El Bitcoin es más que la primera moneda virtual. La tecnología que la sustenta consigue una nueva forma de regulación que, según los expertos, cambiará para siempre las transacciones financieras. Su crecimiento estimula a uruguayos a invertir de varias formas, todos ellos confiados en que es un regalo traído del futuro.
Digamos que la prensa ha tratado al Bitcoin como los programas de chimentos a las vedettes: un día lo enaltece y otro lo denigra. A su favor, dijo que la creación de la primera moneda virtual cambiará para siempre el sistema monetario y financiero, reduciendo los costos de las transacciones digitales, aumentando la rapidez, transparencia y seguridad en el intercambio de valores, y planteando un modelo que quita del medio a las autoridades centrales que validan la emisión de una moneda.
Ingenieros, contadores y economistas aseguran que el sistema que hay detrás de su funcionamiento, llamado Block- chain, es el tercer invento tecnológico más importante luego de la computadora y de Internet. Y que tendrá decenas de aplicaciones de gestión que promuevan la descentralización.
Además, la mayoría de los usuarios argumentan que ahorrar en bitcoins es una cuestión filosófica: en lugar de poner su dinero a merced de las decisiones de un gobierno, confían en el desempeño de una estructura que depende del uso de miles de computadoras en red.
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Pero también hay malas noticias. Como las transacciones son anónimas, al Bitcoin se le acusa de haber facilitado los negocios de narcotraficantes y de ser un refugio para el lavado de dinero. Investigar los éxitos y fracasos de este sistema implica toparse con un caos de leyendas y rumores. Pero el Bitcoin espera. Sobrevive y espera. Como si tuviera el secreto para un buen destino que solo sus usuarios más leales son capaces de imaginar.
Uno de ellos es Nicolás Jodal, ingeniero fundador de la empresa de software Artech, creadora de GeneXus. En su pedestal de héroes, el creador del Bitcoin Satoshi Nakamoto se luce junto a Paul Graham, autor de la primera empresa proveedora de servicios de aplicación, y Colin Chapman, diseñador, inventor y constructor de los autos Lotus. Jodal dice que siente admiración por la Blockchain porque es "una resolución brillante a un problema técnico que desvelaba a los informáticos": cómo hacer para transferir dinero en Internet sin intermediarios y sin que el dinero se duplique, porque el problema que tienen los archivos digitales es que se pueden copiar. Es un "invento genial", "un bicho raro", "la entrada a un mundo diferente". Y más.
El Bitcoin, como el oro, es de naturaleza finita. Es como si Nakamoto le hubiera dado la vuelta a un reloj de arena en el momento de la emisión de la primera moneda, en el año 2009. Según la estructura que ideó, en 2100 se terminará de emitir el último bitcoin, completando así los 21 millones que circularán en Internet.
Pero si al oro lo respalda un principio químico, al Bitcoin uno matemático. Es que hasta este momento Internet no sabía cómo transmitir un valor sin que una autoridad central confiable lo validara, como sucede con los giros bancarios o Paypal o Western Union. Lo que Nakamoto inventó fue una manera segura de intercambiar dinero electrónico persona a persona, libre de autoridades.
La gran apuesta.
Santiago es argentino pero vive en Montevideo desde hace cuatro años. Descubrió el Bitcoin en 2013, en Twitter, cuando Anonymous publicó que esa moneda era lo más importante que estaba pasando en el mundo. "Entonces empecé a googlear y no entendí nada. Es muy complejo al principio comprender cómo funciona la Blockchain, sin embargo comprar y vender es tan fácil como manejar un e-mail".
El primer paso para ahorrar en bitcoins es tener una billetera virtual, aplicación muy simple de usar que se descarga de los cientos de mercados de bitcoins que se encuentran en Internet (también llamados exchanges). Para abrirse una, a Santiago le pidieron que presentara un recibo de sueldo o algún documento que justificara sus ingresos. Cuando quiso comprar, le dieron un número de cuenta al que enviar los dólares. Él los transfirió desde su cuenta en el banco Itaú, aunque también se puede pagar en Redpagos. Unas horas más tarde tenía sus primeros dos bitcoins en la billetera virtual, que guarda en su celular. El trámite para vender es el mismo.
Hay otras formas de adquirirlos, como comprar y vender bienes y servicios usando este valor como divisa, medio de pago que se acepta en cientos de empresas como por ejemplo Dell, Microsoft o la firma que dirige Jodal. Otra opción es simplemente intercambiar dólares por bitcoins, transfiriendo la moneda de una billetera a la otra mediante un código que se escribe o se escanea. El Bitcoin es un código abierto, un conjunto de números encriptados.
Así compraron por primera vez Sebastián y Carmen: en un quiosco de la Plaza Independencia que tenía en la fachada la palabra Bitcoin escrita con una luz de neón roja. Llevaron US$ 4.000 en efectivo y se fueron con la billetera virtual cargada. Tres meses después, cuando la cotización se duplicó, vendieron. "Fue un buen negocio. Nosotros lo sentimos como algo del futuro. Es como que el futuro está ahí y la mayoría de la gente no lo sabe", dicen.
El puzzle.
Todas las transferencias que se realizan, como las que hicieron Santiago, Sebastián y Carmen, se agrupan cada 10 minutos en forma de bloque; el acumulado de bloques forma la Blockchain, que es un registro público de todas las operaciones. "Es como si fuera un libro contable al que cualquiera puede acceder", explica Bruno Gili, contador asociado de CPA Ferrere. Y agrega: "Es una tecnología disruptiva que está generando un enorme impacto y va a cambiar la forma en que operan los agentes financieros".
Para validar esas operaciones, Nakamoto creó un mecanismo competitivo entre miles de computadoras sofisticadas capaces de resolver varios ejercicios matemáticos por segundo, a las que apodó mineros. Si alguien quiere minar, tiene que comprar una de estas máquinas e instalar el programa Bitcoin. Jodal cree que la adrenalina es tanta que es comparable a una carrera armamentista.
Cada bloque se sella con la resolución de un puzzle matemático de alta complejidad que los mineros deben resolver. El primero en lograrlo obtiene como recompensa una suma de bitcoins que, a su vez, es el único medio de emisión de la moneda. "Este mecanismo descentralizado regula las operaciones al tiempo que evita que el sistema pueda ser hackeado, como suele sucederle a los bancos y a las tarjetas de crédito", dice Santiago.
¿Cómo se logra? La potencia computacional es tan grande que la red tiene más poder que las 50 computadoras más importantes del mundo: más que las de la NASA, el Pentágono y el FBI juntas, dice Santiago. Otra forma de ilustrar su fortaleza es por su consumo de energía: los mineros distribuidos por el mundo utilizan tanta electricidad como un país pequeño.
Según el plan de Nakamoto, cada cuatro años esa emisión de bitcoins se reduce a la mitad. Al día de hoy, cada 10 minutos hay un minero que gana 12,5 bitcoins: unos US$ 12.387.
La minería suele concentrarse en países con costos de energía bajos, como Islandia, Georgia, Noruega, y principalmente China, habitual constructor de estas computadoras y el país con mayor número de usuarios de los 16 millones de bitcoins que ya fueron emitidos.
Incluso en Uruguay hubo y hay mineros. Daniel Armand Ugón fue uno de ellos. "Tuve una experiencia poco rentable porque para minar la computadora trabaja sola, pero consume mucha electricidad y acá es cara". La norma mundial suele ser que los mineros generan bitcoins y los venden, "pero los uruguayos generaban y guardaban, porque les había salido más caro conseguirlos que comprarlos". Otra metodología es trabajar en cooperativa, "asociándote con otros mineros que tengan muchas más computadoras para así poder resolver los puzzles con mayor velocidad y luego repartir las ganancias en partes proporcionales".
Tiembla el oro.
En los primeros meses de 2017 la cotización del Bitcoin creció un 27%, hasta que el 3 de marzo hubo celebraciones, porque por primera vez superó el precio de la onza de oro: cotizó en US$ 1.293, US$ 70 por arriba del metal. En sus ocho años de vida el Bitcoin multiplicó por 50 su valor, pero también ha tenido oscilaciones de hasta un 40% en un mismo día. Así, convive con la doble fama de ser una moneda volátil para ahorrar y un buen negocio para especuladores.
Santiago es de los que ahorran: "Como son escasos y la emisión es fija, gente como yo piensa que si aumenta su popularidad, el precio del bitcoin va a crecer. Yo los compré convencido de que recién en 20 años voy a tocarlos, pero sé que pueden valer US$ 100.000 o cero. ¿Cuánto invertir? Es un número muy personal, porque tiene que ser una cifra que estés dispuesto a perder".
En cambio, Sebastián prefiere especular: "En todos lados me decían que ahorrara en bitcoins, que es como el oro, pero para mí no es un ahorro sino una inversión a corto plazo como las acciones, porque es dinero que se puede perder. No creo que por ahora se le pueda llamar ahorro, ¿sabés por qué? Porque al menos Uruguay todavía no está preparado".
En nuestro país es difícil encontrar economistas y contadores expertos en Bitcoin. Solo tres de los nueve contactados para esta nota se animaron a opinar. Bruno Gili y Mayid Sáder coinciden en que, por el momento, se posiciona como una reserva de valor interesante por su constante crecimiento, pero no como un medio de pago.
"El problema es que los gobiernos arreglan las crisis con emisión fiduciaria, todos se están endeudando en lugar de enfrentar los problemas, es como un placebo a futuro. Y la gente está pensando, ¿cómo hago para guardar ahorros para mis nietos sin salir perjudicado por devaluaciones? Compro tierra, compro oro, compro bitcoins: es una nueva oferta", plantea Sáder.
Gili cree que es un riesgo aceptable para inversores jóvenes o sofisticados, "con potencial para superar un error", aclara. "En un portafolio de inversiones, tener algo en bitcoins no es una locura".
En la vereda de enfrente está Diego Vallarino, docente del posgrado de sistema de información de la UdelaR. "Es complicado entender su comportamiento porque no tiene reglas de juego claras. ¿Quién se anima a invertir así? Esa volatilidad tiene una explicación económica monetaria y es que atrás de la moneda no hay nada que sustente su valor", plantea.
Según Vallarino, el Bitcoin no prosperó como medio de pago porque para los que están por fuera de su comunidad no hay nada que diga cuál es exactamente ese valor que tiene. "Para ser una moneda masiva necesita ser regulada, si no seguirá siendo un medio de intercambio para cierto tipo de inversores".
Este nivel de incertidumbre aparece como la principal explicación de por qué algunos bancos de Canadá, China, Estados Unidos y Australia no quieren relacionarse con operaciones de Bitcoin. "En países con monedas fuertes los temores son razonables, porque podrían perder capacidad de control de su política monetaria", dice Gili.
Pero el Bitcoin espera porque sabe que llegó para quedarse. Sus usuarios crecen a tal ritmo que el tamaño de los bloques no dan abasto, demorando cada vez más las validaciones de las transacciones. Esto tiene enfrentados a un grupo de mineros con los desarrolladores de la moneda. Es que algunos quieren agrandar el tamaño de los bloques para ser más efectivos ante la demanda, lo que implicaría un cambio de protocolo. Y hacerlo no es tan simple ni tan lógico, porque este sistema fue milimétricamente diseñado por un ingeniero que, para colmo, nunca reveló su verdadera identidad: Satoshi Nakamoto es un apodo. "Pero es dueño de 1 millón de bitcoins, así que vamos a saber quién es el día que venda uno solo de ellos. Pero, ¿sabés qué?, prefiero no saberlo, creo que la historia es más linda así", dice Jodal, uno de sus usuarios más leales, de esos que creen que el destino del Bitcoin hará del mundo un lugar mucho más libre.
Aprovechar los excedentes de energía renovable.
Daniel Armand Ugón tituló el proyecto que se encuentra desarrollando como "Bitcoin Battery". Según su opinión, la Blockchain también podría servir como una aplicación industrial (además de la financiera que es).
Su idea es utilizar los excedentes de energía sustentable que se están acumulando en el país y guardarlos en forma de bitcoins, activo que luego podría servir para, a su vez, comprar energía cuando se necesite. De esta forma, Armand Ugón cree que podría generar una baterías virtuales que le permitan minar con mayor competitividad. Los mineros locales no suelen alcanzar los niveles de rentabilidad de países como China o Noruega puesto que los costos de energía locales son muy altos. Bitcoin Battery está en marcha, y es una de las ideas que el economista Mayid Sáder ayuda a viabilizar.
INTERACTIVOMARIÁNGEL SOLOMITA