Alain Delon: una vida ante las cámaras

Leyenda del séptimo arte francés, supo cautivar al público femenino del mundo, con su mirada indescriptible y su perfecto perfil. Protagonizó un centenar de películas, muchas de ellas clásicos imprescindibles en la historia de la cinematografía. El 18 de agosto pasado falleció en el château de la Brûlerie, su hogar en la campiña gala. Aquí, un breve relato sobre la vida de este hombre, ídolo de su época.

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Alain Delon, en el Festival de Cannes, Francia, Mayo 2019.
Alain Delon, en el Festival de Cannes, Francia, Mayo 2019.
taniavolobueva/Shutterstock

Un gigante, un ícono, un mito, una leyenda… Son enormes los calificativos con los que hoy se recuerda a Alain Fabien Maurice Marcel Delon, nacido el 8 de noviembre de 1935, en Sceaux, Douchy-Montcorbon, al suroeste de Francia.

Conocido como Alain Delon a secas, su fama se extendió rápidamente, primero en Europa, luego en Estados Unidos, América, Japón y más allá. El súper galán entre los galanes, creció profesionalmente durante el esplendor del cine francés, y conquistó su podio en la industria internacional con talento innato y presencia. Supo lo que significa tener el mundo a los pies. Lo amaron tanto como lo envidiaron, porque esa carrera, ese porte, esa elegancia, esa mirada que lo consagró, estaba sostenida con sustancia. Delon no fue una fachada o un producto de marketing. Así lo resumió él mismo en una entrevista. “Vas trabajando y vas aprendiendo, conoces gente, aprendes. Actuar es un oficio, una profesión, pero después, una vez aprendida la base, cuando actúo sigo siendo como era el primer día, natural”.

Fue un autodidacta y disciplinado actor que encontró rápidamente su lugar junto a los directores más relevantes de la época. No solo entregó su vida a las cámaras, también en contadas ocasiones supo estar bajo los focos de la escena teatral, como cuando protagonizó Lástima que sea una puta (1963), bajo la dirección de Visconti, en la que actuó junto a su siempre recordada Romy Schneider. “Me gusta el riesgo”, dijo a propósito de ese estreno en una entrevista en Francia, “pero lo más exacto”, confesó, “es que un actor no se consagra, hasta que pasa por un escenario”.

Hijo de Édith Arnold y Fabien Delon, su padre era dueño de una pequeña sala de exhibiciones artísticas, mientras que su madre era técnica farmacéutica. La pareja se divorció, y cada uno se casó y tuvo otros hijos. La infancia del actor no fue plácida ni feliz. Tras el divorcio, el niño se fue con su madre, pero no supo cómo encontrar un lugar allí. La rebeldía creció con él, fue expulsado de varios colegios, entregado a una familia de acogida, y finalmente, por indomable, terminó en un internado. Más tarde, aquel enfant terrible se enroló en la marina francesa y participó durante dos años en la Guerra de Indochina. Tenía 17 años. A su regreso, por su desinterés en los estudios formales, tuvo varios trabajos, desde mozo a vendedor, e incluso estuvo involucrado con las mafias parisinas de la época.

Delon en la película Zorro, del director Duccio Tessari, (1974).
El actor francés Alain Delon durante el rodaje de la película "Zorro", del director Duccio Tessari, en 1974. EFE//ct
EFE

Fue un virtuoso autodidacta que comenzó su carrera cinematográfica por casualidad. Es mito y leyenda por su belleza y talento, pero pocos como él podían concentrar en la mirada tantas expresiones y sentimientos.

Transcurría la década de 1950 cuando comenzó a relacionarse con actores, dos de ellos Brigitte Auber y Jean-Claude Brialy. Gracias a esos vínculos fue a dar a la pasarela del Festival de Cine de Cannes donde un cazatalentos admiró su talante y belleza, y le animó a ser actor. La primera película en la que intervino fue Quand la femme s'en méle (1957), adaptación al cine de una novela policíaca. Tras ella, participó un año después con su amigo Brialy, en Christine, en español Amoríos (1958), dirigida por Pierre Gaspard-Huit y protagonizada junto a Romy Schneider, quien fue pareja amorosa de Alain entre 1959 y 1963. Ella misma, que en ese entonces ya era una actriz consagrada por sus roles en la trilogía Sissi (1955), Sissi emperatriz (1956) y El destino de Sissi (1957), lo eligió entre un catálogo de actores. Alain Delon no pasaba desapercibido.

El comienzo

En los siguientes años llegaron las propuestas para protagonizar grandes películas como Plein soleil (A pleno sol, 1959), adaptación cinematográfica de la novela El talento de Mr. Ripley de Patricia Highsmith; Rocco y sus hermanos (1960) y El Gatopardo (1963), ambas dirigidas por el italiano Luchino Visconti (1906-1976).

Para la década de 1970, Alain Delon ya era un ídolo que había encarado roles de seductor, de hombre misterioso, de asesino a sueldo. Su mirada y frialdad también eran legendarias. El crítico español y miembro de la Academia de Cine Europeo, Carlos Loureda, comentó a su muerte, durante un programa especial emitido por Radio Francia Internacional: “es una pena que nos dejara Alain Delon, figura imprescindible del cine francés e internacional. El seductor por excelencia. Seductor a la francesa, a quien nadie le podrá quitar nunca su expresión corporal, su forma de posicionarse ante la cámara, sus expresiones. Toda la parte de esa expresión del cuerpo que se transmite mucho más en un cine, que es conjunto de música, de sonido e imagen, pero, sobre todo, de la materia prima por excelencia, que son los intérpretes. Alain Delon tenía esa capacidad de empatía con la cámara. No era un actor que brillara por los diálogos, sinceramente, sino por su mirada y su comportamiento físico. Una mirada potente que transmite todos los estados de ánimo que él quería. Sí, ha sido esto lo más específico de Alain Delon: su mirada. Por eso pasará a la historia, por transmitir lo que sus ojos sentían, y lo que muchas líneas de diálogo no podían haber escrito tan bien como sus miradas”.

En una entrevista en Francia, de fines del siglo pasado, el propio actor comentó al respecto: “desde mi infancia, cuando me di cuenta de esa pequeña diferencia, cuando me di cuenta de esa suerte que me dio la vida, que es un hecho verdadero, le puse empeño en no ser 'bello pero estúpido', como dijo Brel. En mi juventud traté de vivir con ese físico agraciado, y me olvidé de no ser idiota. Me van a tener que aceptar así”.

A pesar de los elogios, también conoció el rechazo. Su imagen de hombre arrogante, que hablaba de sí mismo en tercera persona, su ideología política y sus declaraciones polémicas, como en la que se manifestó a favor de la pena de muerte; le pasaron factura. Convivió con ello. Alejado de lo políticamente correcto, no escondió quién era y qué creencias sostenían su existencia.

Alain Delon y Monica Vitti - pelicula El Eclipse
(FILES) This file photo taken in 1962 shows French actor Alain Delon (L) and Italian actress Monica Vitti (R) playing a scene of the film L'Eclipse (L'Eclisse) directed by Michelangelo Antonioni. - Italian actress Monica Vitti, an icon best known for her starring roles in films by Michelangelo Antonioni, has died aged 90, the Italian culture ministry announced on January 2, 2022. (Photo by AFP)
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En la década de 1970, sus papeles más destacados suceden en las películas Sol rojo (1971), La primera noche de la quietud (1974), El zorro (1975), El otro señor Klein (1976) o Scorpio (1973) junto a Burt Lancaster, una de sus pocas participaciones en rodajes en Hollywood. En la década de 1980, debutó como director en Por la piel de un policía (1981), y en la de 1990 trabajó en películas como El crimen (1993) y Uno de dos (1998). Entrado el siglo XXI sus exposiciones profesionales fueron cada vez menores, aunque fue memorable su interpretación de Julio César en Astérix en los Juegos Olímpicos (2008). Durante todo ese tiempo se desempeñó además como productor cinematográfico en Adel Productions, empresa que fundó en 1968. “Entré en el negocio del cine por accidente, por casualidad, y lo llevo en la sangre desde entonces”, dijo.

En una antigua entrevista, que recuperó el programa Días de Cine de TVE, se escucha a un Alain Delon reflexivo con respecto a su trayectoria: “Soy el único actor, junto a (Marlon) Brando, que tiene quince clásicos en su carrera. Y eso no tiene que ver con ser un sex symbol. No es nada peyorativo serlo, pero cuando alguien tiene una carrera, cuando se llega a este nivel, solo queda la relación entre dos hombres: un director y un actor. Eso es lo que importa. Porque si ese director me quiere como actor es porque busca algo real, algo verdadero, algo importante. En ese momento ya no hay guion, no hay equipo de rodaje, hay dos hombres. Esa es la relación que he tenido con Luchino Visconti, con René Clément y tantos otros. La de un director de orquesta y un primer violín”. Años más tarde confesó que una de sus materias pendientes, fue ser dirigido por una mujer.

Y tuvo sus reconocimientos. En ese sentido destacan el premio Cesar 1985 como Mejor Actor por su rol en Notre histoire (1984) y la muestra retrospectiva que le dedicó en 1995 el Festival Internacional de Cine de Berlín, donde además se le concedió un Oso de Oro al conjunto de su carrera. En 2005 recibió la Legión de Honor por su contribución al cine francés, y en 2019 la Palma de Honor en el Festival de Cine de Cannes. Aquel día dijo: “estoy feliz porque de la única cosa que estoy verdaderamente orgulloso, es de mi carrera. Esta noche es más que un final de carrera, es un final de vida. Para mí es un homenaje póstumo, pero en vida. Me han dicho: ‘lo más difícil es permanecer’, y yo permanecí 62 años de carrera. Ahora, lo que me parece más difícil es partir”.

En Uruguay

Un artículo publicado por el El País en agosto pasado recuerda el paso del francés por Uruguay citando el blog Alainfabiendelon, dedicado a recopilar grandes momentos de la vida del actor. El primer viaje fue en 1965, cuando Delon apenas era conocido. Luego en 1969, cuando llegó a Montevideo “en la plenitud de su carrera y su 'pinta' de galán”. Años más tarde, en 1996, regresó a Punta del Este invitado por Roberto Giordano. Varios videos de la época disponibles en Youtube, lo muestran junto a Valeria Mazza vestido de blanco en el marco de un desfile de moda en plena temporada estival. En otros, ofrece declaraciones a la prensa a la periodista Victoria Rodríguez en el Aeropuerto de Carrasco a poco de emprender el regreso a Francia. Tanto los suspiros que robó, como los desaires -dicen las malas lenguas-, que repartió el actor, son parte del anecdotario de aquella época.

El lugar del amor

Todo el orden ascendente y sólido que tuvo en lo profesional, contrastó con el vaivén de su vida amorosa. Los romances y los deslices son una anécdota en su abundante trajín sentimental y público, que llevó adelante. No se privó de nada, fue un hombre que amó. Sus distintas etapas en la industria coinciden con la llegada de las grandes compañeras de su vida. En Romy y Alain, los eternos prometidos, un documental de Canal Arte disponible en Youtube, se profundiza en la que con el tiempo se consolidó como la relación “más importante” de Alain. Él mismo la calificó así: “ella, sin ser el mayor amor, sí fue el primero, el más importante”.

La piscina
Escena de La piscina (1969) junto a Romy Schneider.

El flechazo podría marcarse en sus biografías en 1958, cuando Romy Schneider se encontró con Delon y Jean Claude Brialy, compañero de rodaje, en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Orly. “El productor de la película nos había dejado un ramo de rosas para entregarle a Romy”, contó Brialy en el documental citado. “Alain no llevaba nada. Cuando ella apareció, mientras descendía de la escalera del avión, él me quitó el ramo de rosas de la mano, y se lo entregó. A los minutos comenzaron a caminar juntos, ella me devolvió el ramo de rosas para que yo lo cargara, y además terminé haciendo de traductor, porque él no hablaba alemán”.

“El hombre más guapo de la historia del cine”, calificó la revista The New Yorker a Alain Delon en un reportaje publicado el 11 de abril de este año, en ocasión de una retrospectiva de su filmografía en Nueva York.

Al igual que Alain Delon, Romy Schneider fue más que una cara bonita. Debutó en el cine a los 15 años junto a su madre en Cuando florezcan las lilas blancas (1953), y a lo largo de su carrera demostró ser una actriz de matices y profundidades. Pese al brillo de la exposición mediática, su vida personal tuvo altibajos y tragedias. A mediana edad tomó consciencia de la simpatía que expresaron sus padres, Wolf Albach-Retty y Magda Schneider, por el régimen nazi y se expresó avergonzada por ello. Tras la separación de Alain Delon siguió adelante. Se casó dos veces, tuvo un hijo y una hija en cada matrimonio. El mayor, David, falleció a los 14 años al caerse de un muro, lo que destrozó a la actriz. En 1982 sufrió un paro cardíaco y murió. Algunas versiones indican que se suicidó. Alain Delon ya no era su pareja. Así y todo dio consuelo a la madre de Romy, y organizó el funeral, al que no asistió. Al día siguiente del entierro, se lo vio solo ante la tumba, donde dejó una carta. “Te observo dormir. Estoy a tu lado, en tu lecho, me despido de ti, la mayor de las despedidas Puppelé, así te llamaba, mi muñequita en alemán. Creo que es la primera vez en mi vida, y en la tuya, que te veo tranquila, en paz”, escribió.

Romy Schneider fue la primera mujer que recibió el premio Cesar a la Mejor Actriz en 1976, por el film, Lo importante es amar, dirigida por Andrzej Zulawski. El segundo Cesar que recibió fue póstumo, en 2008, y lo entregó su gran amor, que en aquella ocasión dijo: “te echo de menos, porque nos prometimos hace 50 años, porque nadamos juntos hace 40 años en La piscina, porque nos amamos, porque fuimos felices juntos, y desgraciados cuando David se fue, porque eras tú y porque era yo, por eso”.

El gran reencuentro de Delon y Schneider ocurrió en 1968, cuando después de una década volvieron a protagonizar juntos el film La piscina, un clásico de la historia del cine francés. En los años transcurridos entre 1958 y 1968, Alain había vivido con Romy, quien se había mudado a París por él, y se había separado de ella, carta mediante, para irse a vivir a California con Nathalie Delon, (nombre verdadero, Francine Canovas, 1941-2021). Se casó con ella, y en Estados Unidos nació su primer hijo Anthony (1964). Cuatro años después se divorció, y regresó a Europa para continuar con su carrera. En ese tiempo fue que el director de cine, Jacques Deray, reunió nuevamente a Romy y Alain ante las cámaras. Así los recordarán muchos para siempre: bajo el sol que doraba su piel, besándose y amándose. Dos profesionales en el rodaje. Dos almas unidas cuando las cámaras se apagaban. El propio Alain Delon le telefoneó para ofrecerle el papel. “Sabía que era para ella”, dijo una vez. “Sabía que funcionaría la química y la intimidad que se necesitaba para hacerlo bien”.

Mireille Darc and Alain Delon
Con Mireille Darc, gran amor del artista.

El siguiente gran amor de Delon, con quien vivió entre 1968 y 1982, fue la actriz Mireille Darc. Con ella compartió también rodajes y mantuvo una buena relación al separarse. Tan es así, que en 2007, pese a que aquella representación no fue precisamente un camino de flores, compartieron escenario en el Théâtre Marigny al protagonizar Los puentes de Madison.

Toda vida, vista en retrospectiva, es un continuo pasar página para avanzar. Alain Delon, el seductor seducido, tenía 52 años cuando conoció a la holandesa, Rosalie van Breemen (1987-2002), quien a los 21 años llegó a París para iniciar su carrera de modelo. Con ella compartió la vida entre 1987 y 2002. Con ella tuvo a sus dos hijos menores, Anouchka (1990) y Alain Fabien (1994). El vínculo de la pareja se rompió cuando Rosalie se enamoró y se fue a vivir con el magnate francés, Alain Affelou, de quien años más tarde, también se divorció.

Según el actor: "se puede estar locamente enamorado más de una vez, y varias veces. Es cuestión de temperamento. Algunos sólo pueden amar una vez, la única. Otros, como yo, muchas veces, y siempre con la misma pasión".

La escena final

En una ocasión, Delon fue consultado sobre sus sentimientos con respecto al paso del tiempo, y comentó: “No es esa la cuestión. Me asusta la enfermedad, la impotencia, estar privado de mi cabeza, de mi inteligencia, de mi mente. La muerte es parte de la vida, la muerte no me da miedo, tan solo me da miedo la enfermedad”. Su temor se hizo presente. Tras una vida ante las cámaras, el pasado 18 de agosto, después de varios años de declive físico, producto del derrame cerebral que sufrió en 2019, y de un cáncer en el sistema linfático, Alain Delon falleció. Una de sus últimas apariciones públicas ocurrió en setiembre de 2021, durante el funeral de Jean-Paul Belmondo, su amigo y contraparte profesional (protagonistas en Borsalino, 1970, dirección: Jaques Deray).

La mayor parte del proceso transcurrió en la más estricta intimidad. Evidencia de que aún en tiempos de inmensa exposición pública, quedan espacios reservados, más cuando se trata de un artista de tal magnitud. En vida, el actor francés se pronunció contra los homenajes póstumos, y sus hijos, Anthony, Anouchka y Alain Fabien, respetaron la voluntad de privacidad, así como la de que sus restos permanecieran en su casa, donde también están enterradas las mascotas que fueron grandes compañeras de vida del actor. Dar cauce a su deseo requirió un procedimiento excepcional de las autoridades de la región de Loiret, en Douchy, donde se encuentra la residencia Delon, conocida como château de la Brûlerie. En esta propiedad, adquirida en 1971 por el actor, y que fuera catalogada como Monumento Histórico francés desde diciembre de 1948, se realizó el funeral al que asistieron unas cincuenta personas.

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Junto a su hija Anouchka en el Festival de Cannes (2019).
Denis Makarenko/Shutterstock

La casona, cuya primera edificación data de la Edad Media, ya era famosa antes de que él la adquiriera. En un artículo del diario El mundo de 2023, se menciona que Juana de Arco llegó a pasar por allí, la noche del 27 al 28 de junio de 1429, antes de que se convirtiera en mártir. Allí mismo, en 1950, se instaló un campamento de verano para los niños víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

Que Alain Delon haya desembolsado una millonada para adquirir la propiedad, resulta obvio. Cuenta la historia que la compró tras un rodaje que hizo en la región. Al pasar por allí vio el inmenso muro que la rodeaba, y se quedó perplejo. Su pareja de entonces, Mireille Darc, le ayudó a convertir aquella inmensidad en un hogar para la familia, los amigos y sus decenas de perros. En esas 120 hectáreas, la pareja cultivó a lo largo de una década “un espíritu rústico” y construyó todo un paraíso rural. “Los cachivaches y los libros se acumulan, el fuego sigue crepitando en la chimenea”, se puede leer en una edición especial de la revista AD dedicada a la casa de Delon, en cuyo centro se construyó la capilla donde ahora descansan las exequias de su alma mater.

Alain Delon
El actor y su hijo Anthony (2021).
THOMAS COEX

Lo tuvo todo, conoció todo, lo hizo todo. Su vida fue extraordinaria, excepcional, algo muy raro. Así lo confesó Alain Delon en una de sus incontables entrevistas.

El funeral, según varios medios franceses, fue oficiado por el exobispo Jean-Michel Di Falco. Al lugar asistieron Rosalie van Breemen, las actrices Nicole Calfan, Muriel Robin y Géraldine Danon, entre otros que permanecieron en el anonimato. Un reportaje de Radio Francia Internacional destacó que por motivos de seguridad, se retiraron los teléfonos móviles de todos los participantes, y se prohibió el uso de drones y otros dispositivos electrónicos en las inmediaciones a la finca. En el acceso principal de la residencia algunos admiradores depositaron flores, velas y mensajes de cariño y admiración hacia El Samurái, como muchos le llamaban. Sus hijos menores se acercaron hasta el lugar, y agradecieron el tributo ofrecido, a los presentes.

Varias semanas transcurrieron desde la muerte del actor. A los titulares de congoja se suman hoy los conflictos entre los hijos por la herencia millonaria que dejó su padre. También forma parte de este capítulo, Hiromi Rollin, pareja del actor en sus últimos años para unos; y su cuidadora, para otros. A ella la conoció en un rodaje cuando era asistente de dirección, y comenzaron a acercarse hasta terminar viviendo juntos. “La familia nunca la aceptó”, cuentan los más sensacionalistas. En una ocasión, Rollin concedió una entrevista a Le Parisien en la que respondió a las acusaciones, afirmando que todo el enredo mediático era un montaje de los hijos de la estrella: “me tendieron una trampa para alejarme de su padre. Ese era su único objetivo”. Y aseguró, que no era la “dama de compañía”, sino que se comportaban “como una pareja normal”.

Nada empaña a semejante trayectoria, que como tal se recorre desde otro lugar, con sus facetas luminosas y sus sombras, como Delon las aceptó en vida. Su compromiso profesional, su carrera, como él dijo, fue lo mejor que logró, gracias a los maestros que encontró en el camino. Él mismo reconoció su admiración por Jean Gabin, Lino Ventura, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni. A todos los vio partir y les rindió tributo. Sus palabras de despedida en el Festival de Cannes en mayo de 2019 son relevantes para entender el significado del amor en la vida de Alain Delon. “No me marcharé sin decirles que pienso en Mireille y en Romy”, dijo con la voz entrecortada. Luego cerró la caja que sostenía entre sus manos con la Palma de Oro de honor, respiró profundo para contener la emoción, y bajó del escenario. Su hija Anouchka estaba a su lado.

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