COPA DEL MUNDO
Los celestes, con pocas ideas y muy anunciadas, deberán superarse mucho frente a Portugal el lunes
Algunos dicen que el debut es uno de los partidos más difíciles que tiene el Mundial. Y vaya que así lo fue para Uruguay. El duelo ante Corea del Sur le costó más de lo esperado al equipo de Diego Alonso. Por momentos se vio una selección muy anunciada, sin ideas para quebrar líneas ni reacciones individuales como para cambiar el trámite del juego.
Apenas algunas pinceladas de Darwin Núñez, una corrida y una definición al segundo palo en el primer tiempo, amagaron con la posibilidad de la Celeste tomara decididamente el partido.
Para ser bien gráficos, la jugada más clara de Uruguay en el primer tiempo llegó a los 43’ con la receta más vieja de todas: la pelota quieta. Un cabezazo de Diego Godín que reventó el poste generó el “uhh” de los mil uruguayos que llegaron muy ilusionados al Education City de Doha y luego se fueron apagando también al ritmo de la selección.
Luego de una semana a puro misterio, donde el Tornado no quiso que se filtrara ningún detalle, la “sorpresa” no pasó por la inclusión de Facundo Pellistri como cuarto volante sino por la ubicación de Matías Vecino en el campo de juego. El volante de la Lazio salió a jugar como una especie de enganche y a presionar la salida de Corea. Luego, con el correr de los minutos y al no incidir en el juego, terminó más replegado, como lo hace habitualmente.
En el complemento a la Celeste le costó acomodarse nuevamente en la cancha. Alonso mandó a Edinson Cavani por Luis Suárez y más tarde a Nico De la Cruz buscando inclinar la cancha. Tampoco hubo caso. Lo mejor vino por el lado de Federico Valverde que, aún extenuado y acalambrado, terminó sacando la cara por el resto. Marcó, se tiró a los pies (cortó un contraataque en la hora que festejó como un gol) y encima reventó un tiro en el ángulo a los 89’ con un disparo de larga distancia. Dejó la piel en la cancha. Si Uruguay mantuvo la expectativa hasta el final de ganar el partido, fue por él.
No hubo tiempo para más. Uruguay arrancó con un empate con gusto a poco. No tanto por el punto sino por lo que mostró en cancha. El equipo careció de ideas durante varios pasajes del encuentro y no encontró la manera eficiente de asistir a los delanteros. Ante un equipo que tampoco fue una cosa del otro mundo (principalmente inquietó con tiros de afuera del área, mayormente desviados) quedó la sensación que Uruguay tenía plantel como para llevarse algo más.
Dentro de un flojo nivel, cosas buenas para destacar. Primero: Diego Godín, que había llegado cuestionado en la previa por su inactividad, fue de los puntos más altos. Segundo: Valverde es hoy el jugador más desnivelante del equipo. Tercero: está claro que Núñez incide muchísimo más cuando está cerca del área y no haciendo la banda.
Hay que de dar vuelta la página y pensar en lo que viene. El próximo lunes a las 16.00 horas de Uruguay los dirigidos por el Tornado chocarán con quien en principio aparece como el rival más duro del Grupo H: Portugal. Tras el arranque con empate, Uruguay tendrá que salir decidido a llevarse el triunfo para seguir soñando con la clasificación y no llegar con la soga al cuello al duelo con Ghana.