 2014.