El Palacio de Nerón

El sitio donde yacen los restos arqueológicos de la Domus Aurea, residencia del último emperador de la dinastía Julio-Claudia, estrenó un nuevo recorrido a fines de 2024. Visitarlo sigue siendo un privilegio, que por seguridad y conservación, debe hacerse con guía y en grupos reducidos.

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Palacio de Nerón.
R. García Torés.

Roma sólo tiene dos líneas de metro, porque su sustrato arqueológico no permite más. La ciudad eterna, como se la reconoce, está construida como un juego infantil de bloques que se han ido apilando, uno sobre otro, desde el 21 de abril del año 753 a.C. Algunos, muy pocos de los bloques más antiguos, siguen en pie y casi intactos, como El Panteón de Agripa, que sobrevivió reconvertido en iglesia. Otros han sido la cantera de palacios y templos, que como el Coliseo están dispersos por toda la ciudad. De otros vemos solo su trazado, como el del estadio de Domiciano, que conforma el espacio barroco de la Piazza Navona. De muchos no vemos nada, ya que siguen enterrados bajo capas de bloques más nuevos, tal el caso de la Domus Aurea: la residencia palaciega más grande jamás construida en la Roma imperial, fruto de la visión de un emperador megalómano, Nerón Claudio César Augusto Germánico, quien pasó a la historia, coloquialmente, como Nerón. Allí vivió durante sus últimos cuatro años de reinado, antes de suicidarse en el 68.

La historia podría empezar así: Noche de verano del 18 al 19 de julio del año 64. ¡Fuego! Roma arde. En la pantalla de la memoria de muchos, aparece el rostro de Peter Ustinov en el papel de Nerón en Quo Vadis (1951). Nerón-Ustinov mira embelesado las llamas, y toca la lira mientras canta el poema épico del saqueo de Troya, según nos cuenta Suetonio. Otros, como Tácito, afirman que en aquel momento el emperador estaba en Anzio, a unos 50 kilómetros al sur de Roma. El incendio, que se originó cerca del Circo Máximo, avanzó rápidamente por aquella urbe superpoblada de un millón de habitantes, y duró cinco días. Una décima parte de la ciudad fue devorada por el fuego; cuatro de los catorce distritos desaparecieron, y otros siete fueron severamente dañados. Nerón aprovechó la destrucción para quedarse con los terrenos entre el Monte Oppio, el Palatino y el Celio. Entre 50 y 100 hectáreas, ideales para construir su nueva residencia, la Domus Aurea, donde por fin, y según sus propias palabras, podría empezar a vivir como un hombre.

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Palacio de Nerón.
R. García Torés.

Tras un largo y minucioso proceso de trabajo multidisciplinar, para conservar y poder mostrar cómo era la vida en Roma en tiempos de Nerón (en el que participaron físicos, químicos, arquitectos, ingenieros, arqueólogos, e historiadores), y después de reiterados cierres y reaperturas, el 13 de diciembre pasado se inauguró la nueva entrada a la Domus Aurea, y con ella un recorrido que amplía el de las visitas autorizadas en años anteriores. Ello representa un paso de particular importancia para el Parco Archeologico del Colisseo, la entidad que gestiona, junto con el Coliseo, el Foro Romano y el Monte Palatino, este lugar histórico. La visita se debe reservar y prever con antelación, ya que es guiada, y el número de personas que pueden acceder en conjunto, es reducido, por razones de espacio, seguridad y conservación de los restos.

Al inicio de la visita se proyecta un video que hace de introducción y pone en contexto lo que se verá en los próximos 90 minutos. El vaho de la respiración en un ambiente subterráneo saturado de humedad, y la sombra, acompañarán al visitante en todo el recorrido, y crearán alrededor de él una atmósfera ciertamente mágica.

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Palacio de Nerón.
R. García Torés.

A medida que se avanza serpenteando entre lo que ahora son túneles y galerías, y que algún día tuvieron la vista despejada hasta el Monte Palatino, una luz tenue va iluminando los diferentes espacios y la sombra acompaña por detrás a los grupos, una vez que se apaga la iluminación de las salas ya vistas. De galería tras galería de altísimos techos, y sala por sala, van apareciendo estatuas, capiteles, y mosaicos, sumados a los delicadísimos frescos que adornaban todo el complejo. Paredes levantadas hace dos milenios por los arquitectos de Nerón -Severus y Celer-, y que fueron pintadas por un artista, llamado seguramente Fabullus, primer pintor con nombre propio de la historia, y del que hay noticias gracias a los relatos de Plinio el viejo.

El horizonte, entre lo que queda hoy y lo que debió ser, se amplía a mitad del recorrido, con una experiencia virtual de realidad aumentada, que logra trasladar al espectador en espacio y tiempo hasta el año 64, y guiado por una narración, recorre el palacio en un flashback de 2 mil años, como lo que fue: un símbolo de la opulencia y la grandeza de la época imperial que fue.

La historia continúa

Año 1.500, época del Renacimiento y el arte vuelve su mirada hacia atrás, al legado clásico convertido en esa época ya en ruina.

Los artistas romanos van de un lado a otro de la ciudad estudiando, analizando los jirones que quedan a la vista. En ese entonces, la Domus Aurea solo se conocía por algún texto antiguo que sobrevivió a la Edad Media. De las termas de Trajano, que se levantaron sobre ella, solo queda un campo de escombros que salpica un pinar sobre la colina frente al Coliseo, con unas vistas magníficas del mismo.

En tiempos de Nerón la Domus Aurea se extendía sobre unas 80 hectáreas, parcialmente urbanizadas, que incluían el Monte Palatino, valle donde más tarde se construyó el Coliseo y la Colina del Oppio.

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Palacio de Nerón
R. García Torés.

El palacio de Nerón estuvo sepultado en el olvido durante más de mil años, hasta que alguien con una tea en la mano bajó por un socavón en el suelo, que apareció entre los pinos de esa colina frente al Coliseo. El agujero daba a un espacio más amplio, como una gruta, y con la luz de la antorcha los primeros que bajaron iluminaron a su alrededor. Fue así que descubrieron frescos y pinturas antiguas. La voz se corrió rápidamente entre los artistas, que quisieron bajar a esas grutas a verlo todo con sus propios ojos, y a dibujarlo. Piranesi, Rafael, Ghirlandaio seguramente conocieron de primera mano esta gruta de las maravillas. De otros, como Pinturicchio, se tiene certeza de su presencia, porque dejaron el graffiti de su firma en sanguina en las paredes. Nace así el estilo Grottesco y algunas de las obras que hoy consideramos como arquetipo del Renacimiento, eran consideradas copias imperfectas de las hechas en el periodo clásico.

Desde el siglo XVIII hasta el siglo XX se han ido extrayendo capas y capas de tierra, bajo la que estaban sepultadas algunas de los cientos de habitaciones que tuvo el palacio. El conjunto, que ocupaba casi toda la almendra central de la ciudad, constaba de una serie de edificios separados por galerías que se sucedían, entre jardines, bosques y viñedos. Un lago artificial del tamaño de varios campos de fútbol, y un coloso de bronce de 30 metros de alto del emperador, en pie hasta el siglo IV d.C., servían como vestíbulo. Todo el edificio contaba con una suntuosa decoración realizada con mármoles traídos desde todos los confines del imperio romano, mosaicos, frescos y estucos, revestimientos de oro e incluso, piedras preciosas. El complejo incluía además unas termas privadas con agua normal y sulfurosa, un ninfeo, dormitorios, bibliotecas y múltiples salones de banquetes y recepción.

Bailarines, música, animales exóticos, acróbatas venidos de lejanas provincias, desde Hispania hasta Mesopotamia, amenizaban los festines de infinitos platos como los recogidos en el Satyricon de Petronio, poeta de cabecera de Nerón: garum, lirones con miel, huevos de oca, jabalí asado y cerdos rellenos de sus propios embutidos, regados con vino en abundancia, debían de sucederse en la última sala en la que finaliza la visita guiada actual. Un espacio octogonal, con nichos a su alrededor y una fuente de agua. Una cúpula con un óculo en el centro la cubre. Este ambiente hacía de eje de simetría de todo el complejo edilicio y algunos historiadores creen que es la Coenatio Rotunda de la que habla Suetonio en su Vida de los Césares. Una sala que según el autor latino contaba, con un ingenioso mecanismo que hacía girar a sus invitados.

Con la muerte de Nerón, sus sucesores le aplicaron la Damnatio Memoriae y quisieron borrar todo rastro del emperador y su palacio. Las lujosas salas fueron despojadas de su revestimiento y reaprovechadas en otros lugares. La construcción desnuda fue demolida para la construcción del anfiteatro Flavio o sepultada con tierra y escombro para su utilización como cimientos de los baños de Trajano, que se construirían 40 años después.

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El nuevo recorrido atraviesa las estancias más famosas como la Sala della Volta Gialla, que conserva el nombre dado por Pinturicchio cuando la visitó en el siglo XV-XVI.
R. García Torés.

Presente y futuro

La mayor parte de lo que fue la planta baja de la edificación todavía permanece intacta, bajo los jardines de la Colina del Oppio, frente al Coliseo romano. Los trabajos de excavación arqueológica y de mantenimiento se realizan ininterrumpidamente desde hace décadas. Se han impermeabilizado las bóvedas y trazado proyectos paisajísticos para buscar soluciones que permitan al parque que aún cubre la Domus Aurea, afectar lo menos posible al conjunto hoy subterráneo. Uno de los principales peligros para la conservación son las infiltraciones de agua que llevaron tiempo atrás, al cierre del complejo, que entre otras fases alternas previas, fue abierto al público en 2017. Durante años la visita se realizaba en condiciones lumínicas inferiores a las actuales, se caminaba entre andamios y era obligatorio llevar casco de seguridad. Desde diciembre pasado, una nueva museografía potencia la experiencia del visitante, a la vez que intenta preservar su delicado estado de conservación. De ahí que las visitas se realicen solo tres días a la semana, viernes, sábados y domingos (salvo el primer domingo de mes) o en ocasiones especiales, como en la llamada Domus Aurea Highlights, que en cada tercer jueves de mes, prevé durante 2025, visitas temáticas en profundidad.

La Domus Aurea es accesible los viernes, sábados y domingos, salvo el primer domingo del mes. Las entradas se pueden adquirir en www.colosseo.it

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Palacio de Nerón
R. García Torés.

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