La supercomputadora de Mauricio Larriera que no es tal

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Daniel Rosa
Darwin Borrelli

DE VOLEA

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Planteemos una situación: usted presenta un currículum, lo contrata una empresa y va a trabajar. Le dicen que lo eligieron por su proyecto a fin de reemplazar a una persona que no cumplió con las metas que se habían trazado. Le explican que le dieron una supercomputadora pero que sospechan que se pasaba todo el día en las redes sociales.

Ese primer día usted se instala, se presenta y empieza a trabajar. Efectivamente, la supercomputadora lo cautiva, pero usted no logra la meta. ‘Es lógico —piensa usted—, recién estoy conociendo todo’. A la semana ya se da cuenta que la cosa no es tan sencilla. La súper PC es de diseño futurista por fuera, pero por dentro los componentes no son tan buenos. Son más bien lentos, no tan aggiornados a las aplicaciones que usted debe usar para conseguir las metas que le trazó su jefe, que empieza a presionarlo.

Pasados 45 días y ante la falta de resultados, lo llama el jefe a la oficina y le dice que algo debe cambiar o si no se va a tener que ir. Entonces usted se defiende: ‘Mire, la supercomputadora que usted me prometió no es tal. Para lograr las metas que usted me pide necesito otra que se adecue a mi proyecto. Si usted me trae lo que preciso y en un plazo lógico no hay resultados, entonces sí evalúe qué hacer conmigo’. El jefe decidirá si le da tiempo primero y las herramientas luego o si lo cambia por otro funcionario, algo esto último que usted, seguramente, consideraría injusto.

Ahora traspolemos la situación a Peñarol: es lo que le pasa a Mauricio Larriera. Por eso, usted hincha aurinegro, debe tener la paciencia que le gustaría que le tuvieran en su nuevo trabajo. Antes de dar un juicio definitivo, espere al menos a que al técnico le traigan la PC que precisa.

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