Fue empate, es cierto, pero las sensaciones que quedaron después del 1-1 con Brasil fueron muy positivas. A pesar de que los locales tuvieron mucho más la pelota, de que la selección de Dorival fue más peligrosa, Uruguay dejó una buena impresión en Bahía, con orden defensivo, certeros retrocesos y momentos con intenciones interesantes en ofensiva.
La Celeste cerró el año en el segundo lugar de las Eliminatorias, solo superado por Argentina, que está a cinco puntos, y arriba de Colombia y Ecuador por una unidad. En esta doble fecha de noviembre supo levantar la racha adversa de cuatro partidos endebles, donde no ganó, no anotó goles y donde dejó muchas dudas en el funcionamiento, tanto contra Paraguay (0-0), Venezuela (0-0), Perú (0-1) como con Ecuador (0-0).
Primer tiempo
En los primeros minutos Uruguay estuvo bastante atrás en la cancha, aunque en todo momento se lo vio ordenado. Pese a que Brasil manejó la pelota, con lo que más inquietó fueron con las diagonales hacia el medio y con pases filtrados por el callejón central, principalmente con asistencias de Raphinha, a quien se lo vio muy bien, con movilidad por todo el frente de ataque.
El equipo de Marcelo Bielsa mostró un rendimiento destacado de Mathías Olivera, con movimientos rápidos para realizar los quites, como a los 12’ cuando le cerró el avance a Vinicius tras un precioso pase del futbolista de Barcelona.
La Celeste pasó alguna zozobra por el sector izquierdo de la defensa, cuando Savinho amagó en un par de ocasiones y complicó a Marcelo Saracchi. En cambio, Guillermo Varela controló bien a Vini por la derecha. Igualmente, vale destacar el retroceso defensivo que hicieron los extremos, Facundo Pellistri y Maxi Araújo, e incluso el artiguense Darwin Núñez.
Se podría decir que Uruguay no sufrió en el primer período, aunque generó poco. En la mitad se vio lo mejor, por la izquierda, cuando Darwin le dio un pase al medio a Pellistri que no pudo definir bien, y cuando Saracchi desbordó sin encontrar a nadie por el medio.
Complemento
Se hizo más abierto el partido y empezó con una jugada brasileña que rozó el palo de Sergio Rochet. Otra filtración de Raphinha por el medio dejó mano a mano al arquero de Inter de Porto Alegre con Vinicius, pero entre el guardameta y Josema Giménez pudieron robarle el balón.
Federico Valverde abrió la cuenta en el 54 tras pase de Maxi Araújo, con una definición al borde del área con ese tiro que tan cómodo le queda de frente al arco. Fue un tiro imposible para Ederson y fue una inyección anímica para el Pajarito, de quien siempre se espera más en la selección, pero que anoche cumplió. No en vano Carlo Ancelotti le insiste que le pegue más al arco y que tenga la confianza para poder definir.
La alegría duró poco porque Gerson encontró una pelota perdida al borde del área para meter el empate con un golazo después del despeje de Saracchi.
En el tramo final Uruguay defendió con un bloque bajo y dos líneas bien paradas, evitando cada vez más las grietas por el medio del campo. No hubo sustos, sí creció la figura de Olivera, así como se destacaron Guillermo Varela y Josema Giménez.
Una buena Copa y un regreso a la identidad
Si tomamos como referencia el año de Uruguay a nivel oficial, la Celeste jugó 12 partidos con cuatro triunfos, seis empates y dos derrotas, aunque dos de esas igualdades son engañosas, pues el equipo venció por penales a Brasil y Canadá en la Copa América.
Si la referencia es únicamente en las Eliminatorias, fueron seis partidos con tres doble fecha donde la más destacada fue ampliamente esta de noviembre, donde el equipo de Marcelo Bielsa sacó cuatro unidades, producto de la victoria sobre el final contra Colombia y del empate de anoche frente a Brasil en Bahía. Dos puntos se habían obtenido en setiembre y apenas uno en octubre tras la derrota frente a Perú en Lima y la igualdad ante Ecuador en el Centenario, la Tri que ayer fue a Barranquilla y le ganó a Colombia 1-0 jugando una hora con un futbolista de menos por la expulsión de Piero Hincapié.
Pero más allá de resultados, lo positivo que dejó este mes de noviembre es que Uruguay recuperó la identidad, el orden y las ganas de ganar, aunque parezca una obviedad, dejando atrás las dudas en relación a la conducción de Bielsa y la tormenta que se generó por las declaraciones públicas de Luis Suárez y posteriormente de Agustín Canobbio.
Uruguay está de vuelta, quedó segundo en la clasificatoria y en marzo espera por Argentina y Bolivia.
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