TENIS
La increíble historia de Emma Raducanu: en un año, la británica, de 19 años, ya cambió tres coaches. El detrás de escena de una vida a puro vértigo.
Emma Raducanu tenía 15 años y algunos meses en aquel marzo de 2018. Simona Halep (Rumania), Garbiñe Muguruza (España), Caroline Wozniacki (Dinamarca y Karolina Pliskova (República Checa) dominaban la escena en el tenis femenino. La estadounidense Serena Williams ya tenía sus 23 títulos de Grand Slam en singles y había comenzado la persecución de la marca histórica de 24 conquistas de la australiana Margaret Court. En el Abierto de Australia 2018, Wozniacki había superado en la final a Halep. De la pandemia no había ni señales. Era un un mundo normal. Para para ella se estaba abriendo un mundo diferente...
Estaba en su primer ITF, los torneos donde empiezan a cosechar puntos para el ranking mundial. Era en Nanjing, China. Por sus rasgos físicos, muchos pensaban que se trataba de una tenista local. Pero no: Emma Raducanu era oriunda de Toronto, Canadá, y british por adopción, ya que cuando tenía dos años su familia (Ian y Renee) se mudó a Londres. En Nanjing ganó su primer partido sobre piso de cemento y de la manera soñada: con una buena bicicleta (6-0 y 6-0) a la japonesa Satsuki Koike por la primera rueda de clasificación. Pero no pudo ingresar en el cuadro principal ya que cayó en el último filtro.
En ese entonces, y varios años después también, Raducanu no tenía dinero, aunque sí se ilusionaba con que los gastos de sus giras fueran solventados por la poderosa Lawn Tennis Association (LTA), la Federación Británica.
En el ITF siguiente, el Nanjing 3, Raducanu entró en el main draw tras sortear la qualy, ganó dos partidos y llegó hasta los cuartos de final. Había embolsado por todo concepto 367 dólares y sus dos primeros puntos de ranking. Son momentos que los deportistas de elite, los tenistas en este caso, recuerdan toda la vida. Meses más tarde, probó en la clasificación de Wimbledon: eliminada en la primera rueda. Era la 878° del mundo. Y en octubre llegaría su primer título: el ITF de Antalya, Turquía, que repartió 15.000 dólares en premios. Cinco victorias, 10 puntos para el ranking y un premio de 2.352 dólares. Fue su bolsa más suculenta, próxima a cumplir los 16 (el 13 de noviembre).
Luego de jugar apenas dos torneos en 2020 en plena pandemia, el 2021 le tendría reservada su primera gran función: Wimbledon. Tras dos intentos fallidos y caer en la primera rueda de la qualy, recibió un wild-card que fue mágico. Era la 338 del ranking. Superó a la 150 (Diatchenko), a la 42 (Vondrousukova) y a la 45 (Cirstea) sin ceder sets. Provocó una gran revolución. Llenaba las canchas y todos hablaban del nuevo fenómeno, de su cruce de naciones a nivel familiar (padre rumano, madre china) y de residencia (canadiense devenida en británica). Un estallido que llegó a la cancha central del All England para afrontar los cuartos de final ante la australiana Ajla Tomljanovic, 75 del mundo. La situación la sobrepasó por completo. Se sintió mal, mostraba palpitaciones y problemas para respirar, fue atendida en la cancha misma y se retiró tras perder por 6-4, 3-0 y abandono. La preocupación por la adolescente atribulada recién cesó al día siguiente, cuando apareció con la frescura de su sonrisa en una nota por TV.
Pero su vida ya había cambiado en ese julio de 2021. Estaba dentro de las 185 mejores del ranking y del All England se había llevado casi 250.000 dólares en premios para poder reorganizar su carrera. Ese wild-card y su actuación, claro está, le habían cambiado la ecuación a ella y a toda la familia. A las pocas semanas, Raducanu aparecía en el palco de Wembley, invitada para ver al seleccionado de fútbol en la Euro 2021 que ganó Italia al derrotar en la final precisamente al equipo local. Luego, su figura se vio en los boxes de Silverstone, durante la actividad del Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1. Era una estrella del deporte luego de ese Wimbledon mágico.
Fue un momento de quiebre en su vida también a nivel comercial. Notas, exposición pública, invitaciones a eventos marketineros. Las empresas empezaron a posar sus ojos en ese nuevo boom que había llegado de golpe al tenis femenino. Y apenas dos meses más tarde, el impacto que significó ganar un Grand Slam: el US Open. La chica de las 10 victorias en 20 días, tres de la clasificación y siete del cuadro principal. Fuera de toda previsión. Llegó como 150 del mundo y se fue entre las 22 mejores. Venció a la 12 (Belinda Bencic) y a la 18 (Maria Sakkari), entre otras. Para derrotar en la final de las teenagers a la canadiense Leylah Fernandez (73). Cosechando, además, 2.040 puntos y 2.500.000 dólares.
Tres semanas mágicas y US$ 17,5 millones en el banco
Si después de Wimbledon se hizo conocida, tras obtener el US Open su fama fue inclasificable. Entrevistas en la Bolsa de Nueva York, asistencias a eventos con celebridades y hasta exhibiciones benéficas de tenis con la Duquesa de Cambridge, Kate Middleton al regresar a Gran Bretaña. Pero no sería lo más suculento: en esas semanas posteriores al triunfo al US Open su cuenta bancaria sobrepasó los cálculos más optimistas. Y de alguna manera, sirve para graficar lo que ocurre cuando un deportista consigue un triunfo relevante, genera esos auténticos “bombazos” que derrumban toda previsión y cálculo razonable.
Se estima que Emma Raducanu, su agente comercial, firmó contratos publicitarios por un valor que oscila en los 15 millones de dólares. Un año antes todavía estaba cursando y dando exámenes de bachillerato y de pronto era famosa, figura del tenis mundial y millonaria. ¿Con qué firmas alcanzó convenios la nueva estrella? Con Porsche, British Airways, Tiffany and Co, Vodafone, Dior y Evian, entre las principales. Un salto que se explica mejor si se tiene que cuenta lo que eran sus finanzas, según el resumen de la empresa Harbour 6 Limited, que maneja sus ingresos.
Como imagen de grandes firmas
“El activo de Emma era de 55.682 libras (unos 70.000 dólares), pero debía a los acreedores 54.887 libras, lo que le dejaba con unas 795 libras (1000 dólares). Otras 750 libras se restaron como ‘provisión para pasivos’, lo que la dejó con 44 libras (55 dólares). Las cuentas muestran lo vertiginoso que ha sido su ascenso; ha pasado de casi no ganar dinero a embolsar 2,5 millones de dólares en premios en el US Open y luego a firmar grandes acuerdos de patrocinio con empresas como Porsche, Evian y Dior”.
A Emma Raducanu le perturba especialmente que se hable en los medios de comunicación de sus ingresos millonarios desde que ganó el Abierto de Estados Unidos. “Tal vez se vea, en las noticias o en las redes sociales, que he firmado tal o cual acuerdo, y creo que es bastante engañoso, porque estoy haciendo cinco o seis horas al día (de entrenamiento), estoy en el club 12 horas al día”, dijo Raducanu a la prensa. “Creo que es injusto, pero es algo con lo que he aprendido a lidiar y a ser un poco más insensible al ruido exterior”, agregó la tenista.
Curiosamente, a pesar de ser hoy la 12 del mundo, Raducanu sigue ostentando un único título como profesional: ese US Open. No cerró bien el 2021 (dos triunfos y tres derrotas en tres torneos). Y tampoco arrancó con gran suceso el 2022: sobre 12 partidos, registra 5 éxitos y 7 derrotas. Su mejor producción fue los cuartos de final a los que accedió en Stuttgart, la semana pasada. Y la falta de estabilidad con sus entrenadores es otro rasgo que la caracteriza y que no habla bien de ella. Apenas cinco meses le duró el cotizado Torben Beltz, el coach que acompañó los mejores momentos de la alemana Angelique Kerber en la cumbre del tenis. Ya antes de ganar el US Open decidió soltar a su entrenador de siempre, Nigel Sears, de la Federación Británica. Contrató a Andrew Richardson y luego del resonante éxito en Flushing Meadows prescindió de él, entendiendo que a raíz del salto de calidad que había dado necesitaba de una conducción diferente. Bueno, ahora vuelve a las fuentes: será asesorada por coaches de la Lawn Tennis Association (LTA).
“Quiero dar las gracias a Torben por su entrenamiento, su profesionalismo y su dedicación durante el último medio año. Tiene un gran corazón y he disfrutado de nuestra fuerte química durante el tiempo que hemos estado juntos. Siento que la mejor dirección para mi desarrollo es la transición a un nuevo modelo de entrenamiento con el apoyo de la LTA en el mienrtras tanto”, dijo Raducanu en un comunicado.
Raducanu, junto con su padre Ian, buscarán el cuarto entrenador en un año. Nigel Sears, Andrew Richardson y Torben Beltz pasaron raudamente junto a ella. Y justo cuando había alcanzado la mejor producción en este ciclo de cinco meses con Beltz, llegando a los cuartos de final en Stuttgart, llega el intempestivo final de la relación. Todo lo que Raducanu consiguió en la cancha de manera fulgurante, a nivel marketinero y comercial, no condice con la inestabilidad que exhibe respecto de sus grupos de trabajo. El tiempo dirá si su tiempo de gloria resulta efímero o si todavía tiene margen para desarrollar todo su potencial y permanecer un largo tiempo entre las mejores del mundo. Con 19 años, está claro que le sobra margen para lograrlo. Depende de ella y de sus emociones.