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"¿A usted le parece que yo puedo correr una maratón?”. Silvia tenía 42 años y tres hijos cuando le hizo esa pregunta a un personal trainer. En ese entonces vivía en Quito y ya entrenaba, pero su actividad estaba lejos de alcanzar su rutina actual.
“Sí. Hay que entrenarla, si tiene la posibilidad elija la maratón de Berlín, yo la preparo”, fue la respuesta del ecuatoriano. La uruguaya quería correrla en 4 horas, pero lo hizo en 3:59. De joven no había hecho más que nadar pecho y participar de atletismo con el liceo, pero aquellas semillas de dopamina, serotonina y endorfina tuvieron memoria.
“Volví feliz. Lo que pensé que iba a ser un check en mi vida fue un ‘quiero hacer otra”’, confiesa Silvia Tourn (46). Así que se puso a hacer las otras cinco Grandes Maratones. Al siguiente año corrió la de Chicago, que dio paso a Boston -la ciudad pionera en maratones, a la que se ingresa por clasificación y que fue la primera en la que corrió una mujer-y luego siguió por New York. “Me queda Tokio. Me encantaría correrla el año que viene y cerrar el ciclo”, comenta.
Corría abril de 2019 cuando Silvia regresó de Berlín más motivada. Ese mismo entrenador le comentó que necesitaba crear un grupo de deportistas para correr el Ironman 70.3 (nado, ciclismo y carrera a pie) de Ecuador porque un centro comercial les iba abonar la participación. “Le dije que no tenía bicicleta, que nunca había nadado en el mar y que iba a la playa a chapotear”, recuerda Silvia.
En julio de ese mismo año corrió por primera vez un Ironman. “Me trabajó la cabeza, me convenció. Mi objetivo era terminarlo y lo corrí en 5:55”, rememora la deportista. Allí empezó su conexión con el triatlón.
Pero este no sería el último check de la lista, sino que el libro de la vida de Silvia aún tiene muchas páginas en blanco que esperan anotarse objetivos. Pese a empezar a estudiar abogacía, se convirtió en licenciada en Relaciones Internacionales y fue diplomática. Vivió en distintos lados, se casó y formó una familia. Volvió a Uruguay impulsada por la pandemia en 2020, también empezó a estudiar Educación Física como su segunda carrera. Pero además el viento izó las velas de un nuevo desafío.
Redes y velas
Ricardo Fabini, regatista olímpico uruguayo (Barcelona 92 y Atlanta 96), se contactó con Silvia a través de Instagram. “Vio mi entrenamiento y me preguntó peso y altura, me dijo que después me explicaba”, narra Silvia. Luego le consultó si estaba interesada por conocer un deporte de alto rendimiento. No es necesario que responda para saber que Silvia dijo que sí.
Empezó a viajar esporádicamente a Montevideo y en poco tiempo de preparación logró competir a la par de dos olímpicos. Fue poco para lo que había que aprender, pero asistió a clases de maniobras y viradas. “Fuimos al campeonato del hemisferio en Chile buscando una plaza para Uruguay en el Panamericano. No tuvimos suerte, pero al siguiente mes se realizó el Sudamericano en el Yacht y la conseguimos”, expresa. En mayo de este año se realizó el Campeonato Nacional para conocer la dupla que representaría al país en el Sudamericano. Fabini y Tourn estuvieron muy cerca. “Tenía el sueño entre mis manos, pero fue muy difícil porque el otro barco era de los olímpicos Pablo Defazio y Mariana Foglia. Fueron 10 regatas y se definió en la última. La parte técnica pesó mucho, tuve tres meses de preparación, tengo mucho para aprender y mejorar”, añade Silvia.
Los avances y el hecho de crearse una cuenta en Instagram por obligación llevaron a abrir esa puerta y otras. Pero la más importante fue la de la inspiración. “Uso las redes tratando de comunicarme para contagiar. A mi edad no estaba en esto, pero esa cuenta la creé porque el centro comercial lo pedía. Y no la cerré porque me metí mucho y también recibí mensajes muy reconfortantes. Una mujer, una mamá cualquiera que toda a la vida trabajó, tuvo hijos, se dedicó a la vida normal, me decía: ‘No tenía ganas de ir al gimnasio, te vi y me motivé’. Eso está bueno. Me hizo un click: tengo menos de 50, más de 40, estoy probablemente en la mitad de mi vida. ¿Cómo quiero que sea la segunda parte de mi vida? Más allá de mejorar tiempos, quiero vivir de una manera activa. Que mi cuerpo, que me va a acompañar siempre, esté de la mejor manera, y mi cabeza, porque el efecto a nivel neurológico (es mucho). Necesito que la gente pruebe, una cosa es que te lo cuenten y otra es que lo experimenten”, explica Silvia. Y continúa: “Muchas mamás dicen: ‘Hice lo que tenía para hacer, trabajé, crié mis hijos, se van quedando. Piensan que es tarde, Lo que me pasó a mí muestra que no”.
Clasificada al Mundial de Ironman
Y en la búsqueda de más ticks en el cuaderno, aunque un poco sin darse cuenta, Silvia clasificó al Mundial de Ironman. “Mi sueño era lograrlo antes de los 80. Siempre me pareció algo lejano, pensaba que cada vez son menos mujeres en las categorías y en algún momento iba a clasificar”, dice Silvia, pero el sueño se retrasó. El Ironman de Punta del Este en 2022 se suspendió por el estado del tiempo. “Entonces seguí entrenando y en el último estaba tan enfocada que no estaba en mis planes clasificar. Habíamos hablado de 5:25, cuando terminé me gritaron que había hecho 5:08. No lo podía creer. Ahí me cayó la ficha”, confiesa.
El Mundial es el 26 de agosto en Finlandia, pero antes Silvia acudirá al Ironman de Manta (Ecuador) el 16 de julio. Se mantiene entrenando fuerte y acepta que lo que más le cuesta es la parte descanso. “Soy muy intensa. No quiero dejar de vivir intensamente, de estar con mis hijos, ver a mis amigas. Cuando uno está enfocado tiene que limitar la cantidad de cosas que hacer, ahí hago agua. Hay que aprender a decir ‘no’”.
La bandera de Uruguay ya está en la valija y Silvia se prepara para Finlandia, con la convicción de que siempre hay que tener nuevos objetivos en la vida. “Por un lado lo importante es envejecer bien, tener hábitos saludables. En mi caso me motiva y me gusta competir, por eso me pongo objetivos competitivos, es mi pequeña zanahoria. Eso me lleva a esforzarme más. Por otro lado, soy licenciada, mamá, tengo varios roles. Pero en el deporte encontré una Silvia otra vez autónoma, como mujer individual, más allá de quien soy en la universidad, en mi familia o trabajo”, concluye la Silvia deportista.
Las ganas de contagiar a más mujeres adultas
“Uso las redes para comunicarme. Recibí unos mensajes tan reconfortantes. Una mujer, una mamá cualquiera que toda a la vida trabajó, tuvo hijos, se dedicó a la vida normal, me decía: ‘No tenía ganas de ir al gimnasio, te vi y me motivé. Eso esta bueno”, dice Silvia, a quien se pueden encontrar por @sil_sportsmood en Instagram.
La rutina: Silvia entrena seis días a la semana
De 6 a 7 am nada en el Campus. Después corre a casa para hacer compartir con sus hijos y hacerles el desayuno. Luego bici o running. Intercala clases de facultad (ISEF) y tiene una rutina física de tres veces por semana. De vez en cuando suma yoga para amortiguar tanto entrenamiento de impacto.