EL FÚTBOL Y YO
El relator desea que la Celeste se clasifique a la Copa del Mundo de Catar y ansía poder estar ahí para relatar todos los encuentros.
-Empezaste en un ciclo donde la Selección no tenía, como ocurre ahora, una identificación tan grande entre los jugadores y el público. ¿Por qué tan hincha de Uruguay? ¿Era una especie de desahogo por no poder transmitir la emoción deportiva por una institución?
-Desde la niñez, siempre fui muy fanático de Uruguay. Siempre cuento que en septiembre de 1989 hago un cumpleaños, en un día que le ganamos a Perú 2-0 con dos goles de Ruben Sosa, mis compañeros del liceo fueron a mi casa y yo me despreocupé de ellos y me puse a ver el partido que además nos clasificó para el Mundial de Italia. Más atrás, incluso, para ir al Mundial de 1986, con el famoso limonazo de ‘Chicharra’ (Venancio Ramos) contra Chile en el Estadio, hay mucho de eso. Mi primer recuerdo en el Estadio como hincha es con mi abuelo viendo a la Celeste y no viendo a un equipo. Ahí, ya de chico, yo era mucho más hincha de la Selección que partidario del equipo del que soy hincha.
-¿Qué sentiste cuando la gente comenzó a identificarte como la voz de la Selección?
-Fue muy loco, porque en los primeros partidos, estoy hablando de allá por 1999 y 2000, yo pensé que no iba a poder con esa condición de hincha y tener que pasar a ser periodista-relator. La transformación se dio sola, porque recuerdo que en los primeros partidos le dije a la producción de Tenfield en esos momentos: ‘con esto no puedo porque me gana la pasión, me gana el hincha’. Me acuerdo que Julio Sonino, que era quien dirigía todo porque estaba al mando de Croma y fue el que me moldeó a mí como relator de televisión, me dijo: ‘No, vos quedate tranquilo, nosotros sabemos lo que sos con Uruguay, lo tenemos claro. Se va a dar solo que la gente te acepte’. Y la gente fue aceptando ese relator partidario con Uruguay, que cuando llegaba el fin de semana tenía que despojarse de ese hinchismo con Peñarol y Nacional.
-¿Cómo lo tomaste?
-Con mucha tranquilidad, como tomo todas las cosas de mi vida. No hubo agrande, no hubo papelitos en el traste, por llamarlo de alguna manera. Creo que eso me ayudó a convivir con ese tema de ser tan fanático y tan enfermo, hasta las lágrimas en muchos momentos.
-¿No se te movió el piso por saber que la gente empezaba a admirar tu relato televisivo?
-No, sabés que no. Siempre tuve claro que era, es y va a ser un trabajo. Y que no define ni mi personalidad ni mi ego ni mi perfil bajo el relatar un partido de la Selección. Esa base de educación y cultural, que parte de mi casa, me parece que me ayudó mucho en mis años de carrera. No me perturbó ni para bien ni para mal. A veces las personas públicas el hecho de que la gente las acepte puede derivar en un ego muy grande y en mi caso no se dio porque siempre tuve claro es que ese era un laburo, que lo que se estaba aceptando era mi trabajo. Sí me venía bien que se aceptara porque todos trabajamos para eso.
-Fuiste creciendo y comenzaste a tener una relación diferente con los futbolistas, ¿cómo se forjó ese vínculo?
-Se fue dando en los viajes. Te confieso igual que los primeros viajes que yo hago con la Selección en 2000 y 2001 había otro tipo de jugador, mucho más parco, más cerco, más frío, más separado. Este grupo que nace en 2007, después de la Copa América de Venezuela, es el grupo con el que podías compartir una charla y no solamente de fútbol, había charlas de política, de hijos, de educación, de orígenes y de un montón de cosas. Creo que ahí también se dio algo de compatibilidad generacional, además de que las generaciones anteriores veían al periodista… no como un enemigo pero sí como un ser distinto, que en mi caso no se daba pero con otros colegas de más nombre sí. Este grupo empezó a adaptar las cosas de otra manera y fue muy espontáneo.
-Por esos vínculos que se forjaron, ¿fuiste más entusiasta con algún jugador?
-Sí, había y hay favoritos. Tengo debilidad por (Diego) Forlán, por (Luis) Suárez, por (Edinson) Cavani y no solamente por lo que han dado, sino porque son futbolistas que a mí me permitieron un desarrollo en el relato y en la emoción que no me lo dieron otros. Me parece que eso es normal. El futbolista que te permite destacarte en un trabajo o que te hace aflorar emociones, porque ahí se dan lo laboral con lo sentimental, está claro que te hace tener favoritos. Los tengo y los tendré para toda la vida.
-¿Qué partido te generó las mayores emociones? ¿Uruguay-Ghana?
-Uruguay-Ghana yo no lo relata, lo hace Roberto Moar porque hacíamos uno y uno. Ese partido lo vi en el Palco con Edgardo Novick y con Ricardo Alarcón. Terminé abrazado de los dos en el Palco Oficial de Johannesburgo. Ese partido fue muy emocionante desde el punto de vista de hincha, porque lo vi en la tribuna.
-¿Y relatando?
-Hay varios. Los dos goles de Luis Suárez a Inglaterra en junio de 2014, el penal que hace Diego Forlán en Quito para ir al Mundial de Sudáfrica en octubre de 2009 y me acuerdo el día que fue increíble estar en el estadio relatando y ver un estadio en silencio y observar a los jugadores de Uruguay festejando es el cuartos de final de Copa América de 2011 cuando ganamos en Santa Fe con el penal de Martín Cáceres. Yo tengo relatados más de 240 partidos de Selección e historias hay mil. Si me tengo que quedar con algo me quedo con esos y con los dos goles de Edinson Cavani a Portugal en 2018.
-Hay mil historias, ¿hay alguna diferente?
-Hay una que nunca conté que es la vuelta de Australia en 2006 tras perder por los penales. A mí me pasó que a medida que se daba el desarrollo de los penales me iba imaginando cómo iba a ser el viaje de vuelta. Eran muchas horas, más de 30, venir eliminados de la Copa del Mundo y ese viaje fue terrible porque se hizo con el cuerpo técnico y pocos jugadores porque la mayoría terminaron yéndose para sus equipos. Ese viaje fue terrible. En muchos momentos con desazón, tristeza. Fue el viaje más decepcionante.
-¿En qué lugar o cuándo te agarraste la bronca mayor?
-El día posterior al partido contra Italia en el Mundial de Brasil con lo de Suárez porque sabíamos que se venía el desastre porque ya estaba esa aureola de que lo iban a suspender. Y el partido con Colombia de los octavos de final no te voy a decir que lo hice sin ganas, pero sí lo hice convencido que ese día no había energía. A Suárez lo habían sacado como un delincuente de Brasil y no había energía. Después, particularmente, por cosas que me pasaron a mí porque empecé a estar enfermo de la columna por la hernia de disco, hubo partidos en el 2017 que yo los sufrí. Los relaté bajo una presión que no debí aceptar y hay uno que perdemos contra Brasil 4-1 en el Centenario con tres goles de Paulinho y ese partido fue terrible. Estaba tan dolorido y tan mal que después no pude viajar a Lima a hacer el partido con Perú. Ahí ya había empezado el deterioro grande que tuve con la empresa.
-¿Te preparabas los relatos de gol? ¿Imaginabas posibles jugadas o posibles definiciones?
-No, los gritos de gol siempre fueron espontáneos. Lo que sí siempre hubo fue una preparación de muchos días, a veces hasta desmedida de quedarme leyendo hasta las dos o tres de la mañana. Sí me podía imaginar que algún jugador podía llegar a hacer un gol, pero si preparaba algo no lo escribía y lo tenía en la cabeza. Pero confieso que luego la emoción me pasaba por arriba. Era un tsunami y no decía nada de lo que había imaginado.
-Con los jugadores quedó claro que siempre tuviste una muy buena relación y ¿con el maestro Tabárez cómo fue?
-Bien, siempre muy buena. Viste que está ese tema de que se enoja y le cambia el humor con alguna pregunta y yo siempre lo llevé, cuando tenía que hacerle una pregunta, a que hable de fútbol. Sin dejar de preguntarle lo que todo el mundo quiere saber, pero no le hago preguntas que vayan al roce. No tiene sentido que vaya a hacer una entrevista, con cualquiera y no solo con Tabárez, y lo ponga de mal humor. Así no termino sacando jugo de la entrevista y, entonces, siempre tuve una buena relación con él más allá de no comulgar en lo futbolístico muchas veces con la Selección.
-¿En qué cosas, por ejemplo?
-Eso que el pregona de limitar al rival y de bajar las revoluciones al rival a mí no me gusta y creo que muchas veces tuvimos y tenemos plantel para más. Pero en torno a la relación con él no me puedo quejar porque la relación siempre ha sido buena.
-¿En algún estadio la pasaste mal?
-La pasé mal varias veces en La Paz por un tema físico, hasta con sangrado de nariz. Relaté varias veces con sangrado de nariz y no dije nada porque no correspondía. Y en el otro estadio que la pasé mal fue en Puerto Ordaz en la Eliminatoria del 2009 con los famosos hielos. Ahí era toda una tribuna contra nosotros. Además, en el medio del quilombo, del lío, yo caigo por la pedrada que me dan de hielo y apareció una enfermera de la nada a querer levantarme y llevarme. Dentro de la locura que había yo le dije ‘no, no, no, no me lleves a ningún lado’. Lo hice porque no sabía dónde terminaba si me sacaban.
-¿Respondiste las agresiones?
-De nuestro lado solamente insultos. Además había como una mampara y como dos o tres metros de una caída hacia adelante que no nos permitía ir a pelearnos. Además, no daba como para hacerlo porque era toda una tribuna contra seis o siete personas. Los tipos nunca dieron ese paso de meterse arriba de la bancada sino hubiese sido un desastre de verdad.
El mote que se impuso pero que al principio el protagonista no aprobaba
-¿Alguna vez algún jugador te pidió una mención diferente o que le inventaras un apodo o, por el contrario, que no lo usarás el mote?
-Con Godín, con el tema del Faraón, a Diego no le gustó de entrada y me lo hizo saber. Me mandó un mensaje y le contesté: ‘Diego, si no querés no te lo digo más’, porque yo siempre fui muy respetuoso. Me dijo que estaba bien, que lo dejara y se empezó a reproducir: ‘El Faraón, El Faraón’ y hoy en día es el El Faraón en todos lados. Un día me mandó un mensaje así, de la nada: ‘Me ganaste, me gustó’ (risas).
-No tuviste suerte con el apodo de Suárez.
-Si me salió el Depredador, pero no pegó porque el Pistolero es más internacional y se instaló mucho más. Pero yo me quedé con ese y no lo abandoné más. Tampoco hay que abandonar una cosa porque no guste o no pegue. Ojo abandoné muchas frases o las dejé por el camino porque el gran síntoma de la frase entra es el público, si los chiquilines las repiten en la escuela, que me pasó con un montón, esas frases hay que exprimirlas y darles. Además se terminan transformando en tu sello, tu distintivo.
-Tu sello es relatar Uruguay por televisión. ¿Lo extrañás?
-Te diría que extraño mucho más el relato del fin de semana, Nacional y Peñarol, que el relato de la Selección. Ahora el de la Selección lo puedo hacer en AUF TV bajo otras circunstancias, sin la imagen, es distinto, pero por lo menos puedo hacerlo. Pensé que con el paso del tiempo, porque ya hace casi tres años que no relato los fines de semana, se me iba a aplacar las ganas, pero hay momentos que lo extraño mucho. Extraño bastante. Y hay veces que voy a ver los partidos y termino mirando para la cabina. Yo llevo el relato en el alma y siento de alguna manera que a mí se me cercenó una parte del cuerpo con lo que me sucedió. Realmente hay momentos que se me hace complicado.
-¿Vas a volver?
-Estoy convencido que voy a volver a relatar, no en Tenfield, eso está clarísimo, pero estoy convencido y lo veo del punto de vista de la atracción que yo en algún momento voy a relatar fútbol uruguayo.
-¿Por televisión?
-Por televisión o por radio. No descarto la radio porque es una herramienta divina de comunicación, hoy en día están todas las radios ocupadas, eso es verdad y aparte ha cambiado un poco la coyuntura económica y hay que ser productor, vendedor, periodista, las tres cosas, y yo me considero periodista. Pero no descarto que en el día de mañana se pueda hacer en televisión cuando venga otra empresa, sí es que viene.
-Estás en AUF TV pero es muy diferente..
-Sí, no tiene nada que ver. Lo hago es porque es mi vocación, pero no estoy en la cancha y la gente no me puede ver en un medio convencional. El streaming es lo que está, es el hoy, pero es totalmente distinto porque en este caso me están enfocando a mí los 90 minutos, ven las reacciones, que a mí nunca me gustó que se vieran porque me pongo muy nervioso y lo tomo también como una experiencia de vida.
-Pasó el tiempo, ¿cesaron los mensajes de apoyo de la gente?
-Cuando juega Uruguay es permanente. Ya salió una encuesta que hicieron los muchachos de Pases Uruguay tanto en Twitter como en Instagram con las fotos de los seis relatores que tiene Tenfield hoy, preguntando a quién querían de relator para el partido de Uruguay-Colombia y de diez votos, siete son para que relate Rodrigo. Es una locura. A mí me incomoda mucho porque yo los conozco a todos, pero es la voz de la gente. La Selección es el nexo que tengo yo con el público.
-¿Y en la calle?
-Con los partidos de Uruguay es en todos lados. Voy a cargar nafta y me preguntan dónde te escuchamos. La Selección es lo máximo y no hay nada que iguale el rating o lo que atrae un partido de la Selección en una clasificatoria, en una Copa América y ni que hablar en una Copa del Mundo.
-¿Dónde te ves en noviembre de 2022?
-En Doha y trabajando. Pudiendo disfrutar de una nueva Copa del Mundo y trabajando al máximo, porque vos sabés que en una Copa del Mundo no hay tiempo para nada. En Rusia, por ejemplo, dormíamos tres horas diarias y con la diferencia horaria se hacía largo y pesado el día, pero es lo que quiero, lo que ansío y me encantaría que Uruguay vaya al Mundial y yo poder estar relatándolo ahí.
-¿Quiénes integran el podio de los tres mejores jugadores de la Selección que viste?
-Diego Forlán, Enzo Francescoli y Luis Suárez. Creo que Diego más que Enzo y ganó menos, porque Enzo ganó todo, pero las cosas que yo se las vi hacer a Forlán no se las vi a Francescoli. Y me parece que comparar a los jugadores en base a lo que ganaron no es justo. Es un ítem muy importante, reconozco que Enzo es de los más ganadores, pero yo le vi a Diego hacer cosas que las vi de otro. Por ejemplo, lo máximo, ser el mejor jugador de una Copa del Mundo. Ojalá el día de mañana aparezca otro igual a Diego con esa visión de campo, con esa inteligencia para jugar y para desarrollar el fútbol y poder disfrutar de otro. Pero el uno es Forlán.