Cuando todavía estaba al frente de la consultora Ceres y era conocido por ser un economista destacado, pero no un precandidato a presidente, Ernesto Talvi recibió una lista. Se la entregó nada más ni nada menos que el expresidente Jorge Batlle, con quien compartía mucho tiempo hablando de la situación económica y política del país. Los más íntimos dicen que Batlle “apadrinó” a Talvi y lo instruyó para crear un proyecto que se llamaría Ciudadanos y terminaría ganando la interna del Partido Colorado en 2019. Su carrera política fue corta, pero Talvi siempre habló de su admiración por el expresidente, a quien consideraba su mentor. Aquella lista que recibió Talvi contenía varios nombres de personas que Batlle “quería que metiera bajo el paraguas”, según cuenta una fuente cercana, en una eventual campaña presidencial.
Una de ellas era Carolina Ache.
Hoy, apoyada por casi nadie dentro de aquel sector y aplaudida por otros, Ache es una de las protagonistas de la crisis política que vivió el gobierno de Luis Lacalle Pou y su declaración ante la Justicia terminó desencadenando renuncias en el gobierno. Todo arrancó con la poco clara entrega de un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset en diciembre de 2021. Su nivel de involucramiento y la existencia o no de ilegalidades es parte de lo que ahora está siendo investigado por la Justicia.
Hasta que se conocieron los pormenores de la situación alrededor del pasaporte de Marset, Ache (42 años) era una figura secundaria en el gobierno.
Callada, correcta y “muy colorada” es como la definen los que han trabajado con ella. Por varias razones, Ache no fue la única sorprendida cuando Talvi le propuso acompañarlo en el Ministerio de Relaciones Exteriores que él iba a dirigir y donde ella al final estaría menos tiempo del que le hubiera gustado. De hecho, dentro de Ciudadanos “nadie entendía la designación”, dice un dirigente que prefiere no ser nombrado. La relación entre Ache y Talvi tuvo altos y bajos, pero durante la recta final de la campaña hacia las elecciones de 2019 la mayoría eran bajos, según todas las fuentes del sector.

Colorada de toda la vida, Ache militó desde chica y su primera participación oficial en política ocurrió en las elecciones juveniles del Partido Colorado en 2007. Después se sumó a Vamos Uruguay, el sector que lideró el exsenador Pedro Bordaberry, y finalmente a Ciudadanos en 2018.
El principal problema que protagonizó Ache en el sector de Talvi ocurrió después de las elecciones internas de junio de 2019, cuando Ciudadanos armó sus listas para la Cámara de Diputados. Ache fue la mujer más votada del sector, por lo tanto entendía que debía ocupar el tercer lugar de la lista. Algo que, según otros dirigentes, no tenía sentido porque se debía respetar la proporcionalidad y la lista de Ope Pasquet había sacado más del doble de votos que la de Ache. Otro integrante de Ciudadanos asegura: “Le metió mucha presión a Ernesto. Ahí se empezaron a generar los roces entre ellos que eran cada vez más evidentes”.
A pesar de la supuesta falta de cercanía entre ellos, Talvi eligió a Ache como vicecanciller y lo cierto es que ella tenía credenciales como para asumir el rol. Además de ser abogada, había hecho un posgrado en derecho y relaciones internacionales. “Cuando terminé el secundario tenía la duda si estudiar Derecho o Relaciones Internacionales y fue Jorge (Batlle) el que me dijo que hiciera abogacía y después me especializara”, contó Ache en una entrevista en Desayunos Informales de canal 12 tras asumir.
Un dirigente colorado de otro sector recuerda que durante la crisis institucional en Venezuela en 2016 Ache ocupaba el cargo de prosecretaria de derechos humanos del partido y enviaba borradores de declaraciones “a cualquier hora” porque estaba “muy comprometida con los asuntos internacionales y el posicionamiento del partido frente a estos”.

La protegida de Batlle, que además es su sobrina nieta, está casada con el empresario Tomás Romay y tiene dos hijos. Además del parentesco con el expresidente, es sobrina de Eduardo Ache, dirigente de larga trayectoria en la política y en el fútbol en Nacional y la AUF. La exvicecanciller ha dicho que el motivo por el que le concedió una reunión al abogado de Marset, Alejandro Balbi, en noviembre de 2021, fue porque este es amigo de su tío. Ache no informó en aquel momento sobre esa reunión al entonces canciller Francisco Bustillo, lo cual más adelante terminaría provocando su salida del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Pero, antes de entrar en los detalles de la polémica entrega del pasaporte, hace falta aclarar algunas cosas.
Carolina Ache es algo así como una caja de pandora para el gobierno. Primero, porque no se sabe con certeza si tiene bajo su poder más grabaciones de conversaciones privadas como las que presentó la semana pasada en la Fiscalía y se publicaron luego en el semanario Búsqueda. Y segundo, debido a quienes la rodean. Además de sus parentescos, eligió como abogado al exfiscal de Corte Jorge Díaz, una figura a la que el oficialismo considera vinculada al Frente Amplio. Ache también es muy cercana a Pedro Bordaberry, quien aunque está retirado de la política coquetea con la idea de volver y no está del todo claro si lo hará.
Ahora la exsubsecretaria, quién no aceptó hablar con El País para esta nota, define su defensa judicial en el marco de una de las investigaciones más complejas que tiene al gobierno como protagonista. Los dirigentes consultados, siempre fuera de grabador, plantean hipótesis distintas sobre cuál es el objetivo que persigue con todo esto. ¿Venganza? ¿Justicia? ¿Credibilidad política? No está claro, pero sí que se ha transformado en la gran protagonista de las últimas semanas.
Un jarrón.
Según fuentes cercanas a la exvicecanciller, durante los meses que vinieron después de la renuncia de Talvi en julio de 2020 Ache estaba peleando en dos frentes: por un lado en el ministerio, en donde su relación con el nuevo ministro era mala y tenía que hacerse su lugar para no quedar por fuera de los temas importantes. Y por el otro en Ciudadanos, porque ella se mostró afín a la idea de que Pedro Bordaberry volviera al ruedo, algo que no fue bien recibido por otros integrantes del sector. Incluso participó del registro de la lista 10 en Montevideo, que perteneció a Vamos Uruguay.
Cuando Talvi renunció a la Cancillería, Ache no sabía si mantenerse en su cargo o renunciar, pero desde Ciudadanos le pidieron que siguiera, según dicen a El País fuentes de Cancillería. Poco tiempo después que asumió Bustillo, quedó claro que no tenían confianza mutua y la relación entre ambos se fue deteriorando. “Era imposible que Ache y Bustillo trabajaran juntos, ese es el punto crítico”, dice a El País una fuente del ministerio. “Él la ninguneó desde el inicio, no la dejaba estar en los temas importantes”.

A Ache algunos en Cancillería le decían “el jarrón”, en el sentido de que era algo así como un adorno que estaba arriba de la mesa. Bustillo, funcionario de carrera en el ministerio, armó el equipo con su gente, poniendo en lugares de relieve a funcionarios en los que confiaba. “Ella quedó por fuera de todo, eso fue creando un resentimiento”, dice la misma fuente, para intentar explicar una posible razón de las grabaciones que hizo al ministro.
Ella estuvo seis meses sin hablar con la prensa. Eso se cortó en junio de este año, cuando dio una entrevista en Desayunos Informales (canal 12). Con algo de nervios en su voz, pero sin esa evidente presión por no salirse del libreto que manifestaba en entrevistas previas cuando todavía estaba en el cargo, Ache habló de todo lo sucedido sin pelos en la lengua.
Allí dijo que la relación con Bustillo era mala y que un punto clave en su vínculo ocurrió el 8 de marzo de 2021, cuando dos funcionarias diplomáticas le entregaron una carta firmada por otras 70 empleadas de la Cancillería relatando episodios de acoso. Ella le pidió una reunión al ministro para discutir qué hacer con el tema y, según dice, él nunca le contestó. “A partir de eso hubo tensión y él me retira de todo lo que tenía que ver con género en la Cancillería”, explicó Ache en aquel programa.
Pero la bomba explotó después de la interpelación a Bustillo y al ministro del Interior Luis Alberto Heber en agosto de 2022 a pedido de los legisladores de la oposición. A pesar de que ella no era interpelada directamente, sí respondió algunas preguntas. Fue una respuesta en particular la que le terminó costando su cargo. “(Guillermo) Maciel no me da ningún tipo de detalle de por qué me pregunta (sobre Marset) porque era una cosa reservada”, dijo en su momento Ache. Al tiempo el Frente Amplio hizo un pedido de acceso a la información pública y en la respuesta se incluyó una conversación entre el subsecretario del Interior, Maciel, y Ache con fecha 3 de noviembre de 2021 en el que este le decía por WhatsApp: “Hola Caro. Podemos saber qué pasó con este delincuente detenido en Dubai por documento falso. Es un narco uruguayo muy peligroso y pesado. Saber si sigue detenido o si lo liberaron lo cual sería terrible”.

Ciudadanos entendió que ella faltó a la verdad en el Parlamento por haber dicho que no tenía información acerca de Marset y Ache renunció en diciembre de 2022 por falta de apoyo político. Después de esa renuncia, se designó a Nicolás Albertoni en el cargo y un funcionario de Cancillería asegura que su trabajo “no tiene nada que ver” con el que realizaba Ache.
En la entrevista de junio ella aseguró que estaba “siguiendo una línea” planteada previo a la interpelación y que el resto de los jerarcas también estaban en conocimiento de esas conversaciones que mantuvo con Maciel. Con respecto a la pregunta en particular, Ache aseguró que ella no era la interpelada y por eso no creyó que le preguntarían por eso específicamente.
Es durante ese tiempo previo a la interpelación hasta la renuncia que Ache parece haber empezado a planear una defensa judicial. Así lo evidencia el audio de una llamada que mantuvo con Bustillo, que fue presentado por ella la semana pasada a la Justicia. “Que se mande al frente Maciel, vos perdé el celular”, dice Bustillo en la conversación con Ache al respecto de los chats entre el exsubsecretario del Interior y la exvicecanciller sobre Marset. Fue la difusión de esos audios lo que terminó provocando la renuncia de Bustillo, Maciel, Heber y el asesor del presidente Lacalle, Roberto Lafluf. En definitiva, la información que tenía Ache desencadenó una crisis política.
El ajedrez de Díaz.
Unos días antes de que Ache presentara en la Justicia los audios de Bustillo junto a otras conversaciones con jerarcas del gobierno, Jorge Díaz publicó un mensaje en Twitter: “En el ajedrez de la vida todos somos jugadores y, conscientes o no, trebejos en otras partidas. Si puedo elegir, siempre elijo jugar con piezas negras. Defensa siciliana, variante Najdorf. Requiere planificación, estrategia y mucha paciencia. Incluso sacrificar algunas piezas. Pero nada supera la satisfacción de ver cómo las piezas se desplazan en la forma planificada hacia el inevitable final. ‘Dios mueve al jugador y este la pieza. Que dios detrás de Dios la trama empieza’. Jaque mate”. El texto se publicó acompañado de una foto de un tablero de ajedrez.
El rol del exfiscal de Corte en la defensa de Ache es fundamental para entender por qué muchos integrantes de su sector y del gobierno acusan a Ache de “traidora”. En su renuncia, Bustillo dijo que la exvicecanciller obró “con mala fe” y que “las cosas no son como se las ha mostrado”.
Hace unos días el excanciller acudió a declarar con sus abogados y presentó una línea de tiempo que demostraba que en los momentos claves de la tramitación del pasaporte de Marset él estaba de viaje y la ministra interina era Ache. Además, Bustillo aseguró que Bordaberry y Díaz “están detrás del relato” de Ache. “Cuando armaron el relato, Bordaberry, Díaz y Ache no se dieron cuenta que yo viajaba mucho. Cuando se entregó el pasaporte Ache era la ministra”, dijo ante el fiscal Alejandro Machado.
No queda claro si Ache contrató a Díaz por recomendación de alguien en particular o no, pero ella ha dicho públicamente que el motivo tiene que ver con “su profesionalismo”.
El miércoles 1º, después de haber presentado la documentación ante el fiscal, Ache habló con la prensa y dijo: “Yo fui la única política de este gobierno que renunció y se fue para su casa. Y paradójicamente no fue ni por haber hecho algo incorrecto ni por haber hecho algo ilegal. Todo lo contrario, fue por no haber estado dispuesta a ocultarle comunicaciones a la Justicia y por haberme negado a cometer un delito”. Después de que terminó, se paró detrás de su abogado y el exfiscal de Corte se dirigió a los micrófonos para decir: “Queda claro que ella no quiso ocultar absolutamente nada”. Y agregó: “Queda claro quiénes fueron los que pretendieron ocultarlo”.
El otro encargado de orquestar la defensa de Ache, según las acusaciones de Bustillo, es Bordaberry. Más allá de que sean cercanos, está por verse el rol del exsenador colorado en esto. Consultado al respecto, Bordaberry prefirió no hacer comentarios.
Un antecedente es una columna publicada en enero en El País, donde el exsenador escribió: “Un año después, en la interpelación, el ministro afirma que nadie sabía quién era Marset cuando él sabía (se le había comunicado a su Secretaría) y además conocía los chats de los subsecretarios (...) ¿Quién afirmó en el Senado que nadie sabía quién era Marset y por ende mintió? Carolina Ache no. ¿Quién fue el responsable y permanece en su cargo como si nada? ‘Elemental, Watson’ diría Sherlock Holmes...”.
Once meses más tarde, Bordaberry publica una columna hoy en El País donde dice: “Mis palabras de enero parecen tener un poder que desconocía. Citado por la Fiscalía Penal uno de los indagados afirmó que participé de una trama en su contra asociado con un abogado penalista. No participé aunque nada me hubiera impedido hacerlo. No tendría problemas en reconocerlo. Pero no fue así”. El exsenador dice ahora que es “peligrosa” la judicializacion de la política y que “este lío del pasaporte no parece ser un tema penal”, sino ético.
“la Ache no es muda”, el cartel para Lacalle
El lunes pasado la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) inauguró un nuevo hospital ubicado en el Cerro y varios jerarcas del gobierno se hicieron presentes allí. Entre ellos, el presidente de la República, Luis Lacalle Pou.
Un grupo de manifestantes se movilizó en el lugar con un cartel que decía: “La Ache no es muda”. La referencia a la exvicecanciller tiene que ver con su declaración en la justicia, que había ocurrido pocos días antes del acto en el Hospital del Cerro.
En el camino recorriendo el centro hospitalario un militante le increpó a Lacalle: “Hacete cargo”, a lo que el mandatario respondió: “Estoy tratando jefe, estamos en eso. Gracias”. Otra persona le gritó: “¡El pueblo está contigo, Luis!”. No solo había manifestantes en contra de Lacalle, sino que también concurrió al lugar un grupo de militantes del Partido Nacional, que apoyaron al presidente poco después de las renuncias. Entre ellos, estaba Romina Celeste Papasso, quien incluso tuvo algunos entredichos con quienes increpaban al mandatario y lo grabó con su celular.
Desde Ciudadanos, en tanto, aseguran que esta no es la primera “jugada” de Díaz en cooperación con Ache, porque creen que fue el exfiscal de Corte el encargado de filtrar información sobre el título universitario de Adrián Peña, escándalo que provocó su renuncia como ministro de Ambiente. Los integrantes del sector acusan a Ache de estar detrás de todo por “venganza”.
Lo cierto es que ha estado en el centro de la polémica y pasó de recibir todas las críticas por creerse que era la única responsable de haber tramitado el pasaporte a Marset, a tener el apoyo hasta de colectivos feministas que entienden que su renuncia esconde un problema de género. Amada u odiada, la protegida de Batlle pateó el tablero y no está claro si podrá hacerlo de nuevo.
La guerra entre Cancillería y el Ministerio del Interior
Uno de los principales focos de la polémica alrededor del otorgamiento del pasaporte uruguayo al narcotraficante Sebastián Marset tiene que ver con las responsabilidades administrativas. Tanto Carolina Ache como Francisco Bustillo han dicho que “las alertas” en el caso de sujetos sospechosos las debe emitir el Ministerio del Interior y no la Cancillería. Sin embargo, el fiscal del caso, Alejandro Machado, está aferrado a la interpretación de que el responsable administrativo, en casos de uruguayos que en el extranjero solicitan su documento, es el Ministerio de Relaciones Exteriores, basado en el decreto 129 de 2014, que define que cuando el trámite es iniciado fuera de fronteras, es responsable “el Ministerio de Relaciones Exteriores por medio de los Funcionarios Consulares”.
Esta semana el abogado defensor de Ache, Jorge Díaz, presentó al fiscal un informe realizado por el constitucionalista Ruben Correa Freitas, que concluye que en base a la normativa vigente a la fecha del otorgamiento del pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset (21 de noviembre de 2021), “el órgano competente para expedir pasaportes comunes a ciudadanos uruguayos en el extranjero es la Dirección Nacional de Identificación Civil, órgano que depende del Ministerio del Interior”.