ELIMINATORIAS
Tabárez sacrifica marca por buen pie, pero la selección no contiene ni genera y por eso sumó un punto de nueve que la bajó del tercer al quinto lugar.
Y ahí está Uruguay, en su hábitat cuasi natural: el quinto puesto de la tabla de las Eliminatorias, ese que da la posibilidad de llegar a la Copa del Mundo a través del repechaje, como ocurrió en 2010 y en 2014. La nueva dolorosa derrota, esta vez ante Brasil (4-1), y el empate de Colombia con Ecuador fue el detonante de esto, pero no la única razón. La principal razón de que la Celeste haya caído desde el tercer puesto en que inició la triple fecha hasta el quinto es que no tiene juego.
Lo preocupante del caso es que ya van 12 partidos por Eliminatorias —a los que se les debe sumar los cuatro de la Copa América— y no hay reacción. El único juego que se puede rescatar de todos estos es el del triunfo 3-0 sobre Colombia en Barranquilla.
¿Cuál es la explicación? Porque Uruguay, salvo en los casos de Matías Viña y Nicolás De la Cruz, no está en proceso de renovación. Lo que ocurre básicamente es que la selección de Sudáfrica 2010 y la Copa América 2011 ya caducó o bien los que quedan ya no son lo mismo. Y dentro de este último grupo hay que incluir al técnico Óscar Tabárez.
Fernando Muslera y Luis Suárez son los que mejor disimulan el paso del tiempo. El arquero fue fundamental para que la Celeste no recibiera una goleada humillante primero ante Argentina y luego ante Brasil. Y el Pistolero hace lo que puede para generar peligro con las pocas pelotas que le quedan. Tanto que anotó el gol del descuento con un tiro libre. Fue su quinto en la Eliminatoria y todos de pelota quieta, aunque los cuatro anteriores fueron de penal.
¿A qué juega Uruguay?
Es una buena pregunta para el técnico. Es loable la idea de jugar con mediocampistas de buena técnica, pero no en todos los partidos. Ya había quedado claro ante Argentina, pero fue otra lección que no se aprendió.
La lógica es que si se ponen futbolistas de buen pie y se sacrifica algo de marca, al menos se hagan buenos pases y se tenga la pelota. No pasó. Entonces, el planteo no está dando resultados y Uruguay se presta para recibir palizas futbolísticas como la de Buenos Aires y la de Manaos.
Ante Brasil se podía pensar en dos líneas de cuatro (como las que utilizó Tabárez), pero con otros nombres. Por ejemplo: Giovanni González como lateral derecho y Nahitan Nández abierto en el medio. Solo jugó este último marcando la banda y se comió el baile de su vida ante la velocidad rival, tanto física como en la rotación del balón.
También parecía lógico que jugara Lucas Torreira, sobre todo porque (excepto Rodrigo Bentancur, suspendido ante Argentina) el medio venía con un gran desgaste. Pero no. Tabárez insistió con una fórmula futbolística que no funciona, con el agravante de haber utilizado otra vez a Federico Valverde por izquierda, donde está probado y comprobado que baja mucho su rendimiento.
Para peor, Nicolás De la Cruz había sido el mejor jugador celeste porque se mostraba, la pedía, encaraba, sacaba faltas y colaboraba en la marca y ¡lo sacó en el entretiempo! Lo mismo había hecho con Suárez ante Colombia.
Entonces, son muchos errores juntos y el equipo queda expuesto al “ooole, ooole...” que le entonaron argentinos primero y brasileños luego.
Lo preocupante es que en el horizonte no se vislumbra cielos claros. Todo lo contrario. Para noviembre los rivales serán Argentina en el Campeón del Siglo y la crecida Bolivia en La Paz.
Uruguay no juega bien, no parece tener plan B para mejorar, le cuesta anotar, le cuesta sumar, le anotan con facilidad (en los últimos dos partidos tomó siete goles) y, por ende, transita un camino que no es el más directo para llegar a Catar. En noviembre se puede estar todavía más abajo.
¿Es hora de pensar en cambiar a Tabárez?
Se puede estar de acuerdo o no con Óscar Tabárez, su modelo de conducción y el proceso de selección que implementó desde su llegada en 2006. Se puede también discutir si su gestión ha sido exitosa o no, porque están quienes sostienen que clasificar a tres mundiales consecutivos, ser cuarto en uno, quinto en otro y haber ganado una Copa América es un gran mérito; pero también están quienes consideran que, con el nivel de futbolistas que manejó a lo largo de estos años, debió haber ganado más. Sin embargo, lo que no se puede obviar es el disconformismo generalizado que hay hoy con el entrenador celeste. Alcanza con leer las redes sociales para concluir con que son más los que reclaman la salida de Tabárez que quienes lo respaldan. La cuestión es qué hará el Consejo Ejecutivo de la AUF, el único que tiene las potestades para decidir el futuro del técnico. Por el momento hay cautela. No hay nada que haga pensar en que el entrenador esté en la cuerda floja, pero la situación se empieza a mirar con preocupación.