El sol pega a pleno en Paso de los Toros, Tacuarembó. Unas veinte personas, entre dirigentes y vecinos, se refugian en el local de la lista 88 de Cabildo Abierto. Es domingo 20 de octubre, faltan solo siete días para la elección nacional y Guido Manini Ríos, el ceño fruncido y la mirada perdida, sabe que se está por jugar una parada importante. Que los pronósticos no son auspiciosos para el partido que creó en 2019 y al que llevó a una imponente votación que lo ubicó como el quinto partido más votado en la historia del Uruguay y un socio clave de la coalición de gobierno liderada por Luis Lacalle Pou.
Está allí, en Paso de los Toros, como un día antes en Melo y Río Branco y un día después en Rivera y Artigas, para transmitir un último mensaje en los feudos cabildantes, donde cinco años atrás llenaba gimnasios enteros, donde llegó a arañar o incluso superar el 30% de los votos, y donde ahora transmite a un puñado de personas la importancia de retener la máxima cantidad de votos posible.
—Es fundamental que el próximo 27 de octubre Cabildo Abierto tenga una buena votación —les dice Manini.
—Que podamos seguir planteando lo que venimos planteando hace tiempo sin importar los intereses que tocamos.
—Que su voz no se apague.
—Que su voz se sienta.
Desplome
Los números del domingo 27 confirmaron los peores pronósticos. La voz de Cabildo Abierto no se apagó, pero quedó reducida a una mínima expresión, en uno de los descalabros electorales más importantes de la historia electoral uruguaya. Lo que se escuchó, más que la voz de los cabildantes, fue el estruendo de su desplome.
Del 11% de 2019, Cabildo Abierto cayó al 2,4%. Solo retuvo uno de cada cinco votos obtenidos en la elección anterior. La bancada de tres senadores y once diputados quedó reducida a solo dos diputados y ningún senador. Manini Ríos, líder del partido, quedó afuera del Parlamento.
La caída libre fue descomunal en todos los rincones del país, con un mayor peso relativo del interior y con algunos matices en la dimensión del desfonde.
Artigas, departamento de Irene Moreira (exministra de Vivienda y esposa de Manini Ríos), fue el que sufrió la menor fuga de votos respecto a la elección anterior, pero aun así dos de cada tres votos cabildantes de 2019 eligieron otra opción en 2024. Algo parecido sucedió en Salto y Montevideo. En Treinta y Tres, el otro extremo, Cabildo Abierto retuvo solo uno de cada diez votos.
Entre las ciudades con más de 10.000 habitantes, algunas de sus mejores votaciones fueron en Río Branco (pasó de 37% a 8,3%), la ciudad de Artigas (de 23% bajó a 7,2%), la ciudad de Rivera (de 25% pasó a 6,4%) y Toledo (se redujo de 20% a 5,4%).
El destino de sus votantes fue heterogéneo, como heterogéneo había sido su origen cinco años atrás, cuando Cabildo Abierto compitió por primera vez.
—Así como recibió de todos lados en 2019, se fueron para todos lados. Las puertas grandes de entrada que tuvo fueron grandes puertas de salida en 2024 —resume Eduardo Bottinelli, director de Factum. De los 11 puntos de 2019, diversos estudios apuntan a que aproximadamente unos tres puntos ya fueron a Daniel Martínez en el balotaje con Lacalle Pou. Según Bottinelli, gran parte de esos “votos prestados” nunca volvieron. Lo que vino después, dice, fue una pérdida de apoyos dentro del electorado multicolor, primero con el Partido Nacional y después con el Partido Colorado.
En la elección del 27 de octubre, el Frente Amplio y el Partido Colorado fueron los que crecieron en contrapartida al desfonde cabildante. Pero a lo largo y ancho del país, el trasvase no siempre cumplió un mismo patrón. En localidades como Young (Río Negro), La Paloma y Lascano (Rocha), Sarandí del Yi (Durazno), la caída de Cabildo Abierto fue casi un espejo del crecimiento del Frente. En otras, como San Carlos (Maldonado) o Chapicuy (Paysandú), el Partido Colorado fue el que más creció a costa de los de Manini Ríos. En Río Branco (Cerro Largo), el que más se benefició fue el Partido Nacional, que creció 19 puntos porcentuales frente a una caída de 29 puntos de Cabildo Abierto. En ciudades como Rocha, Rivera o Toledo, frenteamplistas y colorados se repartieron de forma bastante más los puntos que dilapidó el partido de Manini.
Aunque muchos dicen que no es momento para un balance definitivo de qué fue lo que ocurrió, el paso de las horas da lugar a interpretaciones muy distintas por parte de los propios dirigentes: están los que, desde una visión romántica, adjudican los malos resultados a una supuesta campaña en contra de Cabildo por parte de “intereses” que se sintieron “atacados” por el partido; otros recriminan los liderazgos inadecuados, el mal desempeño en puestos claves de la gestión y el impacto de algunos “escándalos” que horadaron la idea de que el partido venía a terminar con el “recreo”; están quienes mencionan la escasa fidelización de los votantes de 2019 y la tensión constante con los socios de gobierno, que alienó a una parte de los votantes coalicionistas; está, por último, la aparición de otras figuras que comprometieron aún más el atractivo de Cabildo, que aparte había dejado de ser la novedad.
—Cabildo tuvo errores propios grandes, problemas internos muy importantes, y mala suerte —argumenta Bottinelli—. ¿Qué le convenía, que ganara Yamandú Orsi o Carolina Cosse? Que ganara Cosse, y ganó Orsi. ¿Que le convenía en el Partido Colorado, que ganara Robert Silva o Andrés Ojeda? Que ganara Silva, pero ganó Ojeda. No le convenía que Pedro Bordaberry se sumara y se sumó. No le convenía que Gustavo Salle despegara y despegó. También es verdad que podría haber retenido y competir, pero las ofertas terminaron siendo más atractivas.
Todos contra todos.
Cualquiera fuera el factor más relevante, la interna de Cabildo Abierto —o lo que queda del partido— está que arde. La derrota complicó todo y agudizó las heridas, como suele suceder en estos casos.
Hoy hay muchas corrientes y enfrentamientos internos. El que primero se abrió de la línea oficial maninista es el teniente coronel retirado Eduardo Radaelli, ex mano derecha del candidato, quien tiempo atrás creó el Espacio de los Pueblos Libres y se distanció del líder. Allí también está Raúl Lozano, sucesor de Moreira en Vivienda y primer candidato al Senado de este sector.
Pero también hay diferentes corrientes entre los que apoyan a Manini Ríos y lo llevaron como primer candidato al Senado. Solo la lista más oficial —la Corriente Nacional Maninista, lista 510— puso a la exministra Irene Moreira en el segundo lugar del Senado. Otra lista —la alianza entre la Columna Lealtad y Unidad y Encuentro Nacional Cristiano— llevó al escribano Guillermo Domenech y el sector Adelante al diputado Sebastián Cal.
Hoy eso es solo anécdota porque Cabildo no sacó un solo senador.
Una charla con diferentes dirigentes cabildantes da una idea de que hoy el partido está cerca de un sálvese quien pueda. Para empezar, los más oficialistas afirman a quien quiera escuchar que las explicaciones de la debacle están en supuestos ataques del resto del sistema político y de los medios: el enemigo desde varios frentes. No hay mucha autocrítica.
Del otro lado del teléfono, en Salto, atiende el diputado Rodrigo Albernaz, quien es de los dirigentes que se mantienen fieles a Manini y Moreira. Dice que ella fue “la mejor ministra de la última década”.
Albernaz resume que los problemas de Cabildo se dieron por “dos grandes golpes” que vinieron desde la interna de la coalición. Por un lado, dice que el episodio de Moreira, quien fue cesada en mayo de 2023 por otorgar un apartamento a una militante de su partido, “fue aprovechado por Álvaro Delgado y Luis Lacalle Pou para aleccionarlo a Guido”.
—No entiendo. ¿Cómo se usó lo de Irene Moreira?
—Claro, el ataque a Irene fue aprovechado para castigar públicamente a Cabildo —responde Albernaz, quien lidera grupos políticos en Salto, Flores, Soriano, Río Negro, Paysandú y Rivera—. Nosotros veníamos de la ley forestal con el Frente Amplio, que el presidente la vetó, y habíamos tironeado en la reforma del sistema de seguridad social. Cuando nos quisimos acordar, hubo una batahola de ataques a Cabildo. ¿Pero qué hizo Irene? No hizo nada… No regaló viviendas.
—Bueno, asignó a dedo una vivienda.
—No robó nada. Estamos hablando de un alquiler con derecho a compra, donde se entraba y pagaba por 30 años —simplifica.
El segundo golpe, en la lectura de Albernaz, vino desde la interna de Cabildo por la postura de los “sectores más militares”.
—Son un cúmulo de coroneles, que buscaron apropiarse de la institucionalidad del partido a pesar de que la perdieron en la interna. Siguieron dividiendo y el simpatizante quedó muy desgastado. Son coroneles mamados de poder, hicieron lo que querían.
—¿Se refiere a la gente de Radaelli?
—Radaelli, que es el orquestador atrás de todo, y Lozano. Esos dos nombres van juntos —dice Albernaz, quien ahora se dedicará al alquiler de locales comerciales una vez que deje la banca—. Ellos tienen el 90% del ejecutivo del partido, direcciones, ministerios y demás. Esta gente que hoy se puso en contra de Guido, absorbió ilegítimamente todo el poder. Porque ninguno de sus candidatos en todo el país, me refiero a coroneles retirados, había ganado la diputación en 2019. Acá quisieron hacer algo sin Guido y nos destrozaron el potencial electoral. Guido se dio cuenta tarde.
Albernaz piensa que Radaelli y su grupo al final se irá del partido.
Ni Lozano ni Radaelli aceptaron hablar con El País.
Irene Moreira, en tanto, parece tener una visión similar a la de Albernaz. En un audio que envió el lunes a grupos de WhatsApp cabildantes, al que accedió El País, indica que el domingo no estuvo en el comando de Cabildo porque sufrió “un pico de presión” y los médicos le mandaron quedarse en cama y desconectarse de las redes. Allí también dice que el resultado “fue un balde de agua fría”, que hay que “sacarse la mala energía”, que a ella “quisieron” matarla pero tiene “buena salud” y que la baja votación puede ser la excusa para “limpiar un poco la casa” y que se vayan “muchos de los que tendrían que haberse retirado o pedido perdón por crear esta fractura”.
El discurso oficialista, lo de los enemigos que llevaron al partido a la derrota, se repite. Por ejemplo, el senador Domenech dice que en el bajón electoral incide una “campaña muy fuerte en contra de Cabildo, desde adentro y de los socios de la coalición”, centrada en el caso de la ministra Moreira.
—Y enfrentamos intereses económicos muy poderosos, que no están acostumbrados a ser controvertidos. Quizás no medimos las fuerzas a las que nos oponíamos. Quedamos muy solos.
Domenech dice, además, que existió un “aturdimiento mediático” en la campaña electoral, sin discutir temas de fondo:
—No pudimos poner en el primer plano de la discusión los temas que hacen a la vida de la gente. La campaña mediática de los demás partidos trató temas superficiales.
—Ustedes en esta campaña hicieron foco en el voto cristiano.
—Tanto Guido como yo somos católicos. Desde el primer día reivindiqué en el Parlamento los principios morales del cristianismo. Quizás se percibió más todo esto por la incorporación de (la candidata a vice) Lorena Quintana.
Desde el interior
Bien al norte, Artigas es el departamento del país donde Cabildo porcentualmente perdió menos, aunque igual la caída fue enorme: de 10.084 votos en 2019 a 3.045 en 2024 (17,95% a 5,69%).
Desde allí y a sus 94 años de edad (“no lo diga a ninguna mujer”), el teniente coronel retirado Roque Moreira, el padre de Irene, ensaya sus explicaciones del golpazo cabildante, con la aclaración de que es su opinión personal como analista de la realidad política ya que él sigue integrando el Partido Nacional.
—¿Manini ya no cautiva tanto?
—Bueno, en estos cinco años hubo un ataque masivo de todo el sistema político contra él. Y él siempre fue una locomotora —insiste en el argumento.
—Ese ataque que usted dice, ¿influyó?
—Yo no lo digo. Es lo que ocurrió en el país. Fue así: era un cuerpo extraño que al resto de los agentes políticos les convenía tratar de extirpar u horadar. Y eso tiene un tributo electoral.
En Treinta y Tres otro pariente de Manini, en este caso un hermano, comenta la votación; en ese departamento se dio la caída más pronunciada que sufrió Cabildo en todo el país. Perdieron el 90% de los votos: pasaron de 7922 votos en 2019 a 764 en el escrutinio primario de 2024, o sea de 20,22% a 2,11%.
Pablo Manini Ríos es referente local de Cabildo en Treinta y Tres, edil y fue candidato a diputado.
Desde allí, atiende a El País:
—El tema fue que la gente es muy novelera y la novedad ya no era Cabildo.
—O sea que en 2019 ustedes se beneficiaron de esa cosa novedosa y del liderazgo de Manini. ¿Eso ahora se perdió o estaba más diluido?
—Bueno, no sé si se perdió, pero ya habían pasado cinco años y la gente no entendió… Se tocó el sistema, que es el tema más difícil, y acá eran “todos contra Cabildo Abierto”.
Un ejemplo paradigmático de la caída cabildanate es la localidad de Rincón, un pueblo del departamento donde votan 700 personas. A diferencia de otras ciudades, como Río Branco, Paso de los Toros o Toledo, donde Cabildo también había sido particularmente fuerte, allí no hay un voto militar cautivo, aunque sí una influencia de la familia Manini, con emprendimientos productivos en la zona.
En 2019 Cabildo fue la primera fuerza con 37%. Esta vez bajaron 30 puntos. El Frente Amplio aumentó 11 puntos (de 22% a 33%), el Partido Nacional otros 11 (de 36% a 47%), el Partido Colorado sumó 5 puntos (de 3,4% a 8,7%) y Salle obtuvo 2,76%.
—Mucha gente valoró la gestión local del alcalde del Partido Nacional, y se nota que mucha gente también volvió al Frente Amplio —dice Pablo Manini Ríos.
—¿Demuestra el voto prestado en 2019?
—Seguro. Era un partido que nacía de la nada, que no era el desprendimiento de ningún partido. Y ese espacio se llenó con otras ofertas.
—¿Hay una identidad cabildante de la cual agarrarse para el futuro?
—La identidad cabildante más importante es el artiguismo. Eso es lo que puede devolverle los votos a Cabildo, después que pase el desgaste del nuevo gobierno. Que la gente se dé cuenta que no era tan malo lo que había; se dejaron encandilar por otras cosas.
En Paso de los Toros (Tacuarembó), otro feudo cabildante en el que 2019 había arrojado una votación casi en tercios entre el Partido Nacional, Frente Amplio y Cabildo Abierto, los liderados por Manini Ríos ahora cayeron 25 puntos, pasando de 29% a 4%. El que más se benefició fue el Partido Colorado, que subió 11 puntos pasando de 8% a 19%, sobre todo traccionado por la lista 10 de Vamos Uruguay, que incluso había arrastrado dirigentes provenientes de Cabildo. El Frente Amplio creció 6 puntos allí, y el Partido Nacional (que perdió votos en Tacuarembó) aumentó también unos 6 puntos en la localidad.
Rolando Sánchez, empresario de la zona, de origen batllista, que llegó a ser candidato a alcalde por Cabildo Abierto y concejal del partido, lo resume así:
—La votación de Cabildo fue un producto en un momento determinado de la sociedad, de las necesidades políticas que se tenían en el país, y una primera experiencia de un grupo de militares que encontraron un lugar donde poder hacer eco de su forma de pensar. Se dieron las condiciones. La elección pasada, me consta, lo votaron personas de todos los partidos. Lo que pasó en esta elección, mas allá de las circunstancias, de la falta de experiencia, es que todo volvió a su cauce. Las personas que votaron acá volvieron a los partidos que habían votado anteriormente.
Los dos votos cabildantes ante gobierno de Delgado o de Orsi
Aunque en estos primeros días, tras el shock del desplome, nadie tiene claro cómo seguirá todo dentro de Cabildo Abierto, una de las pocas certezas es que no será igual en caso de un triunfo de la coalición que con una victoria del Frente Amplio.
El primer escenario daría a Cabildo la oportunidad de rearmarse desde el oficialismo, con cargos ejecutivos, que además le permitirían mantener parte de su estructura y elencos.
En el segundo caso, en el Frente Amplio no dejan de ver que los diputados electos por Cabildo —Silvana Pérez Bonavita (Montevideo) y Álvaro Perrone (Canelones), ambos de la corriente oficialista— tendrían los dos votos que le faltarían a la izquierda para la mayoría parlamentaria.
“Si el Frente Amplio es gobierno, actuaremos con coherencia. Si mañana en un presupuesto viene una rendición de cuentas con aumento para la tropa, lo tendré que acompañar. Si viene y me dicen: vamos a destinar una partida para una fuerte campaña de concientización del uso de la droga, eso lo tendré que votar. Si mejora el presupuesto para las cárceles o la construcción de una cárcel de máxima seguridad lo mismo”, dice Perrone a El País.
Aunque en seguida aclara que tanto él como Pérez Bonavita son “claramente de la coalición” y que en estos días solo trabajarán para la victoria de Delgado. “Tenemos que ponernos ahora en modo balotaje. El análisis hay que hacerlo en frio, después de que termine el período electoral. Hacerlo con sangre caliente no va a ser análisis positivo”, agrega Perrone.
Los más duros
Rafael Menéndez es uno de los nueve diputados cabildantes que no repetirá. Integra el sector Adelante, que llevó a Manini en la lista al Senado pero hoy está enfrentado con el candidato y su esposa. Es de Tacuarembó, donde Cabildo bajó de 12.252 a 2059 votos, se dedica a la producción rural y es veterinario, profesión que ahora espera poder retomar.
Desde “el medio del campo” en Piedra Sola, en el límite entre Paysandú y Tacuarembó, afirma:
—Obviamente el principal responsable es Manini por ser el capitán del barco —dice Menéndez y luego habla de la exministra y su mensaje de que hay que “limpiar” el partido—. El mensaje de audio que mandó Irene fue nefasto, nefasto.
Unas horas después, y en una entrevista con La Diaria, diría que en todo caso es Moreira la que debería “dejar Cabildo Abierto” o, si no, él se bajaría “en la próxima parada”.
—¿Hoy hay chance de reconstruir el partido?
—La verdad es que no sé, haber tirado por la ventana nueve diputados y tres senadores es demasiado mucho —dice a El País—. Es difícil reconstruir un partido así. Hay que pegar un golpe de timón importante. Y hacer orejas a todos los que en determinado momento dimos alguna opinión que fue totalmente desatendida.
—¿Por ejemplo?
—De la actuación en el Ejecutivo.
—¿Irene Moreira?
—De todos. Nosotros veníamos con la bandera de hacer las cosas bien. Y no hicimos las cosas bien. Pero además teníamos gente de Cabildo Abierto en el Ejecutivo que no nos atendía el teléfono. Está bravo mantener la unidad de esta forma. Cuando vos te empecinás y no escuchás, tenés estos resultados.
Igual que Menéndez, el diputado fernandino Sebastián Cal también integra el sector Adelante y también perderá la banca de Diputados. El futuro de ellos no está claro: si es adentro o afuera de Cabildo Abierto dependerá de lo que decida la agrupación.
En setiembre Cal protagonizó un fuerte cruce con Manini en una reunión en el Parlamento y, según dicen testigos, a la salida el general le dijo “qué lástima que no te mató Aguiar”, en referencia al empresario Gonzalo Aguiar, al que el diputado denunció por amenazas.
Cal dice hoy que él mismo es uno de los tantos “desilusionados” con Cabildo, porque pensó que iba a tener una impronta “mucho más liberal” en lo económico de la que al final tuvo.
—Somos muchos los decepcionados. Yo creo que la gente no se equivoca… Manini Ríos tiene que estar donde tiene que estar: fuera del Senado.
—Una de las cosas que decía Manini era que con él se acababa el recreo. Pero el recreo no se acabó, parece.
—Que se va a terminar... Habrá sonado una campana, los gurises siguen corriendo en el patio... Uno de los hechos que marca un antes y un después en Cabildo fue lo de Moreira. Mirá: si Manini no hubiera llevado a Irene en la lista al Senado, hoy sería senador.
¿Y qué dice el líder cabildante? La noche de las elecciones afirmó que él era el responsable de la derrota y luego no habló más. De hecho, no respondió los insistentes mensajes que le envió El País.
Pero sí dio una nota a Nery Pinatto en el programa Estado de situación en radio Oriental.
—Sé que estás afectado por el resultado —le dijo Pinatto—. Uno siente que gente como tú merecía mejor suerte en las urnas. ¿Sostenés que las razones que has dado públicamente son las que llevaron a una votación que no era la esperada?
—Hay que hacer profunda autocrítica de las cosas que se hicieron mal. Claramente se hicieron cosas mal porque, si no, no se explica la baja votación (…) No cabe duda de que nosotros, en nuestra franqueza y nuestra frontalidad, nos metimos con poderes muy fuertes… Hicimos cosas que no gustaron al lobby forestal; después tuvimos enfrentamiento con el lobby financiero prestamista; nos enfrentamos al lobby que está detrás de la droga recreativa legal; nos metimos con aquellos embanderados con dogmas intocables como la ideología de género o la condena del patriarcado.
—Estoy convencido de que esas poderosísimas corporaciones están de fiesta con tu caída electoral —le dijo Pinatto—. ¿Vas a seguir liderando Cabildo Abierto o vas a dar paso al costado?
—No soy de los que abandona el barco ante el primer contratiempo.
Autocrítica, autoflagelación y el arte de la guerra
En Cabildo Abierto nadie tiene muy claro si habrá un proceso de autocrítica y cuándo será. Pero el ambiente está tan tenso que hacerlo hoy sería ir a una batalla sin demasiado sentido. Además, las baterías están puestas en el balotaje. En todo caso lo más probable es que quede para el próximo año, cuando se llevará a cabo un congreso cabildante.
“Yo no soy partidario de las autoflagelaciones públicas”, aclara el senador Guillermo Domenech. “Todos tenemos que hacer un examen de conciencia y ver los errores cometidos. La guerra es muy larga y se pierden batallas”.
El diputado tacuaremboense Rafael Menéndez se sincera: “Cada uno tendrá que hacer su autocrítica. Pero no sé si la vamos a poder hacer en conjunto poque está todo muy fragmentado. Se están bardeando entre las agrupaciones y echándose culpas unas a otras”. Y dispara: “Si llega a haber una autocrítica yo no creo que participe. A mí acá nadie me escuchó”.
Otros se remiten a una extensa columna publicada en La Mañana por Marcos Methol, senador suplente y coordinador programático, quien reivindicó el camino recorrido por Cabildo desde 2019 y sostuvo que hay que “dejar que se calmen las aguas” antes de analizar “los aciertos y los errores cometidos”.
“No fue fácil encarar esta campaña electoral con escasez de recursos, marcadas desavenencias internas y ya no siendo la novedad en el escenario político, con el surgimiento de otros candidatos con perfiles semejantes en algunos aspectos, como Salle, Bordaberry y el propio Orsi”, escribió.
Methol reivindica entre otras cosas que Cabildo atrajo a la función pública a "varios militares retirados o profesionales vinculados a ese ámbito, aprovechando muchas capacidades en donde el Estado invirtió por años en su formación y lo hicieron mayoritariamente en políticas sociales como salud y vivienda, con buenos resultados, en fecundo diálogo con empresarios y sindicatos, gremios y cooperativas". "¿Sería eso imperdonable para los que se alimentan de la fractura cívico-militar?", preguntó.
También señaló que "la representación parlamentaria en ambas cámaras permitió la llegada de nuevos integrantes con un perfil diferente al del político profesional, la mayoría dedicados a oficios, pequeños comerciantes o docentes". "Ese hecho más el de ser el fiel de la balanza en las votaciones le dio a esta bancada una visibilidad y exposición mediática mayor a la normal".
En la columna, Methol adhiere en parte a la tesis de que Cabildo "puso nerviosos a varios lobbies económicos e ideológicos", y que "no faltaron" quienes lo quisieron "destruir".
"Abrir muchos frentes al mismo tiempo fue una muestra de coraje mezclada con una dosis de insensatez, que tal vez faltó más de la filosofía de Sun Tzu o Lidell Hart, pero lo que es innegable es que este partido nuevo no se amilanó ante las presiones externas, ante la persecución judicial o lawfare, las amenazas de 'cordón sanitario' parlamentario y televisivo o las maniobras de desprestigio vía el bombardeo de noticias de escándalos".