A la vanguardia en tecnología y terapias que aseguren el mejor enfoque de salud para sus pacientes, el Hospital Británico conformó un Centro de Terapia Cetogénica, especializado en el abordaje de casos de epilepsia de difícil control, es decir, aquellos que no responden adecuadamente al tratamiento con fármacos, y que no son candidatos a cirugía. Esta alternativa terapéutica logra una respuesta significativa en un alto porcentaje de pacientes, tanto niños como adultos.
El equipo del centro está integrado por el jefe del Departamento de Neurología, Profesor Doctor Alejandro Scaramelli, por la doctora Andrea Avellanal, neuróloga especialista en Terapia Cetogénica, por la Licenciada Natalia Vique, nutricionista especializada en dieta cetogénica, y por el jefe del Departamento de Neuropediatría, Profesor Doctor Gabriel González.
La terapia cetogénica se basa en una dieta caracterizada por un alto contenido en lípidos y un escaso aporte de glúcidos, lo que lleva a la producción de cuerpos cetónicos. “No es solamente una dieta, sino una terapia metabólica, que logra cambiar el combustible habitual que utiliza nuestro cerebro por otro alternativo, que son los cuerpos cetónicos. Ellos determinan un estado denominado cetosis, que debe mantenerse en forma sostenida y que es lo que lleva al mejor control de las crisis. El tratamiento es riguroso, conlleva una serie de cuidados y debe estar supervisado por un equipo multidisciplinario especializado en el mismo”, explicó el doctor Scaramelli.
Vale aclarar que este es un enfoque terapéutico establecido, y que además de ser universalmente aceptado, cada vez se utiliza más en los países desarrollados, debido a su alta eficacia. Está especialmente indicado en casos de epilepsias refractarias o farmacorresistentes. Actualmente, también está en estudio su aplicación en algunos tipos de tumores cerebrales y en diferentes enfermedades neurodegenerativas y autoinmunes. Es más, con la Terapia Cetogénica, entre el 50 y 70 por ciento de los pacientes con epilepsias de difícil control muestra una significativa reducción en la frecuencia de crisis, quedando libres de ellas hasta un 20 a 30 por ciento de los casos, indicó el especialista.
El tratamiento consta de dos fases: la de inicio y la de mantenimiento. Durante la primera, de tres meses de duración, se valora la respuesta y la tolerancia a la dieta. Si el paciente responde y tolera bien, pasa a la fase de mantenimiento que dura aproximadamente dos años.Previamente los pacientes son evaluados por el equipo para determinar si tienen indicación de la terapia, descartar contraindicaciones y brindarles información más detallada sobre el abordaje que se les propone.
“Se debe mantener una adherencia estricta a la dieta para su óptima eficacia, debiéndose cumplir con la proporción relativa de los nutrientes y con el número de calorías, ajustándose a los requerimientos de cada paciente”, agregó Scaramelli.
Los integrantes del equipo realizan un control y seguimiento estrechos, tanto en forma presencial, como por mail y WhatsApp, con el fin de detectar y prevenir complicaciones, además de procurar una cetosis óptima (nivel de cuerpos cetónicos medidos en orina) y despistar diferentes causas de posibles desajustes.
En este sentido, el jefe del Departamento de Neurología del Hospital Británico destacó la importancia de contar con un equipo especializado que esté a disposición de los pacientes. También subrayó la eficacia y los beneficios derivados de esta terapia. “A muchos pacientes se les llega incluso a suspender los fármacos antiepilépticos o a reducir sus dosis, disminuyendo así los efectos secundarios de los mismos. Además del control de las crisis, los pacientes suelen mostrar mejorías en otras áreas tales como el sueño, la conducta, la atención y la memoria”, concluyó.
www.hospitalbritanico.org.uy