TENIS
La leyenda del tenis mundial había anunciado su retiro en una entrevista. El viernes fue ovacionada por el público pero no cerró la posibilidad de jugar en Australia.
La estadounidense Serena Williams se despidió este viernes del Abierto de Estados Unidos, en el que puede ser el partido que pone el punto final a su carrera, pero, si así fuese, lo hizo ofreciendo una última lección de carácter y compromiso, batallando durante más de tres horas contra la australiana Ajla Tomljanovic.
Williams, de 40 años, anuló cinco bolas de partido antes de rendirse ante Tomljanovic en la tercera ronda y lo hizo en un pista Arthur Ashe repleta de espectadores, que tras empujarle en cada punto, le despidió por todo lo alto.
La leyenda estadounidense aseguró en una reciente entrevista que está preparada para dejar el tenis y sugirió que esto pasaría después de este Abierto de Estados Unidos.
"No creo, pero nunca se sabe. No lo sé", afirmó Serena Williams en su emotiva entrevista a pie de campo, tras perder por 7-5, 6-7(4) y 6-1 ante la australiana Ajla Tomljanovic. Minutos después, en rueda de prensa, mantuvo abierta una pequeña posibilidad de que se replantee su decisión.
"No sé, no estoy pensando en eso (si su retirada es definitiva). Siempre me ha encantado Australia", afirmó sonriendo.
Major memories made across the ?@AustralianOpen | @RolandGarros | @Wimbledon | #USOpen pic.twitter.com/aF6tmMBA3B
— US Open Tennis (@usopen) September 3, 2022
Su último partido ha provocado una lluvia de muestras de agradecimiento por su legado dentro y fuera de la pista, con la exprimera dama Michelle Obama, la extenista Billie Jean King, la futbolista Alex Morgan o el golfista Tiger Woods que publicaron sentidos mensajes en sus redes sociales.
Serena que deja la competición con los 23 Grand Slams que sobresalen en los 73 títulos conseguidos en el circuito. Cuando irrumpió definitivamente en la élite acaparó el reinado por el que pujaban la suiza Martina Hingis primero, su hermana Venus o su compatriota Jennifer Capriati en los últimos años ya de Graff, a un paso de la retirada.
Serena empezó a ganar en 1999. Levantó las copas de París, Indian Wells, Los Ángeles, la Copa Grand Slam y también el Abierto de Estados Unidos, su primer gran título. Ya nada la paró.
Desde ese triunfo en Nueva York en la final ante Hingis en Flushing Meadows nada pudo parar a Serena. Siempre ganó algo desde entonces hasta el 2017, excepto en el 2006, su única temporada en blanco. Aquel curso solo jugó cuatro torneos lastrada por una lesión en la rodilla.
One final wave ? pic.twitter.com/HivoQiMDdT
— US Open Tennis (@usopen) September 3, 2022
Cuatro años antes, en el 2002 había firmado su explosión definitiva. Ese año ganó tres de los cuatro Grand Slam: Roland Garros, Wimbledon y Abierto de Estados Unidos. En el 2007 reapareció y venció en Australia, en el Melburne Park. Se sobrepuso y todo siguió.
Mantuvo el tipo y el dominio ante la irrupción del tenis belga con Justine Henin y Kim Clijsters, a la fortaleza de la nueva generación rusa liderada por Maria Sharapova, Svetlana Kuznetsova o Anastasia Myskina. A sus compatriotas Venus, Capriati o Davenport. Ella permaneció allí, entre todas ellas, como la mejor.
Siete títulos del Abierto de Australia (2003, 2005, 2007, 2009, 2010, 2015, 2017), tres de Roland Garros (2002, 2013, 2015), siete de Wimbledon (2002, 2003, 2009, 2010, 2012, 2015, 2016) y seis Abiertos de Estados Unidos (1999, 2002, 2008, 2012, 2013, 2014).
Además, un oro olímpico en Londres 2012, catorce grandes en dobles y tres títulos en los Juegos (Sydney 200, Pekín 2008 y Londres 2012) junto a su hermana Venus.
Un lustro ha pasado desde su último título del Grand Slam, en el Abierto de Australia tras vencer en la final a su hermana. Entonces superaba a Steffi Graf. Recuperó el número uno del mundo y todo por delante para dar caza al registro de Margaret Court.
Su mundo se detuvo. Serena estaba embarazada y en abril de ese año, del 2017, dejó de lado el circuito, la competición y sus objetivos. Todo cambió para Serena Williams. La perspectiva, los retos, la competición. Pasó a ser prioritaria la familia. Su vida, la de su hija. Su familia.
Entre ceja y ceja ser la mejor de la historia. La mejor de siempre. Nunca se le fue de ahí la idea. Y volvió. Tuvo a tiro la conquista del Grand Slam cuando en el 2015 logró ganar en Australia, París y Londres. Pero se le escapó Nueva York.
Hacía tiempo que barruntaba con la idea de volver, de cerrar el círculo. De cumplir con el último desafío. Con dar caza a Court, con ser la mejor de siempre. Saltó a la pista otra vez y rozó la meta. En el 2018 disputó las finales de Wimbledon que perdió ante Angelique Kerber y del Abierto de Estados Unidos superada por la japonesa Naomi Osaka. Aún una temporada después, estuvo a punto en Wimbledon, batida en el último partido por Simona Halep, y en Nueva York, superada por Bianca Andreescu.
Fue un torneo de menor relevancia, en Auckland en el 2021 cuando consiguió su último trofeo, el primero tras ser madre.