Álvaro lema Mosca: Los tiempos de la escritura
Desde 2015 vive en Madrid, donde es profesor en la Universidad Carlos III y en la Universidad Internacional de La Rioja. La vida sigue sendas curiosas que solo se aprecian al mirar la foto panorámica con cierta perspectiva, pero él resume así la razón de su ser y estar en España: “vine a estudiar y enseguida me enamoré de Madrid. Las circunstancias se fueron dando para que me quedara. Hay algo extraño con esta ciudad. Es como una buena amante: es muy seductora, rápidamente te hace sentir bien y se vuelve muy difícil abandonarla”.
Álvaro (Florida, Uruguay, 11 de setiembre de 1988), es poseedor del don de la creación de universos a través de la palabra, un decantador de emociones y experiencias que se traducen en prosa algunas veces, y en poesía y dramaturgia, en otras. La constante, en esta aparente diversidad de formas y lenguajes, es la literatura, una de las compañeras más fieles desde que era muy pequeño. “Recuerdo la primera vez que leí Cuentos de amor de locura y de muerte, de Horacio Quiroga, y sentí que algo se abría en mi cabeza”. Tenía diez años cuando empezó a escribir y a compartir lo narrado. “Cuando la maestra de escuela nos pidió que escribiéramos un cuento y el mío se volvió popular entre los compañeros, ahí descubrí que la literatura era lo más parecido a la magia que podía conocer. Escribir es un acto mágico. Nunca he sido plenamente consciente de que la escritura fuera mi vocación. En todo caso, es un placer casi adictivo, no puedo estar sin escribir. Pero también es cierto que la literatura ha sido y es una carrera profesional para mí, a la que me dedico hace años desde otra posición, como profesor o como crítico”. Mientras hacía el profesorado de Literatura en el IPA, publicó su primer poemario en Argentina y empezó a editar la revista ONCE para dar a conocer lo que estaba pasando en ese momento con su generación. En 2014 apareció su primera novela, El silencio de las sombras (Cruz del Sur), obra que suele incluirse en el fantástico rioplatense, el terror criollo o el suspense. Allí aparece el pueblo imaginario donde suele ubicar sus historias, Sarandí, y algunos de los personajes que reaparecen en sus libros siguientes.
Tras estudiar profesorado, se graduó en comunicación en la Universidad de la República. A la par que desarrollaba su tarea docente, seguía escribiendo. Ha publicado los libros de poesía De esta manera tan inusual (Melón Editora, 2012), y Un mundo de nadas (ONCE plaquetas, 2013), la novela El hombre sin rostro (Ediciones Atlantis, 2017) y la colección de relatos Las heridas me las hice yo (Caligrama, 2016). En 2023 publicó Los nacimientos del cine uruguayo (Sujetos Eds), una historia completa sobre el cine hecho en nuestro país. El 2 de agosto de este año se estrenó en el Museo Torres García su obra de teatro Un eterno estado de pesadilla, con dirección de Natalia Chiarelli y protagonizada por Grissel Giannini, Cristina García Luengo y Luana Bermúdez. La historia transcurre mientras se celebra el partido de fútbol entre Uruguay y Brasil en el Estadio Maracaná, en julio de 1950, ocasión en la que las pintoras Amalia Nieto, Lía Maneiro Berro y Marta Carafí se reúnen en el taller de una de ellas y discuten sobre el hecho de ser mujeres y artistas, en una época crucial para el país. La pieza aborda su situación y la de sus congéneres a mediados del siglo pasado, a la vez que le abre al escritor las puertas a la dramaturgia. “En todos los casos, se trata de procesos escriturales para mí. Si bien consumo literatura como lector, teatro como público, y cine como espectador, me relaciono con dichas expresiones desde la escritura. Profesionalmente, me interesa escribir sobre cine y otras formas de comunicación visual. Lo del teatro es distinto. Durante años me fue imposible escribir drama y ahora, sin embargo, se está representando con éxito mi obra. Su escritura fue tremendamente placentera: fue por encargo, tuve que investigar sobre tres pintoras uruguayas y ponerlas a dialogar en una situación particular. Me lo pasé muy bien escribiéndola”. La obra se estrenó en Montevideo, y está previsto representarla en distintos escenarios del país en los próximos meses.
Pese a los logros obtenidos en lo profesional, y al mérito personal que significa volver a empezar en otro país, Álvaro encuentra pocas palabras para expresar lo que le hace sentir más orgulloso. Al volver la vista atrás tiene consciencia de que muchos en su generación se han enfrentado a los mismos asuntos que él: la precariedad del trabajo, la dificultad para hacerse con una casa propia, la obligación de tener que recolectar méritos para ingresar en el mundo profesional, las incertidumbres de un futuro poco prometedor. “Trato de no hacer ese ejercicio que es bastante peligroso para el ego. Los logros nunca son individuales sino fruto de trabajos compartidos. Si hay algo, una sola cosa que se me viene a la mente ahora mismo, es haber sobrevivido en una ciudad como Madrid, y haberme abierto camino en un país que no es el mío, pero que siento como propio”. Es allí, entre calles que en algunas esquinas evocan a Montevideo, pero que nunca regalan una vista al mar, donde compone sus próximos textos. “Cuando no escribo, me falta el aire y la cabeza se me llena de fantasmas. Escribo para exorcizarlos”. https://www.lemamosca.com/
Marcel Romero: entrega y vocación
En la Escuela Agraria de Trinidad, un centro educativo con poco más de cien alumnos, ubicado en el departamento de Flores, imparte clases Marcel Romero. profesor de Física egresado del Centro Regional de Profesores del Sur (CeRP del Sur, Atlántida), con posgrado Diploma de Especialización en Física (Udelar-Anep) y reciente ganador del Premio ReachingU al docente uruguayo de este año, destinado a resaltar el trabajo de profesionales que marcan una diferencia real en sus estudiantes y comunidades, a través de prácticas innovadoras que inspiran y transforman. Romero (39 años), nació en la ciudad donde vive y trabaja, y en la que hace más de dos décadas, perdió cuatro veces el examen de Física de 5to. año de liceo. Aquella frustración que embargó sus días de estudiante, le marcó el camino profesional. En el presente, la jornada laboral de Marcel empieza entre las 7:30 u 8:00 de la mañana, y algunos días de la semana, termina a medianoche. Su vocación no se mide tanto por las horas destinadas a la tarea, sino por el cariño y cuidado con el que las ocupa. Para entregar lo mejor de sí a los alumnos, colegas, y a la familia, Marcel se mantiene actualizado mediante el estudio continuo. “Es cierto que es imposible estar al tanto de todas las novedades, pero trato. En esto, Internet es un gran aliado, ya que ofrece acceso a una gran cantidad de información, como cursos online, libros digitales y contenido audiovisual, que me permiten seguir aprendiendo y adaptándome a los cambios”.
La Fundación ReachingU, que hace 23 años trabaja por la educación en el país, distingue con este premio la labor de docentes que han logrado impacto inspirador en sus estudiantes y comunidades. El premio es la versión local del Global Teacher Prize de la Fundación Varkey. En nuestro país entrega cinco mil dólares al ganador, y becas de formación a los finalistas. Paula Mosera, directora ejecutiva de la fundación, destacó la labor y méritos de Marcel Romero durante la ceremonia de premiación que transcurrió en setiembre pasado, en el Auditorio Vaz Ferreira de la Biblioteca Nacional, en Montevideo. Allí dijo: “reconocer y fortalecer la profesión docente es clave para mejorar los aprendizajes de los estudiantes. El 60 por ciento de nuestra inversión está dirigida a programas de desarrollo docente”.
Marcel Romero fue elegido por un conjunto de virtudes y méritos, entre otros, la aplicación del enfoque STEAM -que integra Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática, para fomentar la creatividad y el pensamiento crítico-, con el fin de despertar el interés y mejorar el aprendizaje de sus estudiantes. “La Física juega un papel fundamental en varios aspectos de la tecnología aplicada al agro”, avances que según explica, luego se trasladan del aula a los asuntos de la vida cotidiana en el medio rural. “Por ejemplo, en el ámbito de la mecánica, que estudia el movimiento de los cuerpos, se aborda el tema de los satélites artificiales. Actualmente, la tecnología satelital permite controlar maquinaria agrícola, optimizando su rendimiento y reduciendo los tiempos de trabajo. Otro ejemplo es el uso de la electricidad y la electrónica en la automatización de sistemas, como los que instalamos en la Escuela Agraria. Estos circuitos eléctricos, en casos como los invernáculos, contribuyen en la optimización de la producción de alimentos. Asimismo, los conocimientos en termodinámica son esenciales para el funcionamiento de dispositivos como los tanques de frío en los tambos, que conservan la leche en óptimas condiciones”, enfatiza.
Marcel Romero tiene recuerdos maravillosos de su infancia y de allí viene mucho de lo que intenta legar a sus hijos y a sus alumnos. Lo hermoso del interior, cuenta, “es que podés disfrutar de la niñez sin mayores peligros, algo que en la capital puede ser más complicado”. A los siete años comenzó a estudiar órgano y con ello aprendió la importancia del esfuerzo para alcanzar las metas, lo que significaba priorizar los estudios, incluso pasando por encima de algunas de nuestras actividades favoritas. “De niño era feliz, y hoy lo sigo siendo. Nunca faltaba a mis clases de órgano ni a la escuela, y hoy solo falto al trabajo por razones de fuerza mayor. Desde pequeño aprendí que la felicidad no está en lo material, sino en lo que compartes con tu familia y amigos, y sigo pensando igual. Naturalmente, algunas cosas cambian; antes buscaba principalmente mi satisfacción personal, pero ahora, la mayor alegría tanto para mi esposa como para mí es ver felices a nuestros hijos, Jorge Ignacio de 3 años y María Paz de 7 meses. Aunque con la madurez uno cambia, los pilares fundamentales que se forjan en la infancia te acompañan para siempre, algo que me recuerda el versículo bíblico que dice: “instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. En Instagram | Marcel Romero Aguilar