COPA DEL MUNDO
De una pareja que inició por correspondencia nació Celeste; otros de los presentes están hace 15 años y algunos ni siquiera son de Argentina, pero se sienten parte.
Lorena es de la Provincia de Buenos Aires, lleva una bandera con el sol como capa y antes de empezar el partido cuenta que se envió cartas con su novio uruguayo durante años. A los tres meses que se mudaron a Uruguay tuvieron a Celeste, que mamó todas las costumbres uruguayas, tiene doble nacionalidad y también vino a alentar a uno de sus equipos. Todos los Mundiales Lorena se escribe por un grupo de WhatsApp con sus compatriotas para juntarse. Se llama "Argentinos en Montevideo". En un principio se congregaban en Maclaren, un bar que abría solo para argentinos, ahí llevaban hasta la tele cuenta otra de las presentes. Luego fue en 21 de septiembre o en Caballero Bar. El lugar de encuentro variaba.
Esta vez, para alentar a Argentinaen su pasaje a la final del Mundial de Qatar, la sede fue el Kentucky del Centro, una pizzería de origen argentino que "abrió su primer comercio en Once en 1960", explica Lorena del local que tiene muy presente y que recuerda de cuando su abuelo la llevaba a comer. A su lado está Yesica, que también es argentina, pero de San Isidro, vino con su esposo, que es uruguayo y tiene descendencia croata, pero no hincha por Croacia en la semifinal.
Al rato se hace presente con un mate con el escudo de Nacional. El celular de Yesica se lleva el protagonismo de las cámaras por unos segundos, es la más actualizada, su sticker en la parte trasera tiene a Messi y la frase que en las últimas horas ha dado la vuelta al mundo. "¿Qué mirás bobo? Andá pallá'".
Al inicio del partido con suerte eran 50, pro para el final el número casi que llegaba a los 200. Algunos comían desde la comodidad de las sillas de adentro, otros dieron vuelta la tele de cara a la calle Zelmar Michelini y armaron su propio palco sobre el asfalto.
Argentinos (y algunos uruguayos) exigieron sus cuerdas vocales con el repertorio de la albiceleste. Desde el "el que no salta es un inglés", pasando por "Brasil decime que se siente", hasta "esta es la banda loca de la Argentina", bajo la orden de un moderador de musculosa albiceleste con lentes y gorro.
La orquesta no cesó. Se formó con platos, tenedores, servilleteros o cualquier elemento que se pudiera golpear y que acompañara los cantos a capela, secundados por bocinazos y vuvuzelas. Parados arriba de las sillas y amontonados en grupos, los hinchas entonaron, cada vez más fuerte, el nuevo gingle de la selección Argentina. Uno que por cierto es muy pegadizo. "Muuuchaaaachooss, ahora nos volvimos a ilusionaaaaar".
Y vaya si hay ilusión cuando estás en la final del Mundo y podés ganar la tercera. Camisetas de Messi de Newell's y de todas las alternativas de Argentina coparon la esquina del centro. Alguna de Maradona (porque "el Diego" nunca falta) y en menor cantidad de Di María y Julián Álvarez. Cada atajada del Dibu Martínez, la salida de De Paul, el ingreso de Dybala.
A todos se les cantaba y aplaudía. Pero ninguna ovación como la de Leo Messi al final del partido, en la que hicieron una pausa para entonar el "Volveremos otra vez, volveremo’ a ser campeones como en el 86’".
Niños, grandes y pequeños, desde afuera y desde adentro del local. Hasta con yesos. La chica de la foto es una de ellas. Hace 15 años vive en Uruguay. Tiene la cédula, pero no la ciudadanía. Otros dos jóvenes narraron una historia similar, pero uno tenía su corazón dividido entre las dos orillas, el otro no lo dudó. "Estoy 100% con Argentina". De todas formas, estos dos amigos estuvieron de acuerdo en algo. ¿Messi o Maradona? Qué pregunta difícil para un argentino. Sin embargo, la respondieron sin problema. "A Messi solo le falta ganar el Mundial para ser el mejor jugador del mundo", dice uno. "Por su presente, Messi", complementa el que hincha solo por la albiceleste.
Sin reparar mucho en nacionalidades y porcentajes, todos festejaron este martes tras la goleada 3-0 sobre Croacia con un gol de penal de Messi y dos de Julián Álvarez. Pero nadie se animó a cantar victoria hasta el pitazo final. Otro que celebró fue el bar, que se va a dormir con la caja llena y desdoraba, a tono con esperanza de ser campeón.
Con el partido terminado las sillas y mesas de Kentucky terminaron de recibir golpes y un hincha con el dorsal del Fideo Di María intentó ser el guía. “Vamos a la Intendencia”, dijo, y allá salió una caravana a medias. No tuvo muchos seguidores y algunos volvieron a sus hogares, así como que es casi seguro que van a volver a la sede albiceleste este domingo, para ver si esta vez la final también la lloran, pero con lágrimas de alegría.