Terminó y la sensación fue extraña, porque el partido estuvo marcado por rachas. Colombia y Uruguay empataron 2-2 en un encuentro cambiante e intenso en Barranquilla, donde como era previsible el calor y la humedad tuvieron un rol protagónico.
Esa sensación del final estuvo marcada por la sonrisa de robar un punto en tiempo de adición cuando la derrota estaba casi consumada, pero la preocupación de que Uruguay sufrió en el segundo tiempo, donde Colombia tuvo varias situaciones claras de gol para estirar la diferencia que ya tenía a su favor.
Todos arriba
Si hay algo que Uruguay ya mostró en los tres primeros partidos de las Eliminatorias es que de la mano de Marcelo Bielsa se siente cómodo yendo al ataque, independientemente del adversario y del lugar donde se juega el partido.
Uruguay fue superior en el primer tiempo y fue el equipo que tuvo las chances más claras, pero Colombia fue el que hizo el gol.
Un mano a mano de Darwin Núñez (en la jugada que termina con la amarilla del arquero Camilo Vargas), otro de Brian Rodríguez que ataja el guardameta (entraba Nico De la Cruz solo por el medio) y un tiro limpio de Fede Valverde fueron solo tres de las situaciones de gol más claras de Uruguay en la primera media, donde fue más profundo que Colombia aunque los extremos elegidos no tuvieron una buena tarde.
Por contrapartida, Manuel Ugarte sufrió el partido desde todo punto de vista. Desde que le dejó el gol servido a Mateus Uribe cuando se la pasó sin querer, hasta que fue sustituido, el volante del PSG acusó el ritmo que tuvo el juego y pareció que nunca encontró la frecuencia exacta para acomodarse.
Otra vez James Rodríguez -el mejor exponente de la cancha-sacó a relucir su jerarquía en un partido contra Uruguay, como en el Mundial de Brasil 2014. Acomodó con la derecha, definió con la zurda y a cobrar (35’).
Valverde fue creciendo en el trámite y, pese a que falló en algunas entregas, De la Cruz se postulaba para ser su socio. Ya en el final, Santiago Mele le sacó el gol a Rafael Santos Borré, en una pelota importante por el momento del partido.
El corazón en la boca
El complemento empezó de la mejor manera con el gol de cabeza de Mathías Olivera a la salida de un córner ejecutado por De la Cruz. Pero Uribe hizo el 2-1 poco después y a remar otra vez (hubo una mano previa de James que el árbitro y el VAR desestimaron). “Si hubiéramos estado más tiempo con el envión del empate, la historia seguramente hubiera sido otra”, remarcó Bielsa luego. Es que a partir de ahí fue el peor momento de Uruguay. El DT sacó a Nahitan Nández (de buen primer tiempo, pero ya muy cansado) y los cafeteros entraron como quisieron por la izquierda de su ataque, ante la falta de un lateral, porque la línea de tres no funcionó.
Dos pelotas en los palos y un mano a mano insólito que marró Luis Díaz dejaron el encuentro abierto, cuando el mediocampo ya casi no existía. El ingreso de Matías Vecino fue determinante. La experiencia y el orden del 5, más su calma para jugar, ayudaron a ordenar las piezas. A su vez, Maxi Araújo le dio al equipo la explosión que le había faltado a la Celeste en la ofensiva y las mini sociedades empezaron a asomar en el Metropolitano, cuando el sol comenzó a menguar en su intensidad.
Darwin le metió una pelota precisa a Araújo, Vargas lo bajó en el área: penal y roja para el golero. El 9 Celeste le pidió la pelota a De la Cruz y la metió en el ángulo, como alguna vez lo hizo Diego Forlán en Quito.
Con los vaivenes del juego, el resultado da la impresión que termina siendo justo. Uruguay nunca negó de ir al ataque, pasó zozobras y sumó un punto importante.
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