Todos los días Toto se levanta de la cama en el cuarto de su casa de Minas, se mide la presión y toma los medicamentos que le recetaron los médicos. Todos los días se levanta gracias a un amigo y a que “tuvo un poco de suerte”. Se levanta porque ese día estaba durmiendo y como las pulsaciones eran bajas, la arritmia que sufrió el 11 de setiembre lo dejó continuar con su vida. “Me desperté alteradísimo. Como cuando te dan un susto, pero constante. Te falta el aire. Te aprieta el pecho. Tenés chuchos de frío. Te mareás”, recuerda.
Toto y el Topo lograron recorrer la distancia entre su casa en Ciudad de la Costa (a la altura del Geant) y el Clínicas en 15 minutos, eso sí, saltándose todos los semáforos en rojo. Eran poco más de las 3:50 de la madrugada cuando arribaron a la emergencia. Apenas llegar, un síncope, mareos y vómitos se apoderaron de Diego Lezcano.
Casi todos lo conocen por Toto, en Minas y en Wanderers, equipo que le abrió las puertas de las juveniles este año y que le permitió vestir la Celeste.
Él está a la espera de que le den fecha para la ablación cardíaca, un tratamiento que se utiliza para prevenir los latidos irregulares del corazón (conocidos como arritmias). Pero para eso necesita un producto muy demandado en Uruguay. “Se introduce un aparato para ver el corazón en 3D, encontrar dónde está la arritmia y cauterizar la zona”, explica Toto, quien aguarda por la intervención que dura unas cuatro horas y cuesta alrededor de US$ 12.000, y sorprende, en toda la entrevista, con un rico vocabulario médico.
“Ya me armé mi rutina, ya sé el nombre de los medicamentos... Tenía control del desfibrilador el 23 de diciembre, para que me dieran el alta y así hacer vida normal dentro de lo posible, porque ya hace tres meses que lo tengo, pero me adelanté unos días porque me había descompuesto y me mandaron para Montevideo”, explica.
Desde el primer episodio Diego ha tenido dos nuevas arritmias y empieza a conocer los síntomas: “Tenés el corazón a mil”.
“El martes me sentí mal, sentía lo mismo que cuando me daba una arritmia. Pero el aparato no llegó a desfibrilar porque yo me di cuenta enseguida, porque son como 340 voltios más o menos, y te retumba todo. La vez que me desfibriló, fue horrible”, expresa.
“Tengo un video de cuando me desperté con la arritmia a las tres y media de la mañana, que en ese entonces no sabía ni lo que era, y se ve como latía por debajo de la remera. Me senté a ver si se me pasaba, pero yo estaba durmiendo y mi amigo me salvó la vida, porque si no me atendía… ¿Quién te puede atender el teléfono a las tres y media de la mañana?”.
Al Topo lo conoció cuando vivía en una casita en la que había varios futbolistas de su representante. “Era el padrino de todos. Nos llevaba a entrenar, vivía con nosotros, pero justo una semana antes de que me pase lo que me pasó, él se había ido de la casa porque estaba cansado de muchas cosas. Pero estaba siempre para nosotros”, comenta Lezcano, que no quiso llamar a sus padres en el momento del episodio para que no se preocupara, porque “se iban a volver locos en Minas”.
Cuando llegó al hospital lo desfibrilaron tres veces, consecuencia de que ya había perdido el pulso. “Me sedaron y me dieron tres choques, por tres días estuve inconsciente”. Fueron nueve días en CTI y casi dos semanas en cardiología, de hecho, cumplió los 21 en el hospital, y ya el 27 de setiembre le implantaron el defibrilador.
Tenía las pulsaciones cerca de 70 y si hubiese estado jugando, las tenía a 120, y se iban de ahí para arriba, y me podría haber pasado, por poner un ejemplo muy feo, lo que le pasó a Juan
“Los médicos me dijeron que el corazón se venía lastimando desde hace un año y medio, que solo me funcionaba un 15%. Se me fueron generando cicatrices, pero yo nunca había sentido nada”, confiesa Diego, que sabe que un ecocardio podría haberle advertido esto, y continúa: “Y que dijera gracias a Dios, que no estaba jugando al fútbol, porque si no era muy difícil que la cuente. Tenía las pulsaciones cerca de 70 y si hubiese estado jugando, las tenía a 120, y se iban de ahí para arriba, y me podría haber pasado, por poner un ejemplo muy feo, lo que le pasó a Juan (Izquierdo)”.
Diego se acuerda de ese día, de ver los videos de cómo se desplomó su colega. Y agradece haber estado durmiendo, así como el poder haber salido “sin problemas neuronales” del episodio. “Dentro de todo lo malo, tuve un poco de suerte”.
Sus padres y hermanos, una hermana mayor y uno más pequeño, son claves en este proceso que atraviesan como familia. Wanderers ha estado muy presente e incluso se hará cargo de una parte de la operación y Diego recibió el apoyo de figuras del fútbol como Luis Suárez, que le envió un video, Maxi Araújo, que se comunicó a través de su padre, Maxi Olivera, que fue a visitarlo al hospital. Tony Pacheco, Diego Riolfo y el presidente de la Mutual, Diego Scotti, son otros de los tantos que se preocuparon por la situación de Toto.
Fuerza Diego 💙
— Fede Valverde (@fedeevalverde) September 14, 2024
En los últimos años ha habido varios casos de futbolistas a los que les han implantado desfibriladores tras sufrir arritmias y algunos han podido continuar sus carreras. Entre ellos el danés Christian Eriksen, que se desplomó en el campo jugando para Dinamarca por la Eurocopa en 2021 y hoy juega en el Manchester United, o el italiano Edoardo Bove, quien se desvaneció en el campo días atrás jugando para la Fiorentina, pero ya fue dado de alta. Otro antecedente es el del Kun Agüero, que no volvió a jugar de manera profesional. El argentino no llegó a desmayarse, pero si notó un fuerte dolor en le pecho mientras disputaba un partido con Barcelona en 2021.
Toto evalúa si continuar viviendo en Minas con su familia o trasladarse a Montevideo por una cuestión de cercanía con los médicos, pero por el momento solo busca mejorar su calidad de vida con la ablación y también está en la prelista para un trasplante de corazón. Al ser joven y sano, tendrá prioridad.
Quiero estar bien, no nervioso; hasta que no me opere vivo con el miedo de que me puede volver a pasar en cualquier momento
Sabe que no volverá a jugar profesionalmente, pero es algo que ha ido asumiendo y que no está en discusión. “Es un sueño que tenía de chiquito, pero si me das la opción de volver a jugar y no estar tan bien o poder tener una vida tranquila, elijo la segunda”.
Colectivo Abitab en pesos y dólares: N° 141985.
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