Juan Pablo Taborda - Especial para Ovación
El básquetbol de Uruguay tiene un abanico de figuras que a lo largo de la rica historia dejaron su huella. Y uno de esos nombres es el de Wilfredo Ruiz. Popularmente conocido como el Fefo, este jugador se transformó en un alero goleador y ostenta el récord uruguayo de más puntos anotados en un partido, logrado cuando jugaba en el club Neptuno. Convirtió 84 puntos frente a Colón, el 12 de noviembre de 1983, cuando no existía el triple, algo que se instaló en nuestro país un año después.
En esa misma semana ya le había batido el récord a Óscar Moglia (68 puntos en un encuentro entre Welcome y Malvín del Torneo Federal del año 1957), tras convertirle 70 unidades a Bohemios, el 7 de noviembre de 1984. Dos días después, le marcó 72 a Hebraica Macabi. Ese año tuvo un promedio de 50,7 puntos por partido, lo que fue una verdadera bestialidad para nuestro medio.
Números como esos le permitieron al Fefo convertirse en el máximo goleador de la historia de la Federación Uruguaya de BasketBall (FUBB) con 18.512 puntos. Considerado uno de los jugadores más importantes de la historia del baloncesto oriental, Wilfredo Ruiz fue goleador en Uruguay y Argentina, países en los que rompió marcas nacionales e internacionales.
Fefo entrenó de diferentes maneras. Sus números no eran una mera casualidad. Había talento, pero también trabajo. Llegó a practicar el tiro al aro con los ojos vendados y a untar sus brazos y piernas con vaselina para librarse de las marcas agresivas que recibía en cada uno de los partidos que jugaba por el Torneo Federal que se dejó de disputar en el año 2003 para abrirle paso a la Liga Uruguaya de Básquetbol (LUB).
Además, en varias oportunidades Wilfredo Ruiz fue víctima de golpes. Existió uno en particular que ocurrió en el último partido del Sudamericano de 1981 disputado en el Cilindro Municipal (donde hoy está el Antel Arena), en el encuentro entre Uruguay y Argentina.
El alero fue agredido de un puñetazo a los tres minutos de juego por el jugador argentino Carlos “Chocolatín” Rafaelli, que terminó siendo expulsado. Poco importó el golpe, porque la Celeste sumaria en esa jornada un título continental más.
Y si de palmarés se trata, el Fefo tiene ese título de campeón sudamericano de selecciones en 1981. Además, obtuvo el sexto puesto en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, la última vez que la selección uruguaya de básquetbol participó de la gran cita del deporte.
En esa oportunidad, Ruiz integró el quinteto titular, junto a Horacio “Tato” López, Carlos Peinado, Heber “Fonsi” Núñez y Luis Eduardo “Pejerrey” Larrosa. Los dirigidos por “Pirulo” Etchamendi ganaron tres partidos, contra Francia, China y Australia, y perdieron cinco tras caer con Estados Unidos, Canadá, Yugoslavia, España e Italia.
Un carrerón: Wilfredo Ruiz se retiró definitivamente del básquetbol con 41 años en el 2002, jugando para Universitario de Salto.
Hasta hoy se mantiene como líder histórico de las estadísticas de la Liga Argentina como mejor promedio de puntos por partido (28,8).
Y vaya si será un récord más que valioso, porque en la vecina orilla jugó en la ciudad denominada cuna del basket: Bahía Blanca. Vistió la camiseta los dos principales equipos de ahí, Estudiantes y Olimpo. En alguna oportunidad, un tal Emanuel Ginóbili, le llegó a alcanzar las pelotas y ahí nació una amistad que se mantiene hasta la actualidad.
En nuestro país, además de Neptuno, el Fefo jugó en Welcome, club en el que se inició, es ídolo y hasta del que fue presidente, Aguada, Nacional y Peñarol. Tuvo un pasaje por el exterior y fue en Brasil, para defender al equipo de Monte Líbano.
Camino al récord: el día que batió el récord tuvo una misión bastante grande
En diálogo con Ovación, Wilfredo Ruiz contó que ese día que batió el récord tuvo una misión bastante grande: convencer a su padre de que fuera a verlo a la cancha.
“Recuerdo perfectamente ese sábado. Me levanté temprano y fui a Neptuno a tirar. Las referencias de la cancha de Neptuno eran disímiles a las otras, por eso me quería asegurar. Una tribuna sola. Cancha chica. Los tableros pegados a la pared”, empezó rememorando el Fefo.
“Me fui a tirar un rato. Almorcé y después pasé bastante incómodo tratando de convencer a mi padre para que esa noche fuera a la cancha. El viejo decía que no, porque él solo me veía con la camiseta de Welcome y no quería ir”, siguió contando.
“Por la tarde nos fuimos al Parque Palermo, era hincha de Central Español. Ahí lo pude convencer. Nos fuimos a la cancha, después del partido. El viejo fue para la tribuna y yo me fui al vestuario”, agregó. Pero esa noche mágica tuvo ademas de Ruiz, otro protagonista: el “Gato” Perdomo, otro que jugó un papel importante dentro y fuera de la cancha.
“Me encuentro con el que digamos es el otro 50% dueño del récord, el “Gato” Perdomo, porque si hice 84 puntos, el Gato me la tuvo que haber pasado la mitad de las veces. O sea, esa noche fue el rey de las asistencias”, dijo el Fefo, agregando: “Antes del partido le comenté: ‘mirá, ¿vieron a mi viejo?, hace tanto tiempo que no viene... Por ende, hoy puedo no hacer puntos o hago 100. Puede pasar cualquier cosa’”.
Llegó la hora de salir a la cancha y así lo contó el Fefo: “El partido transcurrió. La diferencia era bastante grande. Sabía que había hecho un montón de goles porque la pelota pasaba mucho por mi mano. Hasta que un amigo faltando dos minutos, dos minutos y medio, se me acercó y me dijo ‘Fefo, mirá que llevás 76. Trata de tirarlas todas, algo que no me costaba, para llegar a la máxima cantidad”.
“Ahí la cabeza se me transformó porque los récords anteriores no los había buscado. Los había batido jugando partidos normales. No era que tiraba de más para hacer un récord. Sino que simplemente se habían dado. Esos dos minutos y pico, traté de tirar toda la cantidad de pelotas posibles. Llegué a 84 puntos. Neptuno ganó bien. Nos fuimos para el vestuario, festejamos. Le agradecí a todos los compañeros. Sin ellos tampoco es posible hacer tantos goles. Te tienen que cortinar, pasar la pelota y demás”, contó.
El partido pasó y el récord ya estaba estampado, pero el Fefo Ruiz quería vivir el final de la historia junto a su padre y así lo recordó: “Cuando me estaba bañando me puse a pensar qué habrá pensado mi padre esa noche... Me apuré. Quería salir lo más rápido posible. Quería estar con él. Preguntarle. Cuando me encuentro con mi viejo. Su cara no era la mejor y mi euforia estaba en el grado máximo. Me dijo, ‘La verdad, es que hacía mucho tiempo que no te veía jugar. Pero la verdad fuiste un culo’. Me marcó cuatro, cinco errores que había tenido en el partido. Uno lo recuerdo perfectamente. Una pelota que me pegó en la punta del pie que se me fue afuera. No me destacó nada. Mi euforia ahí, volvió a los niveles normales. Nos fuimos a comer una pizza y se terminó el día”.
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