Redacción El País
Ronaldo Nazario fue uno de los mejores delanteros y jugadores de fútbol de la historia. Dos veces campeón del mundo con Brasil y ganador de todo lo que se cruzó por su camino con Real Madrid. El fenómeno confesó que entrenó mucho para llegar a la cima, pero una vez allí, con muchas lesiones de por medio, también disfrutó mucho de irse de fiesta.

En Charla Podcast, un programa brasileño, el goleador tuvo una charla muy distendida con los presentadores y recordó sus tiempos de juerga cuando era jugador del equipo Merengue definiendo a esa época como "la tropicana del fútbol".

"Siempre tuve claras mis características y ambición como jugador. Quería marcar goles y divertirme jugando al fútbol. La gente me dice mucho 'eras un animal físicamente, qué regalo'. Pero entrené mucho, nadie llega tan rápido sin entrenar", confesó el Fenómeno y también recordó algunas de sus noches de fiesta.

"Siempre fui de gestión. De tener una cosa organizada, estructurada, con alto nivel. Siempre tuve ese cuidado de dejar a todo el mundo feliz, de hacer algo de calidad", confesó.

"Jugaba el sábado y luego me fui a París. Pasé el domingo en París y por la noche fui a una fiesta. A las siete de la mañana tomé el avión para Madrid, llegué a las nueve de la mañana y a las 10:00 estaba en el entrenamiento. Esto lo hice muchas veces", confesó el Fenómeno, que tenía algo así como una ley para no ser descubierto.

"En la ciudad en la que juegas, haces una fiesta en tu casa, no vas a dar la cara a una discoteca; estarías firmando tu muerte", sentenció Ronaldo.

"Vampeta cuenta tantas historias que ya no sé cuáles sucedieron y cuáles no. Él dice que era el vino del Papa, pero no era el vino del Papa", recordó Ronaldo y comenzó a narrar la anécdota con su compañero en la selección de Brasil.

"Él se quedó en casa y yo tenía como 100 botellas de vino y, dos semanas después, ya se las había terminado todas. Entonces vio unas cajas de vino en el suelo, encontró una botella muy especial, vieja. Yo había ido a un viejo restaurante en París donde tenían una mesa que fue de Napoleón, un restaurante muy chic. El vino más famoso del mundo se llama Petrus, y pedí una botella del año que nací. Pagué 10.000 dólares", contó el astro brasileño y confesó lo que hizo Vampeta con esa botella.

"No lo quería beber, era para guardar. Era simbólico porque era del año que nací... y él la sirvió en vasos de plástico con un hielo para cada uno porque estaba caliente".