ELIMINATORIAS

Uruguayestá en búsqueda de una identidad que le permita ser más fuerte. Es clarísimo que se pretende tener un equipo que funcione mejor. Que tenga variantes. Que ataque con la misma vitalidad con la que defiende. Y, por cierto, la tarea se está cumpliendo pacientemente, pero con la convicción absoluta de que se alcanzará una evolución positiva. Si eso es posible, parece muy evidente que es gracias al enorme potencial que se tiene en el mediocampo.

Ahí está la clave de todo. Este camino nuevo lo impulsa la generación de jugadores que fue haciéndose un lugar al influjo de condiciones diferentes. De características muy ricas en potencia, desdoble y técnica.

Es por eso que el cuerpo técnico de Uruguay viene avanzando hacia la superación en dinámica y también en el fortalecimiento de un aspecto de enorme relevancia en el juego que a la Celeste le costaba acostumbrarse: la posesión de la pelota.

Y este recorrido de evolución o de revolución si se quiere porque el equipo tiene las posibilidades reales de armar el mediocampo que sea necesario por las características de sus futbolistas, la Selección uruguaya de fútbol ve potenciada sus posibilidades deportivas.

Más aún cuando ahora regresa Matías Vecino y se le abren posibilidades a Fernando Gorriarán. Si el maestro Óscar Tabárez lo desea en la mitad del terreno puede tener un equipo elegante, pero que no resigne la combatividad. Un equipo que trabaje el partido. Que sea aplicado a la marca cuando el trámite o la jugada lo demande, pero que sea capaz de proyectarse con determinación y buen juego hacia el campo adversario. Que sus futbolistas tengan la inteligencia y visión de juego adecuada para asistir a la ofensiva o que entreguen el remate de la jugada porque pisan el área rival.

Es decir, si hay un aspecto que hace ver a Uruguay como una Selección más potente y temible es que ganó en talentos. Si será así que, por ejemplo, uno de los mejores mediocampistas de LaLiga española como Mauro Arambarri quedó fuera de la nómina de jugadores para esta doble fecha de las Eliminatorias.

Pero veamos lo que puede construirse y lo que es capaz de entregar Uruguay sin reñir de la vieja escuela, o vieja fórmula de destruir más que construir, para que en la mitad del terreno se esté a la altura de lo que demanda el fútbol actual.

Es incuestionable que a la Celeste, para este regreso a las Eliminatorias Sudamericanas, llegan futbolistas con un gran destaque en sus clubes. En este grupo están: Giorgian De Arrascaeta en Flamengo, convertido en referente absoluto del goleo (por conversión propia o asistencia); Nicolás De la Cruz en River Plate por su contribución a la generación y definición de jugadas; Federico Valverde en Real Madrid, capaz de ser brillante hasta jugando de lateral derecho; Nahitan Nández en Cagliari por el despliegue que lo convierte en uno de los preferidos de varios equipos; Fernando Gorriarán en Santos Laguna, figura excluyente por potencia y goles.

En otra categoría, no por tener menos condiciones, sino por no haber podido jugar todo lo que quisiera, se encuentra Rodrigo Bentancur. Muchas veces elogiado por su enorme porcentaje de acierto en los pases, la última temporada de la Juventus no ayudó mucho para que el mediocampista uruguayo alcanzara uno de los picos altos que suele tener en su labor. Pero su aporte en la mitad del terreno es tan valiosa como la que puede ofrecer Matías Vecino. Su retorno es de enorme importancia. El futbolista del Inter de Milán es un líder dentro de la Celeste y perfectamente puede acoplarse a un tridente de gran peso en las transiciones junto con Valverde y Bentancur. Y a ellos también se les puede sumar Lucas Torreira, cuya capacidad para ir sobre los adversarios y limitar sus cualidades ya fueron expuestas repetidamente en la Selección.

Si Tabárez así lo quisiera, se podrá dar el gusto de armar una mitad del terreno con jugadores de talento que activen las condiciones goleadoras de Luis Suárez. O de Edinson Cavani cuando se sume para la Copa América. O, si fuese necesario, de retornar al concepto de primero limitar al adversario y luego ver cómo se le hace daño.

Por ejemplo: 4-4-2 con Nández, Bentancur, Valverde, De la Cruz en el medio. O un 4-2-3-1 con Valverde-Vecino, Gorriarán-De Arrascaeta-De la Cruz como mediocampistas. O hasta un 4-3-3 con Valverde-Torreira-De la Cruz en mitad de la cancha.

A no dudarlo: Uruguay se enriqueció en el mediocampo. Ahí está el cambio de identidad. La búsqueda para ser más fuerte avanza paciencia. Pero avanza.