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La cuestión. ¿Cuánto interesó a la CIA y a la KGB el romance entre la sex symbol y el político?

Marilyn Monroe, ícono de la sexualidad femenina del siglo XX, y el entonces senador demócrata John Fitzgerald Kennedy, quien llegó a la presidencia de Estados Unidos, mantuvieron un romance que comenzó siendo secreto y se prolongó durante 10 años. Pero JFK y la despampanante actriz rubia nunca estuvieron solos: fueron vigilados y perseguidos por la CIA, el FBI, la KGB rusa y hasta por los capos de la mafia. Francois Forestier escribió esta novela (Aguilar, 380 pesos) apoyado en mucha documentación y malos pensamientos.

El embajador (Joe Kennedy, padre de John Fitzgerald) tiene problemas, que ignoran sus hijos. Ha ofendido a Frank Costello, el "primer ministro de la Cosa Nostra". Joe K ha "olvidado" pagar su parte al siciliano, con quien anda en negocios desde la Prohibición. Su empresa de bebidas, así como su participación en el hipódromo de Hialeah lo han enriquecido más. Gracias a Sam Giancana, el padrino de Chicago, también compró el mayor centro comercial de la ciudad, el Merchandise Mart, por una miseria. Están descontentos. Y cuando la Mafia no está contenta, Joe K sabe que las cosas pueden acabar mal. No puede morir ahora. Su hijo está en marcha hacia el puesto supremo.

Joe Kennedy se pone en contacto con su amigo Johnny Rosselli. Sabe allanar los conflictos. Tiene contactos en la CIA, donde lo aprecian. Tiene contactos en Hollywood, donde le temen, y no duda en meter una cabeza de caballo en la cama de un productor para explicarse. Conoce a Sam Giancana, el capo de Chicago. Consigue permiso para ir a explicarle la situación. Cuando llega Joe Kennedy, Giancana deja el puro y espera. Se da cuenta que "el puto irlandés" suda. Le pregunta:

-¿Tienes un problema con Frank Costello?

-Un malentendido, más bien.

En los malos entendidos siempre hay alguien que entiende mal. Joe K explica:

-Costello quiere que sea el testaferro de uno de sus negocios y yo tengo que pensar en la carrera política de mi hijo. Mi hijo será un día presidente.

-¿Y qué?

-Si me prestas este servicio, algún día tendrás influencia en la Casa Blanca. Te lo prometo.

Giancana ha ganado. Toma de nuevo el puro, se sirve un vaso de Gordon`s Gin y lo alza: salute. (...)

En cuanto a Marilyn, acaba de conocer al hombre de su vida. Tiene el aura de un intelectual, la reputación de un gran dramaturgo y suscita un respeto unánime. Arthur Miller, amigo de (Elia) Kazan, sale con Marilyn por los cafés bohemios de Nueva York. Es de izquierda, se reúne con antiguos comunistas, a veces ha contribuido financieramente a causas apoyadas por los compañeros de ruta de Moscú, se les sospecha una alianza con el enemigo en la comisión de actividades antiamericanas.

El FBI lo vigila. La CIA lo tiene fichado. La CIA abre un expediente a Marilyn Monroe el 19 de agosto de 1955 mientras ella se manifiesta por Broadway en un alegre carnaval en beneficio de los niños enfermos. El informe de la CIA concluye: "Siguen fotos".

Entre JFK y Marilyn todavía no hay una relación, sólo un ligue. Marilyn sólo es un trofeo más del senador Kennedy. La actriz está en su fase secreta: salvo algunas salidas públicas con Sinatra o Milton Greene. Pasa el día en casa de Lee Strasberg, se pasea desnuda por su piso recitando textos clásicos, tiene una aventura con Marlon Brando y se prepara para firmar un nuevo contrato con la Fox: cuatro películas a lo largo de siete años, un caché de 100.000 dólares por película (y un porcentaje) y la posibilidad de elegir a directores. Condiciones de gran lujo. (...)

El Hombre Invisible está en Washington. James J. Angleton es literalmente un fantasma. Fundador del Departamento de Contraespionaje en la CIA, insomne, dogmático, ve por todas partes la mano de la KGB. Cuando Angleton empieza a recopilar información sobre Kennedy, también abre una ficha sobre Marilyn. Para él no es imposible que Marilyn forme parte del "entramado rojo". Tampoco es inconcebible que JFK sea algún día objeto de chantaje a causa de su manía de acostarse con cualquier mujer que se le ponga a tiro. Angleton no es el único que se ha dado cuenta. La KGB también.

Francois Forestier es periodista del diario francés Le Nouvel Observateur. Antes escribió para Elle, Studio Magazine y Vogue. Además, es autor de numerosas novelas y biografías.