DE VOLEA
Cada vez se aleja más del continente que es el fútbol doméstico y no solo por organización, sino por el estilo futbolístico mucho más europeo que uruguayo.
Desde hace mucho tiempo, más de una década por ser un poco más específico, se dice que la Selección es una isla. Y no solo es así, sino que cada vez se aleja más del continente. La organización, profesionalismo, infraestructura y cuidado que se le da a la Celeste no se ve en ningún club uruguayo y es en gran parte la explicación de que sea competitiva a nivel mundial, algo que las instituciones uruguayas no son ni siquiera a nivel regional.
Es insoslayable el hecho de que la calidad de los futbolistas es otra, porque (salvo Sergio Rochet) todos han dado el salto de calidad para jugar en ligas competitivas y grandes clubes, pero también de que no se deja detalle librado al azar. Por ejemplo, los clubes de la AUF quieren organizar una Liga Profesional y ni siquiera son capaces de lograr que sus equipos salgan en hora a la cancha cada fin de semana. Eso los transforma en poco creíbles.
Ahora bien, ¿por qué la Selección es cada vez más una isla? Porque además de los temas logísticos tiene otra mentalidad incluso futbolística. Al tener jugadores que actúan en la elite el juego que despliega la Celeste es totalmente distinto al que se ve cada fin de semana por acá. Rotación de pelota, movilidad, pases de primera y desmarque, fútbol vertical, llegadas por las bandas, velocidad física y mental, disparos lejanos… Lo que vemos por televisión desde España o Inglaterra también se le ve a Uruguay.
Hace años se decía que era imposible lograr todo eso en el fútbol doméstico por las canchas. Ahora están bárbaras, la pelota rueda perfecto, se juega en el mismo Centenario en el cual la Celeste despliega ese fútbol, los futbolistas siguen siendo uruguayos y los técnicos también; ¿o Diego Alonso no lo es? El problema evidentemente va por otro lado y habría que detectarlo. Las malas decisiones en la política de contrataciones puede ser uno, porque se malgasta mucho dinero en futbolistas que no lo valen. Por ejemplo, Nahuelpan le costaba 60.000 dólares mensuales a Peñarol.
Antes de crear una Liga Profesional, lo ideal sería ser profesional para no depender de la buena liga.