Marca Registrada: Leonel Aita Musi

En este 2025 cumple nada menos que cuarenta años de trayectoria ininterrumpida, realzando la imagen de las uruguayas, con ese toque único que a todas encanta. Verdadero artista y dilecto amigo, PAULA lo celebra con él, compartiendo anécdotas y planes de futuro.

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Leonel Aita Musi.
Pablo Rivara.

La mirada profunda, esfumada e intensa, que destaca sobre el lienzo impecable del rostro, es la característica indiscutible de un maquillaje firmado por Leonel Aita Musi. “Es mi sello, y lo puedo decir con propiedad. Para mí, los ojos son realmente la ventana del alma, y por eso los resalto tanto,” aclara el célebre uruguayo que este año cumple nada menos que cuatro décadas de trayectoria. No en vano su nombre es marca registrada, y su expertize hizo escuela de la que abrevan nuevas generaciones de artistas del make-up.

Aita Musi suele decir que es maquillador por accidente, y aunque la creatividad le es innata, lo cierto es que así fue. “Yo era modelo de Ferraro, una marca de moda masculina, y todos los viernes visitábamos restaurantes en un coche auspiciado por una marca de cigarros. Éramos ocho, cuatro chicas y cuatro chicos que íbamos a un lugar, hacíamos unas pasadas, y luego visitábamos otro. Era muy divertido y se ganaba muy bien. Una vez faltó la maquilladora, y yo, que estaba estudiando para ser profesor de dibujo en el IPA, se me dio, y me puse a meter mano. Cuando llegó la supervisora de la marca, Beatriz Santiago, me preguntó ‘¿sabés maquillar?’. ‘No, lo hice de careta’, le respondí. Entonces me invitó a cenar y me propuso que hiciera un curso porque ella iba a traer una línea premium a Uruguay’. Leonel aceptó el reto, y aunque las clases en la UTU ya habían comenzado, logró un cupo. Allí se convirtió en discípulo de Pilar Aguerre, a quien considera su madrina y con la que mantiene amistad hasta el día de hoy. “Realmente me marcó. Recuerdo que una vez en clase dijo ‘acá la persona que va a triunfar en el maquillaje es Leonel porque le gusta, tiene actitud, y se interesa mucho en investigar’. Yo tuve dos maestros que me marcaron, ella y Julio Pierroti, otro gran maquillador en Uruguay, con quien también me formé”, comparte.

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Leonel Aita Musi.
Pablo Rivara.

El 16 de agosto de 1985 es una fecha marcada a fuego para el uruguayo. Ese día, durante el lanzamiento de la línea de maquillaje de Benetton en el stand de Italia de la Expo Prado, Aita Musi dio su primer paso profesional en el métier. “Fui el maquillador de esta gama tan de avanzada que hoy, 40 años después, estaría totalmente vigente. Era hipoalergénica, a base de agua, sin testeo en animales, y tan loca, con tantos colores, azul, verde, violeta, amarillo... La verdad es que me asusté un poco, pero me dijeron ‘vos lo vas a saber hacer’, y así fue. Atendíamos a 25 personas por día, y mi primera clienta me compró la sombra 32, color champagne. Era una chica adicta a la marca; tenía las cuadernolas, la ropa, todo. Lamentablemente, la línea estuvo poco porque era cara, pero trabajé casi ocho años para esa marca”.

Con tal experiencia como carta de presentación, el maquillador pronto empezó a ser requerido por todas las cadenas de perfumería de Montevideo y Punta del Este. “Hoy por hoy tenemos cantidad de productos y herramientas, pero entonces era otra época; tenías que ser creativo e inventar. Los pinceles no existían, los tenía que fabricar, iba a una papelería y tenía que conseguir elementos para hacerlos. Las bases, del tipo de la verde y la amarilla, que son para corregir manchas del rostro, tampoco teníamos; había en Europa pero eran carísimas, entonces cortaba trozos de un corrector claro y los combinaba con una sombra verde o naranja. Por eso yo me considero un maquillador artesano y amo tanto mi trabajo. Empecé muy de abajo. Me tuve que hacer, y con lo poco que había, tuve que buscar la solución para lograr lo que quería”. Tal vez por ese motivo, el profesional se reconoce muy leal a las marcas; cuando comprueba la calidad de un producto y le funciona, admite que lo sigue recomendando tanto a sus clientes como a los alumnos de su escuela. “Yo comparto la información; si te gustó el efecto, te digo ‘es tal marca y tal color’; sigo siendo un poco maquillador vendedor (se ríe). Es que se trata de un producto que probé, y que cumple con mis estándares, por eso lo recomiendo.

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Leonel Aita Musi.
Pablo Rivara.

Del altar a la foto

Además de trabajar para eventos sociales y casamientos, Leonel Aita Musi tiene una larga experiencia en maquillaje editorial y para televisión. De hecho, formó parte del equipo de las producciones de moda de PAULA durante 15 años. “Debo ser el único maquillador, al menos en Uruguay, que colaboró todos los meses durante tantos años ininterrumpidos en una producción de moda. Yo creo que debería estar en el Libro Guiness”, afirma entre risas. “Llegué a la revista a través de María Inés Strasser, que me presentó a Natalie Scheck, la directora de la revista, que en ese tiempo era la productora. Conectamos desde el primer momento y cuando me invitó a participar en la edición de diciembre, que era la de las fiestas, enseguida me puse la camiseta. Se hizo en Lotus y participó Nacho Cardozo con su equipo de bailarines; fue todo en tonos de dorados y verdes. Para mí, fue entrar en otro mundo, me sentía en París. Y de ahí, no paré. Conocí a toda la barra: a Cecilia Solari, a Marcelo Campi que era el fotógrafo, y luego vino Pablo Rivara; estaba Victoria Bernal como asistente y después vino Mariela (Bentancor). Se sumó Rubén Robledal, el peluquero, que lo llevé yo. Fue un verdadero placer estar en ese equipazo. Trabajamos juntos todos esos años, nos divertimos, vivimos de todo. Hay anécdotas de todo tipo. Además, profesionalmente tuve total libertad para interpretar lo que Natalie quería lograr. Todos los meses se trabajaban temas diferentes y actuales, y siempre había un mensaje positivo. No hay lugar en el que no hayamos hecho una producción: en la playa, en grutas, en el campo, hasta en un basural para tratar el tema de la contaminación, y en el Sofitel todo derruido antes de que empezaran las obras”, comparte entusiasmado.

Agradecido de la trayectoria que desarrolló, el maquillador cuenta que su profesión le ha dado muchas satisfacciones. “Amo lo que hago, cada aspecto: cuando estoy maquillando, cuando doy clases en la escuela, y por eso también soy muy exigente a la hora de enseñar. Todo lo que hay en mi casa lo compré gracias a un labial y a un pincel, y en un país chico como este, vivir de lo que te gusta es lo máximo a lo que se puede aspirar”.

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Leonel Aita Musi.
Pablo Rivara.

Entusiasta de la formación permanente, en su faceta como formador de profesionales, Aita Musi también tiene vasta experiencia. De hecho, aclara que su escuela cumple 30 años. “Yo me preparé para enseñar. En el año 98’ viajé a la escuela de Montserrat Fajardo, en España, a hacer un curso. Justo coincidió que ella armó una exposición de maquillaje muy grande en Sitges, y trabajé con ella. Al terminar el curso me dijo ‘me encanta lo que haces’, y me invitó a quedarme allá. Lo pensé, y al final dije que no, pero seguí colaborando con ella, y cada vez que viajo hago algún taller. Hasta cuando estuve en Estambul, hice un workshop de un día porque me encanta el estilo de los ojos de allá. Así que entre los cursos que hice en España, lo que aprendí en París y mi propio bagaje y experiencia, armé mi curso”. Comenzó dando clases en un monoambiente, en 18 de Julio y Yi, donde el protagonista era un espejo de dos metros, que hasta hoy conserva, y que acompañaba con cuatro bancos de madera para los cuatro alumnos que tenía. Es muy satisfactorio constatar que las profesionales que formaba pronto se colocaban como expertas de líneas, en las perfumerías. Después de recorrer varios puntos de la ciudad, la escuela en la Ciudad Vieja, fue un punto de inflexión en su carrera como docente. “Tenía 60 alumnos por día: 20 de mañana, 20 de tarde, y 20 en la noche. Era una locura, pero hoy casi todos están trabajando en perfumerías, y los maquilladores que tienen cierto renombre, son casi todos salidos de mi escuela. Es que tienen una base sólida, son buenos con las técnicas; yo enseño lo que sé y no me guardo nada, y también soy muy exigente. A mis clases no se viene a charlar y a tomar café. Hoy hay tanto show, se inventan tantas tendencias que van y vienen, pero hay que entender que son de pasarela, de alta moda. Para la vida real, para un casamiento o una fiesta, es lo de siempre: se juega con el color y se da estilo; se mejora un ojo si está caído, se realzan los labios si son muy finitos, pero es eso. Se trata de saber cómo actuar cuando un rostro presenta un desafío. Las tendencias se actualizan en las revistas como PAULA, -nos pasó el aviso-, pero en la edición de Novios, el maquillaje que mostrábamos era muy natural, muy bajado a tierra. Además, cuando se maquilla, hay que hacer todo un estudio del rostro y de la persona, y eso da la pauta de la calidad del profesional”.

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Leonel Aita Musi.

Otro aspecto que Aita Musi atesora de su métier es que con los años ha creado verdaderas relaciones con sus clientas; y con 40 años de trayectoria hay mujeres a las que ha acompañado en todos los eventos importantes de su vida: las maquilló como novias, luego a sus hijas cuando cumplieron 15, y cuando se casaron; y hoy atiende a las propias hijas de aquellas quinceañeras.

“Con algunas clientas ya voy por la tercera generación. Es tan lindo, aparte tengo memoria y me acuerdo de todo, de lo que charlamos, de cómo estaban vestidas, de lo que comimos, de que el vestido casi no llega…”. A lo largo de la charla, las anécdotas se desgranan naturalmente; una vez, volviendo de una Fashion Week en Chile, se retrasó la partida de su avión y tenía que llegar para una novia. Aita Musi explicó su situación a la tripulación, y apenas aterrizó el vuelo, lo hicieron bajar primero. “Además, con lo que se movió aquel avión, estoy convencido de que se apuraron para llegar”, recuerda entre risas. También está aquella vez que hizo fijar una operación de vesícula, según su calendario, para poder cumplir su compromiso con varias novias. Por supuesto, la pandemia también dejó historias dignas de compartir. “Al principio estuve un año y medio sin trabajar, pero cuando Canal 12 me llamó para pedirme alguna referencia de maquilladores, les dije que iba yo. ¡Tenía cuentas que pagar! Así que estuve trabajando con ellos durante tres años. Me hice 38 hisopados, todos los martes y los domingos, para chequear que no tuviera el virus, y trabajaba con doble tapabocas. En realidad, durante la pandemia lo único que cambió en mi forma de trabajar fue el tapabocas y los hisopados. Por lo demás, siempre tuve un protocolo de higiene muy estricto, alcohol, diferentes pinceles para cada persona, el lavado de manos...

Después vino Got Talent, en Canal 10. Era de 6:00 a 23:00 horas todos los días; me duchaba, comía algo y al otro día, igual. Salía solo para trabajar”.

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Leonel Aita Musi.
Pablo Rivara.

“Amo lo que hago, cada aspecto: cuando estoy maquillando, cuando doy clases en la escuela, y por eso también soy muy exigente a la hora de enseñar... En un país chico como este, vivir de lo que te gusta es lo máximo a lo que se puede aspirar”

Cerrado ese capítulo, el maquillador comparte que se siente en un punto en el que puede darse el lujo de seleccionar sus compromisos. “Elijo lo que hago y estoy para sumar: como educador, como profesional... Colaboro con lo que me parece importante, la Fundación Caldeyro-Barcia; participo en las campañas de lucha contra el cáncer de Montevideo Shopping. Una vez doné mi primer pincel Yves Saint Laurent, que se remató en 1.500 dólares; participo en desfiles a beneficio, en ese sentido. Atiendo en Montevideo y en Punta del Este. Además, reformé la escuela. La dejé bien a mi estilo, y tengo grupos más chicos. Vienen alumnos del interior y también estoy preparando peluqueras para que puedan ofrecer un servicio más completo, pero voy adónde realmente quiero.

Orgulloso de su aporte a las nuevas generaciones, el uruguayo comparte que si bien hay muchos chicos trabajando, a él le tocó abrir camino. Después de Julio Pierrotti, vine yo como maquillador hombre, y en aquel entonces había mucho prejuicio, incluso con la homosexualidad. Por suerte, hoy hay otra apertura; concluye.

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Leonel Aita Musi.

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Fuente: Alternatus Uruguay
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