SELECCIÓN
La Celeste fue condicionada en las últimas Copas del Mundo por fallos de árbitros que impulsaron la balanza a favor de los rivales. Repasá los antecedentes.
Ravshan Irmatov, Alireza Faghani y Daniel Siebert seguramente suenen como completos desconocidos para la mayoría del imaginario colectivo uruguayo. Sin embargo, fueron protagonistas cruciales para que Uruguayquedara eliminado de dos de las últimas cuatro ediciones de la Copa del Mundo.
Uno en 2010, en semifinales, y los otros dos en 2022, en fase de grupos. Cada uno de ellos, a su forma, incidió con una decisión arbitral que no solo perjudicó a la Celeste, sino que también les impidió a ellos mismos seguir dirigiendo por el resto de la competencia.
El último caso, que aun sigue en el tapete, es el del alemán Siebert, de 38 años. Elegido para impartir justicia en el Uruguay-Ghana de la última fecha del Grupo H, tuvo su debut en Australia-Túnez y despedida al partido siguiente.
En su segundo compromiso en el Mundial de Qatar 2022 entendió que no hubo contacto entre el defensor ghanés Alidu Seidu y Edinson Cavani, quien cayó en el área después de sentir un toque en el gemelo derecho.
Fue una de las últimas jugadas del partido y la muerte en vida para la selección uruguaya que, en ese momento, con el resultado de Corea del Sur y Portugal a la vista, necesitaba hacer un gol más para clasificar a los octavos de final.
Lo llamativo del fallo sucedió después, una vez que se paró el juego. El alemán pecó de inexperiente y ni siquiera se acercó a revisar la jugada en el monitor del VAR, que antes había sido su mejor aliado para cobrar un penal a favor de Ghana en el primer tiempo.
Pero la de Uruguay y los penales fue una pesadilla que se extrapoló a ese día. Ya lo había condicionado en el partido anterior contra Portugal, cuando el iraní Faghani contradijo su primera impresión al observar la jugada a tiempo real. Al volver a mirarla, con la ayuda de la tecnología, terminó cobrando mano de José María Giménez en el área, que la propia FIFA luego reconoció que no era sancionable. La jugada derivó en el gol de Bruno Fernandes y el 2-0 para la selección de Portugal.
“En este caso, el árbitro había cobrado bien y el VAR lo llama y toma una mala decisión. Creo que en ese sentido, el propio presidente de la Confederación (Alejandro Domínguez) habló con (Massimo) Busacca (jefe del Departamento de Arbitraje FIFA) y le terminó reconociendo que fue una decisión mal tomada”, declaró el neutral de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Eduardo Ache, al programa 100% Deporte de la radio Sport 890.
Los jugadores uruguayos le protestaron al árbitro por la incidencia y argumentaron que la mano había sido involuntaria, según se pudo apreciar en las imágenes televisivas. Pero Faghani siguió firme y ni así se dignó a rectificar el fallo.
Las decisiones de los jueces, en ambos casos, se tradujeron como la puerta de salida directa para Uruguay en la Copa del Mundo.
La diferencia de goles terminó condenando a la Celeste, que cerró una pobre fase de grupos con un empate, una derrota, una victoria y dos goles a favor contra cuatro de Corea del Sur.
Para el entrenador Diego Alonso, la principal causa de la eliminación fueron, precisamente, los errores arbitrales: “Nos eliminó el penal de Portugal y la diferencia de gol. Nos eliminó el gol de penal que nos convirtieron en tiempo extra, que la FIFA dice que no es penal. Eso es lo que nos elimina”, dijo en la conferencia de prensa posterior al partido con Ghana.
El caso de 2010
El Mundial de las ilusiones. El Mundial de Diego Forlán. El del despegue de Edinson Cavani. El de la mano de Luis Suárez. Fue también histórico por el mal arbitraje del uzbeko Irmatov durante las semifinales de Uruguay y Países Bajos.
En Sudáfrica 2010 la selección tenía de todo: desde convencimiento y suerte hasta coraje, rebeldía y empuje.
Por nombres, quizás no entraba en el pelotón de las favoritas en la previa, pero sí, por funcionamiento, logró colarse entre las cuatro privilegiadas que llegaron hasta la última semana del Mundial con chances.
Los méritos los construyó. Y a base de esfuerzo y trabajo, con Óscar Washington Tabárez al mando del equipo técnico, mostró que estaba preparada para competir. Pero a esa versión de la selección le fue imposible encontrar una fórmula para rebatir un diferencial: los fallos del ojo humano.
En ese Uruguay-Países Bajos de 2010, dos errores cruciales del juez pusieron fin al sueño celeste. El primero llegó por una falta previa de Mark van Bommel sobre Walter Gargano, que devino en el zapatazo al ángulo de Giovanni van Bronckhorst para abrir el partido.
El otro fue responsabilidad del asistente Rafael Ilyasov, compatriota del juez principal, quien hizo caso omiso a la posición del delantero Robin van Persie tras un remate de Wesley Sneijder desde afuera del área, que entró pegado al palo.
Con ese gol, los europeos se volvieron a poner en ventaja (2-1) y, de ahí en más, para Uruguay -que sufría la ausencia de Suárez por una justa expulsión en la ronda previa frente a Ghana-resultó imposible reponerse.
Dos errores, una eliminación y otra vez a rearmar las maletas a Montevideo. Pero la historia no terminó allí.
Por ese episodio y por la vez que dirigió el Alemania 4 Argentina 0 de ese Mundial, los dirigentes de la Asociación de Fútbol de Argentina, con Julio Grondona a la cabeza, apelaron ni bien Irmatov fue designado para volver a arbitrar al país por los octavos de final de Brasil 2014 con Suiza.
Finalmente, la FIFA aceptó cambiarlo y designó al sueco Jonas Eriksson para ese partido.
La sanción a Suárez
Otra de las controversias arbitrales relacionadas a los últimos Mundiales en los que participó la generación dorada de Uruguay parte de un fallo arbitral, esta vez pasado por alto.
El árbitro Marco Rodríguez, a cargo de Uruguay-Italia en el Mundial de Brasil, desadvirtió una agresión de Suárez, que fue directo a morderle el hombro al italiano Giorgio Chiellini.
El zaguero cayó al suelo y enseguida se tomó del hombro. Cuando se paró, se rebajó la camiseta hasta dejar la herida al descubierto y acusar al rival por la mordida.
En ese momento, Rodríguez respondió al cruce repartiendo una amarilla para cada uno, pero años después reconoció que ni él ni ninguno de sus compañeros habían visto al detalle la jugada. “La mordida no la vemos. Nos hubiese gustado verla, pero también somos humanos”, dijo a Fox Sports Radio en 2019.
Pese al error, el mexicano estuvo nuevamente presente en la semifinal de Brasil y Alemania para impartir justicia. Con ese partido, le puso punto final a su carrera después de un recorrido de 25 años.
Justo o no, el que pagó caro la desatención fue Suárez. Por decisión de la Comisión Disciplinaria de la FIFA, debió abandonar de inmediato la concentración uruguaya y perderse los nueve partidos siguientes de la selección (dos años y medio sin jugar), así como tampoco pudo jugar al fútbol por cuatro meses con su club e ingresar a los estadios.