A pesar de que no lleva un mameluco azul con tiras naranjas como el resto de las personas que trabajan en la planta potabilizadora de Aguas Corrientes, Victoria Ichazo tiene puesto un casco blanco con el logo de OSE en la parte delantera que se saca para saludar. Trabaja desde hace 12 años en la empresa estatal y todos los días recorre los 57 kilómetros que separan a la planta de su casa en Montevideo. Con nervios evidentes por estar hablando con la prensa en medio de una crisis hídrica que califica de “catastrófica”, la ingeniera industrial que hoy es subgerenta de producción hace el recorrido que sabe de memoria por las instalaciones, mientras su celular no para de sonar.
“Estoy acá con la gente de El País, así que hablamos después”, dice de manera educada. Ella, al igual que las otras 160 personas que trabajan en Aguas Corrientes, la planta ubicada sobre el río Santa Lucía, vive por estas horas un “desafío laboral importante”, dice. “En los hechos trabajamos la misma cantidad de horas que antes, pero es otra cosa, otra intensidad”, cuenta Ichazo. Todo esto se debe a algunos cambios en la planta de Aguas Corrientes que han puesto a OSE en el centro del debate político, además de ser el tema de cualquier conversación. Es en este lugar, en Aguas Corrientes, en donde hace poco más de dos semanas se modificaron los niveles de salinidad del agua que sale por las canillas de Montevideo y buena parte de Canelones -o sea, lo que se denomina el área metropolitana- debido a la falta de agua que padecen las represas de OSE por la sequía.
En la recorrida, Ichazo camina hasta el lugar en donde se produce la mezcla de agua proveniente del Río de la Plata -que es más salada- y lo que llega desde Paso Severino, que suele ser más dulce. Es un día “particular” y “más preocupante” de lo normal porque la marea está más baja de lo que estuvo en toda la semana, al punto de que hacia el lado izquierdo, en donde está el agua que viene del Río de la Plata, hay partes de agua estancada y tierra negra que sale hacia afuera. Es en ese lado de la pequeña represa que se ubica una bomba que genera presión hacia el lado derecho -donde está el agua más dulce- para que pase con una frecuencia alta hacia las compuertas que derivan en la planta potabilizadora. Esa agua que viene del Río de la Plata ahora se ve totalmente negra. “Es lo que podemos sacar en estas condiciones. Parece puro barro, pero es agua”, dice la ingeniera.
Las dos fuentes de las que se nutre la planta ubicada en Aguas Corrientes son la represa de Paso Severino y la de Canelón Grande. La última directamente dejó de funcionar en las últimas semanas debido a la baja cantidad de agua que entraba por sus válvulas. Con esto, Paso Severino es hoy la última esperanza de agua dulce que tiene OSE para poder seguir brindando un servicio similar, aunque no idéntico, al que siempre dio.
Antes de visitar Aguas Corrientes, El País estuvo en Paso Severino, en donde dos técnicos de la OSE medían el nivel de la represa, una práctica que últimamente hacen “a cada rato”. La cifra para el jueves a las 9:30 de la mañana es de 27,3 metros, algo que luego Ichazo cataloga de “disparate”. Los técnicos de la empresa comentaron que hay un medidor “automático” que es parte de la estructura de la propia represa, pero este va de 36 a 28 metros, por lo tanto, ellos ahora están a cargo de este sistema “provisorio y manual” de medición que puede medir entre 28 y 18 metros.
Y aunque en las últimas horas cayó algo de agua, lo cierto es que hace falta “que sean varios días y con una cantidad sostenida”, según la ingeniera de OSE.
Más allá de los detalles de lo que sucedió en las últimas semanas y teniendo en cuenta las opiniones de los expertos en temas hídricos, la cuestión de fondo es cómo puede ser que exista una crisis hídrica tan importante en Uruguay, un país donde siempre se nos dijo que el agua potable no faltaría, que está sobre el acuífero Guaraní y donde hay una cantidad de cursos de agua significativa para su tamaño.
Qué hay debajo.
Para Luis Aubriot, experto en limnología y profesor adjunto de la Facultad de Ciencias, la crisis hídrica en parte se debe justamente a esa creencia de que una situación de este tipo “nunca nos iba a tocar”.
“Todo pasa por un gran descuido cultural y social de lo que entendemos por el agua y lo importante que es. Le restamos importancia por el hecho de que pensamos que siempre va a estar disponible. El problema va desde cómo se educa a los niños hasta las políticas públicas que se basan en una situación de despilfarro del agua. Por ser barata y abundante, siempre se usó de forma desmedida”, subraya el científico.
Ese supuesto “descuido generalizado” es compartido por todos los expertos que estudian el agua, que culpan a las distintas administraciones que ha tenido OSE -más allá de los colores partidarios- por no poner en marcha alternativas para prever una situación como la actual. En este sentido, el geólogo e investigador Guillermo Popelka cree que el problema está en que “las empresas públicas no se renuevan”. El experto sostiene: “La OSE nunca tuvo la posibilidad ni las ganas de probar proyectos nuevos, ni tener inversión de riesgo, sino que andan como siempre anduvo. La planta potabilizadora tiene más de un siglo, es la única y con eso funciona todo hasta que un día se acaba, como está por pasar. Eso es el Uruguay, ¿te das cuenta?”.
Popelka es uno de los investigadores a los que la OSE le cerró las puertas “constantemente”, según su relato, cuando por ejemplo presentó un proyecto para investigar las aguas subterráneas del río Santa Lucía en 2015. Para el científico es posible que exista un acuífero debajo del Santa Lucía capaz de brindar agua que “se sume” a la que hoy falta a nivel superficial. Sin embargo, su existencia es incierta debido a que nunca se estudió “correctamente”.
A partir de esto, Popelka asegura que hace dos semanas recibió una propuesta de parte del gerente general de OSE, Arturo Castagnino, para llevar a cabo “estudios geofísicos y perforaciones” para ver si es posible obtener agua de las rocas debajo del Santa Lucía. “Me llamó el domingo pasado, después de la beatificación de Jacinto Vera en el Estadio Centenario, por eso estoy seguro de que él me lo mandó y finalmente voy a poder estudiar algo que investigo hace años”, bromea el geólogo y agrega: “Lo que me dijeron desde OSE es que les está pasando que ahora aparece agua que no sabían que estaba allí y eso posiblemente se explique por la presencia de aguas subterráneas que estaban escondidas”. Desde OSE aseguran que es cierto que Popelka está “asesorando” a la empresa estatal con el fin de evaluar la “factibilidad de extraer agua subterránea”.
“Funcionarios de ose están trabajando bajo presión”
Según el presidente de la Federación de Funcionarios de OSE (Ffose), Federico Kreimerman, hoy los trabajadores de la empresa están “trabajando bajo presión” debido a la crisis hídrica. “En la planta y en los operativos de Montevideo, los funcionarios reciben el enojo de la población aunque no son decisiones de ellos y trabajan con presión por la situación”, expresa Kreimerman. Además, advierte que existe una “sobrecarga de trabajo” en algunas áreas a causa de la falta de personal en la empresa, lo que hace que “muchos compañeros tengan que trabajar doble turno o los fines de semana”. Con respecto al vínculo con las autoridades, el representante de los trabajadores dice que “está muy difícil” y agrega: “Han tomado decisiones que tenemos que aplicar nosotros y nos enteramos por la prensa”.
Más allá del problema que existe en el área metropolitana, lo cierto es que el resto del país no tiene complicaciones con el abastecimiento ni la composición del agua de OSE. Esto en parte tiene que ver con que es justamente el agua subterránea la que abastece a algunas localidades pequeñas del interior. “Uruguay actualmente desconoce los volúmenes de agua subterránea de muchos acuíferos de Uruguay e incluso la presencia de estos”, explica la profesora adjunta de recursos hídricos subterráneos de la Facultad de Ciencias, Paula Collazo.
Quienes no están familiarizados con el tema puedan pensar que un acuífero es un río debajo de la tierra. Pero Collazo lo define de este modo: “Es una formación geológica capaz de almacenar y transmitir agua a través de ella, y que se puede extraer en cantidades significativas mediante obras de captación que son los pozos. El agua se acumula en los poros de las rocas, pero no se trata de un río subterráneo exactamente”.
Está previsto que en las próximas semanas comiencen los estudios de Popelka junto a OSE para “conocer cómo se compone la roca que está debajo” del Santa Lucía, pero él no tiene dudas de que encontrarán un acuífero. Es una de las alternativas “de desesperación”, que está realizando la empresa debido a la crisis hídrica, según el propio científico.
Arazatí o Casupá.
Una fuente de OSE dice a El País que hoy el objetivo es “llegar a fin de mes con el mismo servicio que ahora y, mientras tanto, buscar alternativas para más adelante” y remarca: “OSE no está de brazos cruzados esperando que llegue junio, sino que se está haciendo un gran esfuerzo”.
Hoy la estrategia de la empresa estatal -más allá de algunas investigaciones particulares como la que encabeza Popelka y la búsqueda de lagunas alternativas de donde extraer agua superficial- es la de la construcción de una represa adicional en la localidad de Paso Belastiquí. Esta será “precaria y provisoria” con el fin de ampliar las reservas de agua que vienen desde el Río de la Plata hasta Aguas Corrientes, que en el caso de que no llueva de forma significativa en los próximos días, podrían descender al punto de tener un nivel más bajo que las propias bombas.
“Lo cierto es que la lluvia facilitaría el trabajo, pero igual se están buscando alternativas”, agrega la fuente de OSE.
Tanto desde la empresa como desde filas oficialistas se ha manifestado en los últimos días que el problema del agua tiene que ver casi exclusivamente con la sequía y su evolución de las últimas semanas, algo que el Frente Amplio rechaza, asegurando que hace falta una “autocrítica” del gobierno porque en octubre pasado ya estaban al tanto del déficit hídrico y se podía prever lo que sucedería. Lo cierto es que hoy la oposición critica al gobierno por no haber previsto la situación y el oficialismo critica al Frente Amplio por no haber solucionado el problema del agua durante los 15 años que gobernó. Algo de esto quedó claro en las más de 10 horas de interpelación en el Parlamento a los ministros de Ambiente y Salud junto al directorio de OSE, que se realizó el miércoles pasado.
El conflicto escaló hacia algo así como un enfrentamiento entre el proyecto Neptuno en Arazatí -que tomará agua del Río de la Plata en esa localidad de San José y es defendido por el oficialismo- y el de la represa en el arroyo Casupá -defendido por el Frente-. El debate no es solo entre los parlamentarios sino también entre los expertos en temas hídricos. A pesar de que ninguno de los dos vio la luz ni se construyó, hay posiciones enfrentadas al respecto.
El expresidente Tabaré Vázquez dejó un proyecto elaborado para la construcción de una represa en Casupá para abastecer de mejor forma a la planta de Aguas Corrientes. Este tenía una financiación de 80 millones de dólares a cargo de CAF (Banco de Desarrollo de América Latina). Las obras estaban prontas para comenzar en 2020, cuando asumió el gobierno de Luis Lacalle Pou, quien terminó optando por el Proyecto Neptuno, ubicado en Arazatí, que tiene un costo tres veces mayor y consiste de una planta potabilizadora en la costa de San José que tomará el agua del Río de la Plata para llevarla hasta el sistema de distribución de Montevideo.
Para el director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales y grado cinco de la Facultad de Ciencias, Daniel Panario, Neptuno “será algo inútil” porque el agua del Río de la Plata “suele estar o demasiado salada o llena de cianobacterias”. A pesar de que se prevé construir una reserva de agua dulce llamada pólder que podrá abastecer la planta de Neptuno por algunos días en el caso de que haya eventos de salinidad, lo cierto es que el proyecto no incluye la presupuestación de una desalinizadora. En este sentido, Panario dice que se debería haber seguido adelante con el proyecto Casupá ideado por el Frente Amplio.
Sin embargo, el geólogo Popelka, por ejemplo, es de los que está a favor de Neptuno y aclara: “Es una cosa buena y se debería haber hecho hace años”. Para el investigador un proyecto con las características de este servirá de “complemento” a la posible extracción de aguas subterráneas y ambas se sumarán a lo producido por la planta de OSE en Aguas Corrientes.
El cierre del llamado del proceso licitatorio para construir el proyecto Neptuno es el 6 de junio. La construcción llevará varios años y costará unos 250 millones de dólares.
De luz amarilla a roja.
En lo que los expertos sí coinciden es en las desprolijidades de parte de la OSE a la hora de comunicar la gravedad del asunto. Marcel Achkar, investigador del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ingeniería, dice estar asustado por “el nivel de improvisación” que se manejó en las últimas semanas. En este sentido, remarca que a pesar de que llovió en las últimas horas, hace falta “mucha lluvia” para que se termine la crisis y “no hay ninguna seguridad de que en junio llueva” lo suficiente. Según Achkar, “se tendría que estar trabajando para el peor escenario y eso es que no haya lluvia durante dos o tres meses, pero se está trabajando para el mejor, o sea, para que en 15 días empiece a llover”.
En ese sentido, Aubriot dice que hubo “algunas alertas durante el verano” con respecto al cuidado del consumo de agua, “pero esa alarma o alerta social se apagó hasta que se volvió a prender en los últimos 10 días” cuando “pasamos de una alerta muy baja, lo que sería una luz amarilla, a una roja y alarmante muy rápido”, algo que considera “contraproducente” para que “la gente se adapte”.
Apelando a que los pronósticos acompañen y que en junio llueva todo lo que no ha llovido en los últimos meses es que OSE hace malabares para aplazar la posibilidad -que es cada vez menos remota- de que el agua que sale por las canillas del área metropolitana no se pueda tomar más, aunque el secretario de Presidencia Álvaro Delgado aseguró el martes pasado que el suministro está garantizado. Por ahora, al menos, el agua seguirá saliendo con demasiada sal. Y las imágenes de la gente saliendo con bidones del súper continuarán siendo moneda corriente un tiempo más.
¿Cuánto se pierde por las tuberías?
Según indican fuentes de OSE a El País, es “frecuente” que en Uruguay se pierda entre el 40% y el 50% del agua que sale desde la planta de Aguas Corrientes debido al estado en el que actualmente se encuentran las tuberías del área metropolitana.
“El problema es que hay tanto pérdidas externas como internas de agua que no se llegan a distinguir con precisión”, dice una fuente de la empresa estatal.
De todas maneras, desde OSE aseguran que en las últimas semanas se ha reparado buena parte de las roturas gracias a “los incentivos que se dieron a las cuadrillas de funcionarios”. En concreto, explican que se pasó de tener unas 1.500 tuberías rotas a 900.
Por su parte, el experto en limnología Luis Aubriot opina que es algo “insólito” invertir grandes cantidades de dinero en nuevas plantas potabilizadoras para conseguir agua “cuando ni siquiera se cuida la que sí hay”. Según Aubriot, la cifra del 50% es “altísima” y “no parece que se esté actuando en forma racional ni eficiente” para que descienda. “Con Neptuno (Arazatí), por ejemplo, estamos pensando en aumentar el suministro de agua en 25%, mientras seguimos perdiendo el 50%. Es hacer una planta que cuesta más de 200 millones de dólares para un mismo sistema en donde se pierde la mitad del agua”, sostiene y agrega: “Yo creo que es una locura”.
Por su parte, el profesor grado cinco de la Facultad de Ciencias de la UdelaR Daniel Panario destaca que el problema con las tuberías es por “inoperancias” de parte de la OSE, “difíciles” a la hora de “echar culpas”. “Estamos echando la culpa a quienes están al frente de la OSE pensando que tienen malas intenciones cuando hacen o no hacen las cosas, cuando en el fondo quizá se trate de pura incapacidad”, dice, con evidente ironía. Con respecto a la crisis hídrica actual, Panario es categórico: ”Hay que hacer el baile de la lluvia con tambores. Yo honestamente estoy deseando que llueva porque hay gente demasiado incapaz puesta al frente para resolver este gran problema”.
Las autoridades de OSE no aceptaron entrevistas para este informe.