Uruguay se autoeliminó del Mundial de Qatar 2022

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Uruguay tras el final del partido ante Ghana. Foto: Nicolás Pereyra.

OPINIÓN

La denuncia de los uruguayos contra el arbitraje en el Mundial de Qatar 2022 será ruidosa y tal vez pertinente. El penal concedido a Portugal por una mano de Giménez fue muy discutido en todo el mundo, supuestamente reconocido como un error por la propia FIFA. Los dos penales no señalados contra Ghana —uno sobre Darwin Núñez y otro sobre Edinson Cavani— también son discutibles. Pero la selección de Uruguay no fue eliminada de la Copa del Mundo en la fase de grupos por errores arbitrales. La eliminación de Uruguay es un monumento a la mezquindad.

El peor resultado de Uruguay en un Mundial desde 2002 se debe a la forma cobarde con la que afrontó los partidos ante Corea del Sur y Portugal, cuando cosechó un empate 0-0 y una derrota 2-0, respectivamente. La eliminación de Uruguay tiene el nombre, el apellido y la firma del técnico Diego Alonso, responsable de mantener en el banquillo a Giorgian De Arrascaeta durante 90 minutos ante Corea y otros 62 frente a Portugal. Además, lo sacó en el minuto 80 contra Gana, sabiendo que el partido Corea-Portugal estaba a solo un gol de obligarlo a necesitar más.

Cuando el atacante de Flamengo por fin tuvo la oportunidad de empezar un partido como titular, en la última jornada de la primera fase ante Ghana, todo cambió. El partido fluyó, Federico Valverde y Rodrigo Bentancur se sintieron cómodos jugando por abajo y no a pelotazos. Darwin Núñez, Luis Suárez y Facundo Pellistri se asociaron. Hubo acercamientos, triangulaciones. El autor de los goles del triunfo celeste no podía ser otro: De Arrascaeta, el mago al que Alonso impidió jugar más de la mitad de lo que duró el Mundial de Uruguay. Durante al menos un partido, Uruguay jugó fútbol de verdad, ganó 2-0 y mereció haber hecho más.

No lo hizo, y eso es parte del juego. El arquero rival puede hacer buenas atajadas, los árbitros de campo o video pueden cometer errores. Pero las escenas finales de desesperación uruguaya, Suárez llorando en el banquillo, Coates metido en el área como un delantero, todo eso se pudo haber evitado. El problema no estuvo en el estadio Al Janoub, donde tuvo lugar el triste último baile de Suárez y Cavani, los héroes de 2010, otra vez ante Ghana. El problema estaba en los dos partidos anteriores.

Durante 208 minutos -los 180 reglamentarios y otros 28 de las generosas adiciones de la FIFA- Uruguay se dedicó al no-fútbol, a un tipo de juego feo y anticuado, en el que el balón viaja alto y no en el suelo, en el que se puede marcar un gol como resultado de la casualidad, pero nunca de la elaboración o la inspiración. El juego pertenece a los jugadores. Y no es coincidencia que tanto Giorgian De Arrascaeta como Edison Cavani usaran la misma frase frente a los micrófonos al final de esos dos partidos: "Hay que preguntar al entrenador".

Justo cuando se presentó el partido contra Ghana, el último hombre sobre la tierra que aún no estaba convencido de la necesidad de contar con De Arrascaeta en el once inicial finalmente cedió. Desafortunadamente para Uruguay, este hombre fue el entrenador de la selección durante el Mundial.

La eliminación de Uruguay se suma a otros momentos tristes para los latinoamericanos en Qatar. Solo Brasil y Argentina avanzaron a los octavos de final y aún tienen posibilidad de evitar lo que sería el quinto título consecutivo de selecciones europeas.

Costa Rica cayó después de un partido épico contra Alemania, en el que ganaba 2-1, un corto lapso de tiempo en el que el mundo entero se detuvo, porque el resultado también eliminaría a España. Pero los alemanes le dieron la vuelta al partido, ganaron 4-2 y enviaron a los Ticos de vuelta a casa.

Más dolorosa fue la eliminación de Ecuador, que venció bien a los anfitriones en el partido inaugural y jugó un partido muy digno ante Holanda antes de caer ante Senegal. La escena más triste del Mundial la protagonizaron los jugadores ecuatorianos sollozando sobre el césped del Estadio Khalifa.

Y México regresó de Qatar en crisis, con el técnico Tata Martino despedido después de tres malos partidos ante Polonia, Argentina y Arabia Saudita. La selección mexicana llegó al Mundial dispuesta a superar la "maldición del cuarto partido". Cayeron sin poder pasar del tercero.

*Martín Fernández es periodista de ge.globo, comentarista de Sportv, columnista de O Globo de Brasil y del Grupo de Diarios América (GDA)

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