OLIMPISMO
Los deportistas que tendrán que respetar un estricto plan de cuidados para evitar que un brote de coronavirus paralice las competencias
Serán unos Juegos Olímpicos extraños. Distintos. Tendrán la belleza de la excelencia deportiva y de resultados que exaltaran el sacrificio de los atletas. Habrá héroes que se exigirán al límite de su resistencia para terminar una competencia. El espíritu de lucha, el honor por dar lo mejor de cada uno seguirá concediendo espectáculos únicos. Merecedores de medallas. Pero no será lo mismo. Faltará la magia de los estadios llenos. Faltará la majestuosidad de la ceremonia inaugural. Aunque quieran evitarlo, cuando ya se entró en la recta final, porque ahora quedan 99 días para la inauguración de Tokio 2020, es imposible no aceptar que habrá tensión y preocupación por culpa de la pandemia de coronavirus que sigue castigando y sin piedad al mundo con la pérdida de millones de vidas humanas.
Aunque deslumbre Simone Biles con sus saltos imposibles, aunque venga un nuevo registro inolvidable de Eliud Kipchoge en maratón, esta vez los Juegos están condenados a ser una sombra del glorioso pasado.
Lo que nadie discute es que no habrá una nueva suspensión. El viernes 23 de julio unos 11.000 atletas de 206 países pondrán en marcha las competencias que ya tuvieron un costo adicional para los organizadores de 2.500 millones de euros (se llegó así a los 21.000 millones). Así que, como lo afirmó el primer ministro Yoshihide Suga, "los Juegos Olímpicos se celebrarán cueste lo cueste".
Y eso es así porque Japón dejó atrás el peor momento de la pandemia en enero pasado, porque su Gobierno prometió que a finales de junio los 36 millones de mayores de 65 años estarán inoculados con la vacuna Pfizer y porque el Comité Olímpico Internacional aspira a que un porcentaje muy grande de los deportistas lleguen vacunados. De hecho, se sabe que el COI adquirió a China vacunas para todos los deportistas clasificados.
Pese a todo, la gran aventura de Tokio, que contará con 339 eventos, 33 deportes y 50 disciplinas, lo que incluye 5 nuevos deportes, igualmente no podrá alejarse del clima de miedo a la enfermedad.
El foco siempre estará puesto en los peligros que se corren de sufrir un brote de coronavirus que obligue a cancelar competencias o de tener que combatir una ola de contagios. Así se vive incluso por estos días, donde el relevo de la antorcha olímpica se hace a puertas cerradas en ciertos tramos.
Por eso mismo, el plan de medidas que se cumplirá a rajatabla hasta se convierte en un castigo para la esencia o el ADN de los Juegos. Desde la inauguración misma, porque será sencilla y en la que como corresponde se recordará a las víctimas del coronavirus.
Por si fuera poco, quedó establecido que no habrá público extranjero en los estadios y solamente se podrá utilizar el 50% del aforo de los escenarios, lo que se acepta como esencial para no incrementar los riesgos.
Pero además, la Villa olímpica será más cerrada que nunca, habrá pruebas PCR, se demandará el uso de barbijos, se pondrá el acento en mantener la distancia. Se sabe que hay una guía del COI entregada a los países que remarca que los deportistas tendrán que informar un plan de actividades de los últimos 14 días, así como se especifica que no podrán hacer turismo ni utilizar el transporte público de Tokio.
Tendrán que llegar a la ciudad cinco días antes de su participación, solo podrán salir de la Villa para entrenar, no podrán reunirse con otros deportistas y 48 horas después de terminada la prueba tendrán que retornar a sus países.
La pandemia que llegó al mundo en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan cambió la vida en el planeta. Se perdieron millones de vidas, millones de fuentes laborales, cerraron miles de empresas. En marzo de 2020, en Tokio se tomó la determinación de postergar los juegos hasta 2021. Lo único que no cambió es su denominación, porque se mantuvo el Tokio 2020.
Pero retener la nominación es un simple detalle. Simbólico. Porque lo que Japón tampoco tendrá en estos Juegos en su pista olímpica y en su piscina olímpica a los grandes monstruos de un pasado reciente: Usain Bolt y Michael Phelps.
Y eso contribuye en gran medida para reducir el foco de atención.
Por todo eso, aunque Japón se esforzará por sorprender con tecnología y con recordar al mundo la belleza de su cultura y sus artes tradicionales, esta vez, el domingo 8 de agosto, será imposible colocarle el sello que suele regalársele a los Juegos. Por más que quiera, no podrán ser los mejores de la historia.
Las medidas que se aplicarán en Japón serán estrictas, para deportistas y dirigentes, y Julio César Maglione, presidente del Comité Olímpico Uruguayo (COU), valora sobremanera el esfuerzo todo un país, porque incluye al pueblo japonés, en la dedicación y esfuerzo que están realizando para poder cumplir con unos grandes Juegos Olímpicos.
Aunque admite que las dificultades son enormes y que hay un efecto que es imposible de eliminar, porque no habrá turistas y los estadios no lucirán como deberían para una grandiosa cita del deporte, Maglione está convencido que el “trabajo que están llevando a cabo los deportistas para defender con honor a sus países harán que los Juegos tengan su espíritu”.
El principal dirigente olímpico uruguayo indicó que Japón será riguroso en el control de la movilidad. “Nadie podrá salir de la Villa Olímpica o de los hoteles en los que se alojen los dirigentes para ir a otro lugar que no sean los escenarios deportivos. Nadie podría ir ni a comer a un restaurante. De la burbuja de la Villa o del hotel a la competencia y regreso al mismo lugar. Además, habrá hisopados cada cuatro días y ninguna persona que se encuentre en la delegación quedará afuera de los controles de PCR. Es más, las delegaciones no podrán integrarse de la forma en la que estamos acostumbrados y van a ir los delegados que sean estrictamente necesarios. Esta vez ni las máximas autoridades podrán incluir acompañantes”.
Maglione indicó también que el país enteró puso atención en la realización de la competencia porque para el pueblo japonés es un orgullo enorme recibir a los Juegos Olímpicos. En ese sentido ponderó: “El pueblo japonés es muy serio y muy responsable”.
El directivo admitió a Ovación que no existía otra alternativa que cumplir con este calendario fijado tras la postergación realizada en marzo de 2020, porque eso hubiese significado la cancelación definitiva de los Juegos”.
Recordó que la agenda de competencias internacionales tiene para el 2022 los Juegos de Invierno de Beijing del 4 al 20 de febrero y que en 2024 se van a realizar los Juegos Olímpicos de París.
Además, en un hecho incontrastable, los acuerdos multimillonarios que fueron realizados con distintas empresas para la realización de los Juegos de Tokio también obligan a la dirigencia deportiva a llevarlos adelante. El costo de su anulación definitiva seria de una magnitud sorprendente.