Desde hace casi un siglo Rolex acompaña y alienta a quienes se adentran en lo desconocido, desafiando los límites de la actividad humana. Sin embargo, la compañía ha pasado de abogar por la exploración en aras del descubrimiento, a hacerlo en pos de un mejor futuro para el planeta. En las distintas regiones del mundo, los exploradores e investigadores muestran el estrecho vínculo entre los más variados paisajes de la Tierra, y subrayan su creciente vulnerabilidad. Comprometida en apoyar esta inestimable labor a favor del mañana, la iniciativa Perpetual Planet, lanzada por la marca suiza en 2019, brinda su apoyo a numerosos proyectos destinados a preservar el planeta, asumiendo el compromiso a largo plazo de apoyar a personas y organizaciones que utilizan la ciencia para comprender los actuales desafíos medioambientales y diseñar soluciones. Si bien la apuesta inicial se centró en los Premios Rolex a la Iniciativa, y en sus asociaciones a largo plazo con la organización Mission Blue y la National Geographic Society, hoy abarca más de 30 asociaciones: Cristina Mittermeier y Paul Nicklen; las expediciones Under The Pole; la Monaco Blue Initiative; Coral Gardeners; Rewilding Argentina y Rewilding Chile, organizaciones que surgieron a partir de Tompkins Conservation, son algunos ejemplos.
Cabe destacar que Rolex también brinda su apoyo a las futuras generaciones de exploradores, científicos y conservacionistas mediante becas y subvenciones, como Our World-Underwater Scholarship Society y The Rolex Explorers Club Grants.
En este sentido, el Momento de los polos, montañas y bosques ofrece una oportunidad para reconocer a sus socios, testimoniales y Laureados de los Premios Rolex, todos ellos pioneros en la lucha por proteger algunos de los paisajes más impresionantes y vulnerables de la Tierra, y a quienes los habitan.
Hasta la cima
Con la primera ascensión triunfal a la cumbre del monte Everest en 1953, Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay demostraron al mundo que todo es posible. Aunque desde entonces se han conquistado los confines más lejanos del mundo terrestre, en la actualidad la exploración es más vital que nunca. Las cumbres del Himalaya; las cuevas subterráneas de hielo de Groenlandia, y las profundidades de la selva amazónica aún tienen muchos secretos que compartir. Al estudiar entornos que se encuentran bajo amenaza, los exploradores ponen de manifiesto la fragilidad del planeta, los desafíos que impone el cambio climático, y a su vez, se mantienen a la vanguardia de las campañas de protección.
Rolex pasó de abogar por la exploración en aras del descubrimiento, a hacerlo en pos de un mejor futuro para el planeta. En las distintas regiones del mundo, los exploradores muestran el estrecho vínculo entre los más variados paisajes, y subrayan su creciente vulnerabilidad.
Espina dorsal
Entre los exploradores a los que Rolex brinda su apoyo se encuentra el renombrado conservacionista sudafricano Steve Boyes. Socio de la iniciativa Perpetual Planet, Boyes está documentando los cursos de agua de África a lo largo de lo que él denomina la Gran Espina Dorsal de África. Esto comprende las tierras altas de Angola, donde encontró la que posiblemente sea la mayor fuente de agua en África. El poderoso río Zambezi es donde todo comienza. Fuente de vida para todo el sur del continente, veinte millones de personas e incontables especies de plantas y animales confían en sus aguas que corren por Angola, Zambia, Namibia, Botswana, Zimbawe y Mozambique.
Sin embargo, gran parte de este trayecto fluvial, desde sus orígenes cenagosos hasta la desembocadura en el Océano Índico, es aún desconocido. Aprender más de sus fuentes y sus ecosistemas únicos ayudaría a los científicos a proteger esas áreas y el río del futuro, construyendo resiliencia frente al cambio climático. La expedición de Steve Boyes y su equipo, comenzó en el Lungwevungu, un afluente del Zambezi, donde piensa que se encuentra la verdadera fuente del río, pero el proyecto es aún mayor ya que el proyecto abarca otra serie de expediciones a las orígenes de los ríos Congo, Níger y Nilo, en procura de información.
Entender la selva
Los trabajos en curso para preservar los diversos paisajes naturales siguen requiriendo expediciones audaces que se aventuren hasta los confines más recónditos del globo, para poder comprenderlo mejor, y protegerlo. Uno de los proyectos más significativos encabezados por la iniciativa Perpetual Planet y su organización asociada, la National Geographic Society, es Un reporte de la salud del Amazonas, un estudio de dos años de duración sobre uno de los ecosistemas más críticos al día de hoy. La expedición a este enclave, ha visto viajar a siete equipos de investigadores a través de la cuenca del legendario río, para evaluar la salud de la totalidad de su sistema hídrico, desde su fuente de agua en los Andes hasta su caudalosa desembocadura en el Atlántico. Con 1.100 afluentes, el sistema puede considerarse un pilar de la vida, tan necesario como insustituible. Liderados por exploradores de National Geographic, científicos, narradores y miembros de la comunidad local, los equipos están trabajando para responder preguntas críticas sobre los impactos del cambio climático, y así poder proteger la mayor selva tropical del mundo. Desde la instalación de la estación meteorológica más alta de los Andes tropicales, hasta la toma de muestras de microbios en las aguas de las zonas deforestadas, esta investigación resulta crucial para comprender el impacto que la humanidad ha tenido en el Amazonas y sus consecuencias para nosotros como población mundial.
Otro planeta
La dedicación de Rolex a la protección de los polos, montañas y bosques ha tenido un amplio alcance a lo largo de las décadas, brindando apoyo a 55 expediciones en 28 países, desde el Polo Norte hasta el corazón del Amazonas. En ese contexto, el Escudo Guayanés es una gran formación de granito y cuarcita que cubre el noreste de Sudamérica. Esta área de selva tropical, montañas, cañones y cataratas, es uno de los lugares menos explorados de la Amazonia, pero entre los de mayor biodiversidad. Francesco Sauro, laureado por los Premios Rolex a la Iniciativa, dirigió su expedición a estas cuevas del Amazonas colombiano para cartografiarlas digitalmente, fotografiarlas y estudiarlas. Junto con un equipo de científicos y miembros de la comunidad indígena local Monochoa, el geólogo italiano sorteó rápidos de aguas blancas y atravesó la densa selva hasta llegar a unas cuevas aún inexploradas en la historia reciente. Sauro, que también colabora con la Agencia Espacial Europea en la exploración de cuevas en la Luna, cree que las bacterias que encontraron prosperando en la oscuridad más absoluta de las grutas, podrían decir más sobre la posible existencia de vida extraterrestre. “bajo tierra, sin luz, en un entorno muy silencioso durante eras geológicas muy extensas, con muy pocos nutrientes: exactamente las mismas condiciones que esperaríamos encontrar en el subsuelo de Marte.
Las cuevas son como un pequeño planeta”, explica. También ofrecen un laboratorio viviente, al que Sauro lleva los equipamientos más modernos del campo científico para analizar tanto las rocas como la vida en sus lugares ocultos. “Al entrar a una cueva, uno ingresa a una especie de archivo del tiempo donde todo se conserva, y es posible indagar en el pasado para ver cómo evolucionó la vida, cómo se formaron los minerales y cómo cambió el clima”. Estos datos son cruciales para comprender el futuro del clima del planeta y el impacto que tendrá en todos los ecosistemas.
En las alturas
Cerca de la frontera entre Alaska y Yukón, se encuentra el Monte Logan, la montaña más alta de Canadá. Debido a su altitud y a sus condiciones climáticas únicas, es uno de los pocos lugares fuera de las regiones polares donde el hielo no se derrite durante el verano. Esto garantiza la conservación de un largo registro climático en el hielo. Hacia esta cima se dirigió la climatóloga e investigadora de núcleos de hielo, Alison Criscitiello, quien por cierto es alpinista de gran altura. Al mando de la Expedición Perpetual Planet de Rolex y National Geographic, durante diez días y pertrechada con equipo de vanguardia, trabajó en la meseta cubierta por más de 400 metros de hielo de montaña, enfrentando no solo retos físicos sino también técnicos.
Al analizar los núcleos de hielo, es decir, cilindros extraídos de las capas más profundas de hielo, Criscitiello y su equipo logran reconstruir la variabilidad atmosférica a través de escalas de tiempo geológico. Vale destacar que con esta expedición, Criscitiello y su equipo rompieron un récord ya que recogieron núcleos a 327 metros de profundidad, que pueden contener hasta 30 mil años de historia climática. Hasta ahora, esto solo se había realizado en las regiones polares. Una vez analizada esta data, la investigación contribuirá a obtener un panorama más completo sobre el clima mundial a lo largo del tiempo.