Menos de 30 segundos y la primera amarilla ya había salido al aire. Bruno Sacarelo le mostró la tarjeta a Diego Polenta y quedó claro que, como ocurre en los clásicos de verano, de amistoso solo iba a tener la presentación.

Para los hinchas es un clásico como cualquier otro y para los jugadores también, con el agregado de que pueden tomarse alguna licencia por no haber sanciones que los dejen afuera de partidos, más allá del mismo que se está jugando.

Como era de esperarse hubo un apuntado: Ruben Bentancourt. Al delantero con pasado en Peñarol y presente en Nacional se le recordó en más de una ocasión su pasaje por el aurinegro y sobre todo lo hicieron los hinchas con la silbatina que bajó de las tribunas cada vez que tocó la pelota o cuando fue sustituido.

Eso sí, entre los jugadores también hubo mucho roce y uno de los primeros fue Maximiliano Olivera con quien discutió el salteño provocando uno de los tantos tumultos que se iban a registrar en la noche del Estadio Centenario.

Pocos minutos habían pasado del anterior cruce cuando se dio uno nuevo, esta vez con el arquero Guillermo de Amores. El guardameta saltó con el delantero a buscar una pelota, entendió que lo chocó e inmediatamente los empujones y las discusiones en los que Gonzalo Carneiro, cerca de la escena, salió en defensa.

Foto: Estefanía Leal.

No pasaron muchos minutos cuando esta vez fue Byron Castillo quien le cometió una falta que generó un nuevo racimo de futbolistas, empujones, discusiones y diálogo entre el árbitro y los futbolistas de ambos equipos.

Con esa tónica se fueron los primeros 45 minutos, no sin antes que otro futbolista sea silbado, pero esta vez por la otra tribuna: la tricolor. En esta ocasión, como ya había ocurrido en otros encuentros, fue Leo Coelho quien recibió el abucheo de la parcialidad alba.

Foto: Estefanía Leal.

Pero en el complemento no fue muy distinto, con la diferencia que esta vez los tumultos fueron alrededor del árbitro y en más de una ocasión por jugadas muy discutidas por los protagonistas de ambos lados.

Primero fue el turno de los jugadores de Peñarol. Cuando Gonzalo Carneiro ya tenía amarilla, el delantero fue en busca de una pelota, chocó con Ignacio Sosa y todos los aurinegros pidieron falta, segunda amarilla y expulsión para el atacante, pero Sacarelo desestimó. De hecho, hasta los suplentes de Diego Aguirre saltaron del banco a reclamar, al punto que Washington Aguerre, que llegó al sector del cuarto árbitro, fue amonestado.

Del lado tricolor, las protestas tampoco iban a faltar y al igual que las aurinegras fueron por lo que consideraban una expulsión. Byron Castillo, amonestado en la primera parte, llegó tarde a una pelota sobre la banda derecha, le cometió infracción a Emiliano Velázquez y todo Nacional pidió la segunda tarjeta para el ecuatoriano, incluso se vio muy molesto a Álvaro Recoba, pero el árbitro volvió a desestimar. Cobró falta, pero sin más sanción.

La última protesta de la noche fue la única a la que “hizo caso” el árbitro. Y es que Lucas Hernández fue con la pierna arriba a buscar la pelota, golpeó en la cabeza a Leandro Lozano y a pesar de que le había mostrado la amarilla, el VAR rectificó su decisión y se fue expulsado haciendo que Peñarol juegue los últimos 10 minutos con un hombre menos.

Foto: Estefanía Leal.

Sobre el final, la jugada que paralizó a más de un hincha. Los de Nacional porque podía significar un penal en contra y los de Peñarol porque a pesar de que el árbitro había sancionado penal, el VAR podía cambiar la decisión.

Tal vez fue la polémica que menos se discutió porque ambos equipos lo dejaron en manos de los árbitros. Sacarelo indicó que la jugada ya no valía porque había posición adelantada de Nahuel Acosta antes de un posible penal de Luis Mejía y por eso el encuentro se iba a ir con empate a uno.

Fútbol no faltó, pero sí sobró la protesta y en grandes cantidades. El próximo martes se volverán a ver las caras con el augurio de que se hable menos y los futbolistas muestren lo que tienen para dar dentro de la cancha.