Carolina Abuchalja: Educar para el futuro

Ante las nuevas demandas del mercado laboral, las instituciones académicas actualizaron su enfoque. Aquí, la Directora General de EduSchool, quien también dirige la Escuela de Desarrollo Empresarial, y es miembro del Rectorado de UDE repasa las áreas de relevancia que hoy pautan la formación.

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Carolina Abuchalja
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Frente a un mundo en constante evolución, uno de los cambios más notables registrados en la educación es el énfasis en el desarrollo de las habilidades prácticas y aplicables. Con este titular, comienza la conversación con la Magister Carolina Abuchalja, quien por más credenciales es miembro del Rectorado de la UDE, Directora de la Escuela de Desarrollo Empresarial, y Directora General de Eduschool. “A diferencia del enfoque tradicional, a menudo centrado en la teoría, en las instituciones educativas hoy nos esforzamos por preparar a los estudiantes en competencias que puedan utilizar directamente en el mundo laboral; habilidades esenciales como la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación efectiva, y el trabajo en equipo”.

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En ese marco, el enfoque se centra en una educación personalizada y flexible, con programas diseñados para adaptarse a las necesidades de los estudiantes. “Opciones como el aprendizaje en línea, formatos híbridos, horarios flexibles y rutas de aprendizaje ajustadas a los intereses y ritmos de cada persona”, detalla la especialista.

La integración de la tecnología al proceso educativo es otro aspecto crucial. Abuchalja señala que herramientas como plataformas de aprendizaje en línea y experiencias inmersivas de realidad virtual y aumentada, revolucionan la manera en que se enseña y se aprende. La educación se vuelve más accesible y se incrementa la interactividad y el compromiso de los estudiantes con el contenido. "Hoy también se promueve la colaboración interdisciplinaria. Trabajar con compañeros de diferentes campos de estudio para abordar problemas complejos los expone a diversas perspectivas y enriquece su comprensión, preparándolos para carreras en sectores emergentes donde la innovación y la interconexión son fundamentales”.

Ahora bien, en un mercado laboral tan dinámico, ¿qué tipo de formación se precisa? Abuchalja advierte que existe una clara exigencia por parte de los empleadores hacia una educación que integre tanto habilidades técnicas especializadas, como competencias transversales, adaptabilidad y una mentalidad de aprendizaje continuo. “En este contexto, hay áreas de relevancia como la tecnología y las ciencias de la computación, sectores en crecimiento que abarcan disciplinas como el desarrollo de software, la ciber-seguridad, la inteligencia artificial, el análisis de datos y la computación en la nube. Las ciencias de la salud también están en alta demanda, con profesiones como la enfermería, la medicina, la fisioterapia, la psicología y la nutrición, destacando la importancia de la atención primaria y la salud mental. El ámbito de los negocios y las finanzas necesita expertos, especialmente en marketing digital, análisis financiero, gestión de proyectos, comercio electrónico y emprendimiento. La ingeniería y manufactura continúa siendo crucial en el tejido productivo, y el sector educativo también precisa profesionales calificados que manejen nuevas tecnologías, enfoques de educación inclusiva y modalidades de enseñanza a distancia”, subraya.

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Más allá de los conocimientos técnicos, hay competencias transversales, como el pensamiento crítico, la habilidad de expresarse de manera clara y persuasiva en diferentes contextos, y la capacidad de resolver problemas; todas esenciales. A esto, la Directora de la Escuela de Desarrollo Empresarial suma el liderazgo y la iniciativa, cualidades que permiten motivar a otros, asumir responsabilidades y ser proactivo en la resolución de problemas. Y agrega: “el mercado laboral está cada vez más interesado en habilidades blandas, como la inteligencia emocional, la empatía, la gestión del tiempo y la negociación". De esto se desprende el papel cada vez más crucial de la educación emocional. Comprender, gestionar y expresar las emociones de manera saludable y constructiva permite el desarrollo del bienestar personal. "A través del autoconocimiento, la autoestima y la resiliencia somos capaces de enfrentar los desafíos y el estrés cotidiano con mayor eficacia. Por otro lado, nos capacita para empatizar con los demás, mejorando así nuestra habilidad de comunicarnos y de construir relaciones más sólidas y saludables. En el ámbito académico y profesional, facilita la concentración, fomenta la motivación y mejora la toma de decisiones, lo que lleva a un mejor rendimiento, y esto potencia las oportunidades en el mercado laboral”.

Asimismo, la experta señala que la experiencia práctica es un factor decisivo, así como la actualización a lo largo de la carrera. Es más, como Directora de la Escuela de Desarrollo Empresarial, Carolina Abuchalja bien conoce el valor de la formación continua. “Este aprendizaje es esencial para el desarrollo profesional; que los individuos actualicen sus conocimientos permite mantenerse al día con las últimas tendencias y avances en sus campos de trabajo, pero además abre las puertas a asumir nuevos roles y responsabilidades, e incluso cambios de carrera. También a nivel personal resulta muy beneficioso, ya que refuerza la confianza en uno mismo, es una forma de estimular la curiosidad, y una buena oportunidad de ampliar la red de contactos", comparte.

Desde la perspectiva empresarial, la especialista apunta que una fuerza laboral bien capacitada está en mejor posición para contribuir al aumento de la productividad y de la competitividad de la empresa. Invertir en el desarrollo de los empleados demuestra compromiso con su crecimiento y fomenta su lealtad hacia la organización. "Además, las empresas que promueven este tipo de formación pueden adaptarse con mayor eficacia a las nuevas tecnologías, a las tendencias del mercado y demandas cambiantes de los clientes. A nivel social, una población mejor educada y capacitada es un motor para el crecimiento y la innovación. Mejora las oportunidades de empleo, genera una mayor cohesión social, ya que favorece la igualdad de oportunidades, y en definitiva, se trata de una inversión esencial tanto para los individuos como para las empresas y la sociedad en general”, concluye.

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