SILVIA PÉREZ
Los restos de Juan Joya Cordero recibieron sepultura ayer a las 14.00 horas de Perú, en el cementerio Parque del Recuerdo ubicado en Lurín, a unos 60 kilómetros de la capital peruana. El plantel completo de Alianza Lima, equipo donde Joya comenzó su carrera, se hizo presente en el entierro junto a su entrenador Gerardo Pelusso. De alguna manera, los uruguayos estuvieron representados en el último adiós al goleador peruano.
Anteriormente, había sido velado en el distrito de San Miguel, donde pasó los últimos años de su vida. Allí, a 30 kilómetros del centro de Lima, recibió el último saludo de los lugareños, muchos de los cuales recibieron sus enseñanzas futbolísticas en el club deportivo barrial que llevaba su nombre. Joya siguió siempre vinculado al fútbol y cumplía funciones en el club enseñando a jóvenes y niños.
El ex jugador, que brilló en Peñarol como puntero izquierdo, técnico y goleador, había nacido en Lima el 23 de febrero de 1935.
Surgió en Alianza Lima y se destacó luego en la selección peruana en la Copa América de 1959. Luego pasó a River Plate de Argentina, donde prácticamente no jugó, y el entonces dirigente aurinegro Washington Cataldi se interesó en su concurso. En 1961 llegó a Peñarol donde cumplió una gran campaña. Fue campeón uruguayo en los años 1961, 62, 64, 65, 67 y 68, de la Copa Libertadores de América y de la Copa Intercontinental en 1961 y 1966, y de la Supercopa en el 1969.
Joya deja tres hijos: Juan Martín, Sonia y Cristina, y cuatro nietos: Beatriz de 16 años, Juan Marcelo de 12, Luis Antonio de 11 y Lucía Belén de seis. Juan Marcelo es zurdo como su abuelo, sigue sus pasos y aprendió mucho de los consejos que le daba cada vez que visitaba Uruguay.
Juan Joya sufría de un cáncer gástrico. Fue operado en septiembre pasado, pero dos meses más tarde volvió a complicarse.
Abbadie: "Era de mi familia"
"Siempre he tenido dos familias, la de sangre y la del corazón formada por mis compañeros de Peñarol. Joya pertenecía a esa otra familia. Era un excelente jugador, pero también un hombre de bien, un caballero y un gran amigo. `Julio ven, arrímate a mí`, me decía, aunque yo jugaba por derecha y él por izquierda".
Goncalvez: "Un agradecido"
"Era un gran agradecido a Uruguay. Cuando llegó vino muy cascoteado de River argentino y como Uruguay era tan cerca pensó que éramos lo mismo. Estaba muy triste y no hablaba con nadie. Pero cuando se dio cuenta que el uruguayo era distinto y se abría al extranjero cambió y se convirtió en el fenómeno que fue después".
"Lito" Silva: "Un fenómeno"
"El mejor partido que le vi fue un amistoso que jugamos con el Atlético en Madrid. Se lastimó Spencer en el primer tiempo y en el segundo nos echaron a uno. Quedó sólo arriba y se la tirábamos de todos lados para que se arreglara como pudiera. El lateral, que era de la selección española se le colgó y él igual hizo 2 goles. Un fenómeno".
Ubiña: "Más que un rival"
"Más que un rival para mí fue un gran amigo. Adentro de la cancha no nos conocíamos, pero afuera teníamos una gran amistad. Siempre estaba haciendo bromas . Me acuerdo una vez en un clásico me dijo: `si te pego, no te enojes que yo mismo te ayudo a levantarte`. Jugaba muy bien, pero además era fuerte y duro. Eso sí, siempre leal".
Forlán: "Era un hombre bueno"
"Joya fue de los mejores jugadores que pude ver y por suerte no lo tuve como rival sino como compañero. Tenía la virtud de ser puntero izquierdo y manejar muy bien la derecha. Era un hombre muy bueno, con esa manera de ser siempre tranquila y sin apuro. Aunque cuando se enojaba era muy bravo; eso sí, era difícil hacerlo enojar".
Caetano: "Sólo los recuerdos"
"Apenas nos recuperamos de lo de Alberto (Spencer) y ahora sufrimos este otro golpe. Nos están quedando sólo los buenos recuerdos. Joya era un hombre sensacional. Parecía muy serio y hosco, pero tenía un gran sentido del humor. En esas épocas vivíamos más concentrados que en nuestra casa y compartíamos una cantidad de cosas juntos".
E. González: "Un hermano"
"Éramos más que amigos, con Joya éramos como hermanos. Siempre me decía que yo había sido el primero en hablarle cuando llegó a Peñarol y el primero en considerarlo amigo. Era una persona extraordinaria y un compañero muy especial. Y como jugador había que sacarse el sombrero. Tenía cosas excepcionales".