Su amor por Nacional es innegable. Tiene 36 años de vida y la misma cantidad como socia del club. Es hija de dos padres que construyeron su historia de amor abrazados a tres colores y que coincidieron tanto en el fútbol como en el básquetbol. Allí se gestó el gen de Tatiana Villaverde.
Es una de las hinchas que en 2008 peleó por fundar lo que hoy se conoce como Mayo Tricolor, en una época en la que “no había un mango”. Hasta que un buen día el tiempo premió su dedicación y esfuerzo y José Decurnex decidió reconocerla: le ofreció que fuera su compañera de fórmula como candidata a vicepresidenta del oficialismo.
Ya adentrada en la campaña electoral, la dirigente (36) se perfila para ocupar un rol clave en caso de que la actual gestión resulte victoriosa en las elecciones del próximo diciembre. “La idea es dejar el voluntariado y empezar a trabajar de manera formal en el club”, anticipa.
De lo contrario, seguirá atada a sus proyectos personales -que hoy la tienen dedicando gran parte de su tiempo a un posgrado en comunicación política- y continuará aportando a la institución desde otro lugar, ya sea con su buena voluntad (para las acciones sociales que la requieran) o desde la tribuna.
Decurnex -que en la elección de 2018 bajó a Ignacio Sienra de la candidatura a la vicepresidencia luego de que publicara una polémica columna de opinión política en El País- se inclinó, en este caso, por una mujer cercana a los hinchas, a la que definió como una persona con “muchísima capacidad” y que “conoce profundamente” la interna del club y los diferentes estamentos.
Uno de los argumentos expuestos por algunas de las voces oficialistas marca que se trata de una “fórmula disruptiva” y, a juzgar únicamente por la composición de las otras dos duplas (Ricardo Vairo-Flavio Perchman y Javier Gomensoro-Eduardo Ache), en términos de paridad, efectivamente, cumple con esa condición.
Villaverde, de hecho, fue la única mujer presente en una fotografía que se sacaron en mayo los integrantes de la directiva durante la Gala Gigante que organizó Nacional. Sobresalía con su vestido rojo y una pulsera blanca por sobre un grupo de 11 hombres, de traje y corbata, que posaron aquella noche sobre la alfombra roja de la Sociedad Criolla Elías Regules.
Sus inicios colaborando con Nacional
El espíritu de “colaborar con las obras” del Gran Parque Central fue lo que motivó que se adentrara de lleno en lo que entonces se llamaba Comisión de Actividades, cuando Ricardo Alarcón era el presidente.
Antes había participado de otras acciones relacionadas a la hinchada y al poco tiempo formó parte de la creación del Colectivo 7411 -del que luego se desligó-, con el que colaboró para la realización de la bandera gigante (2013).
En 2008, junto a una masa de fanáticos, pidió bonos de colaboración y llevó adelante un evento único, que fue bautizado como Mayo Tricolor y que hasta el día de hoy se conoce como tal. Tenía como cometido abrir las puertas del estadio y ofrecer una jornada dedicada a los hinchas, que en Uruguay “nunca se había hecho” y hasta les daba la posibilidad de jugar un partido amistoso en la cancha donde jugaban sus ídolos. El actual presidente de la República, Luis Lacalle Pou, llegó a prenderse en uno de los picados.
“Fue la primera vez que la hinchada se organizó para festejar el cumpleaños del club de forma masiva y hacer un montón de actividades originales”, recuerda Villaverde.
Hoy, la idea se mantiene y además adoptó la forma de paseo semanal. A la grilla habitual de Nacional se le sumó desde hace unos meses el Paseo del Parque, que es una propuesta que permite conocer a fondo los lugares más recónditos del estadio.
Su protagonismo, poco a poco, fue creciendo a gran escala hasta que en 2015 se convirtió en dirigente de las divisiones formativas y también profundizó su relación de amistad con Bari Monzeglio, uno de sus principales compinches tricolores: “Empezamos a coincidir cuando yo quedé como presidente de formativas. Ella era miembro de la comisión. Ya hacía muchos años que estaba en el Colectivo 7411 y había sido una de las fundadoras del Mayo Tricolor”.
Y eso no es todo: “Unimos las agrupaciones y trabajamos en conjunto. Cada vez que vamos al exterior, por ejemplo, ella habla directamente con el jefe de la Policía Federal y está un mes coordinando los horarios en los que salen nuestros ómnibus, los que llegan, cómo va a ser el traslado a la cancha y 200 cosas más. Ella se encarga de todo y siempre ha estado muy cerca de la gente. Es la persona que todos reconocemos en el club con más capacidad de trabajo”.
Además del don voluntarioso, Villaverde deja la faceta de hincha al descubierto cuando recorre su historial de viajes y en la primera casilla aparecen más de 40 al exterior, entre los que se destacan dos de más de 48 horas en ómnibus a Bolivia.
“En la primera ida puse 52 horas y a la segunda mi marido me dijo ‘yo no voy, andá vos sola porque esta locura ya no la hago’, y me fui también. Ahí pusimos 48 horas. Empecé a viajar en 2008 y los precios de los vuelos no eran los que son ahora. Me gusta todo el ambiente del viaje y compartir con otros hinchas. Tengo más de 40 viajes al exterior con Nacional y la mayoría fueron en ómnibus”.
Villaverde no falta hace años a un partido. Dice que por eso ya nadie le pregunta “¿vas a ir a la cancha hoy?”. Su grado de fanatismo atraviesa los acontecimientos familiares y eso no le ha escapado ni a su propia madre. “No concibo no ir a un partido. Dejo cualquier cosa por ver a Nacional. He faltado a cumpleaños de mi madre, padre, marido. Por Nacional hago cualquier cosa y dejo de lado lo que sea”.
De la “generación que se levantaba los fines de semana a las siete de la mañana para ver a Luis Suárez en Inglaterra”, es una acérrima defensora del Pistolero, a quien conoció en 2022 y tuvo el gusto de sacarse una foto. Lo disfrutó en Los Céspedes y también gritó sus goles desde un palco, que está ubicado en el rincón de la Atilio García contra la Abdón Porte, y hace años lo aprecia como una segunda casa.
Se recibió de Licenciada en Comunicación (Universidad Católica) en agosto de 2023, está cursando un máster en marketing y hasta fin de año estará cursando un posgrado en la Universidad de Montevideo. Es umpire (jueza de tenis), arbitró a Juan Martín Del Potro en el Uruguay Open y se desempeña como directora de la tienda de indumentaria De Zurda -que artículos deportivos de todo tipo, pero solo indumentaria de Nacional-. “Soy enferma”, se justifica.
Además, fue auxiliar contable, hizo gerencia deportiva y se presenta como propietaria de la Central Auto Spa (taller de estética automotriz) en su perfil de Linkedin. Madre de una niña de cinco años llamada Josefina, está casada con Maximiliano desde una década. A menos de un mes de nacida, ya habían llevado a la pequeña a su primer partido.
Tatiana Villaverde es responsable de la secretaría social de Nacional y se convirtió en la segunda mujer en la historia del club en alcanzar una distinción en la directiva (tras María Laura Muxi). Va por más de la mano de José Decurnex y sostiene: “El sueño de cualquier persona que está acá es ganar algo a nivel internacional con Nacional. Ese es mi mayor sueño. Le he dedicado mi vida a Nacional y esa es la parte que me gustaría que se me valore”.
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