La escena se repite a lo largo de la costa esteña. Los autos amuchados al costado de la ruta. Los jóvenes agolpados para ingresar a una fiesta. El alcohol y la droga que circula. Algunos, con una copa o pastillas encima, se sientan al volante. No tienen muchas otras maneras de volver a casa.
Un joven de 34 años prende el Waze apenas se sube al auto. Viaja con tres amigos. La Policía, según marca la pantalla, está recién en la 25 de la Mansa.
—Pónganse el cinturón, pero igual vamos tranquilos.
Los controles
“Los operativos se hacen en forma aleatoria, se trata de cubrir la mayor cantidad de radio posible, pero no están específicamente apuntado a tal o cual evento”. El que habla a El País es Juan Pígola, director de Tránsito y Transporte de la Intendencia de Maldonado desde 2015.
—¿Hay alguna decisión explícita con algunas fiestas de no ponerse en la puerta a controlar a los autos con espirometrías?
—No, no. Nosotros aplicamos los controles en forma aleatoria, funcionan como tal y dan los resultados que tienen que dar. No sería muy justo que en la puerta de una fiesta te pusiéramos un control. Inclusive sería hasta poco profesional.
—¿Por qué?
—Porque me parece que tú no estás para controlar la salida de una fiesta, sino para controlar a la población toda. Y se tiene que hacer así. Pero tampoco hubo nada puntual de que no... De todas formas nosotros sabemos dónde están las rutas y que esas las controlamos, también es cierto.
El jerarca resalta además la conducta más responsable de los jóvenes de entre 18 y 35 años respecto a generaciones anteriores.
—Hay una conducta hoy, entre los jóvenes, que es más responsable. Es una conducta mucho más responsable que la que teníamos nosotros, los más grandes. Hay un conductor designado. Inclusive hemos hecho, conjuntamente con las espirometrías, inspección de utilización de drogas, y no hemos tenido los resultados que de repente tanto se habla, de que corre la droga. Nosotros hemos hecho controles; los hacemos, están todos los días, lo pueden ver los operativos realizando, hay un trabajo que se lleva adelante.
Según los datos de la Intendencia de Maldonado, a los que accedió El País, desde el inicio de la temporada se realizaron 2.537 espirometrías, de las cuales solo 63 (2,48%) fueron positivas. En el mismo período el año pasado, se realizaron 1.801 espirometrías, con un ratio similar de positivos (2,05%).
Pígola señala que la política de espirometrías este año fue “la misma” de años anteriores aunque con operativos “un poco más intensificados, con muchísimo apoyo de la Jefatura de Policía de Maldonado, de la Prefectura del Puerto, de Policía Caminera”.
“Hay una leve alza de las espirometrías positivas comparadas con el año pasado. Posiblemente tenga que ver también con la intensificación de los operativos y el aumento de gente”, afirma el jerarca de la intendencia, quien señala que “también aumentaron un porcentaje similar al volumen de vehículos las multas realizadas por el sistema de fiscalización electrónica”.
Algunos de los operativos de la intendencia realizados en estos últimos días han sido, por ejemplo, en la bajada de Punta Ballena, en la parada 25 de la Mansa —pasando el Hotel Serena—, en el ingreso al puerto, o en Manantiales, pasando Playa Bikini.
Las autoridades destacan especialmente que ha habido una reducción de accidentes graves, algo que en parte adjudican al aumento del tránsito y el hecho de que sea más difícil circular con velocidad.
La oferta de transporte
Pero más allá de los controles y la baja en la siniestralidad más grave, en la noche puntaesteña abunda el manejo “con alguna copa” y tampoco es que se persiga ferozmente. Así lo confirman a El País distintos empresarios, políticos departamentales y vecinos del balneario consultados para este informe.
Por supuesto que el conducir habiendo bebido alcohol, a pesar de la legislación nacional de tolerancia cero, no es un fenómeno restringido a Punta del Este ni al verano.
Pero en la temporada en el balneario tiene acaso un aliciente, cuando no un justificativo. En algunos momentos, no hay muchas otras opciones de movilidad alternativas al coche particular. Y además, el circuito de eventos y fiestas —especialmente el nocturno— se ha estirado hasta cerca de José Ignacio.
¿Cómo va a una fiesta en Santa Mónica un joven que duerme en un edificio de la Mansa, si no es en auto? El taxi, en los momentos de mayor demanda, es imposible de conseguir. Lo mismo con el Uber, de oferta también limitada.
De hecho, la intendencia retira las chapas de los vehículos que ofrecen viajes por dinero sin estar registrados para ello. En lo que va de la temporada se retiraron, por esa razón, 11 chapas uruguayas y una argentina. “Hemos sacado más chapas que el año pasado”, dice Pígola.
—Yo si el día de mañana quiero hacerme una quincena como Uber en Maldonado, como sucede con otros balnearios en otras partes del mundo, no puedo hacerlo así nomás.
—Primero que tienes que hacer el trámite de habilitación... no solo alcanza con la plataforma te habilite sino también tiene que estar habilitado por la intendencia.
Uno de los primeros requisitos es que el auto esté empadronado en Maldonado. Eso, por supuesto, restringe la oferta de transporte de pasajeros.
En años anteriores, con menos visitantes en el departamento, los conductores autorizados reclamaban a la intendencia cada vez que identificaban a un coche no autorizado. Pero este año, dicen las autoridades, casi no hubo reclamos. La demanda estaba desbordada.
La solución de los jóvenes que concurren a las fiestas en el balneario son de lo más variadas: desde designar un amigo conductor que no consuma ni alcohol ni drogas, ir en un auto conducido por alguien que, por ejemplo, consuma pastis o marihuana pero no tome alcohol esa noche, hacer las previas en el auto frente o cerca del boliche, o eventualmente poner al volante a alguien que haya tomado algún trago.
La batalla de los taxistas
“En el caso de los taxis, en verano no damos abasto los primeros días. La primera quincena de enero y los últimos días de diciembre se trabaja a full. Tenemos el problema de los Uber”, dice al otro lado de la línea Nelson Carrasco, de la Patronal del Taxi de Maldonado.
“La Intendencia tiene autorizadas a 140 personas de aplicaciones, entre Uber y Cabify. Con esa gente no hay problema ninguno porque están en la legalidad. Pero si vos querés trabajar en Punta del Este, Uber te da la autorización de la plataforma aunque te falte la de la Intendencia”.
Ahí, dice Carrasco, aparecen distintas modalidades de trabajo por fuera de la norma. Como el de algunos conductores que empiezan a través de una plataforma pero después piden que se los contacte directamente.
La flota de taxis también es de unos 140 coches, el mismo cupo que tienen las plataformas. A ellos se suman también remises autorizados para circular.
En el pico de la temporada, sin embargo, ese número no alcanza ni de cerca para cubrir la demanda.
“De vehículos no autorizados está lleno. Es el negocio más fácil de poner. Tenés el coche y ya está”, reprocha Carrasco.
¿Pero no sería conveniente entonces flexibilizar los requerimientos al menos para la ventana de tres semanas de mayor actividad?
Ahí empiezan las resistencias.
—No, no, no, no —responde categóricamente Carrasco—. No permitimos, ¿sabés por qué? Yo tengo seis taxis en la parada del Conrad por ejemplo. A mí no me influye mucho.El cliente fuerte mío es del hotel. Pero en invierno después quedamos 140 autos y no hay trabajo. La diferencia la tenés que hacer en verano.
—Ustedes quieren que el verano sea un premio para los que están todo el año.
—Exactamente... es así. Con Uber y los taxis está cubierto. Esto es como la demanda en un restaurant. Vos vas en verano y tenés que hacer una cola para comer. Y no van a abrir 50 restaurantes más por que explote Punta del Este diez días. Esto es lo mismo. Hay momento en que no hay taxis en ningún lado. Y no hay, sí, porque hay mucha gente. Pero son diez días nada más. Después se normaliza todo.
—Pero no necesitás flexibilizar todo el tiempo. Se podrían relajar las restricciones para todos, aceptar autos de otros lados y hasta buscar una forma de compensarles en todo caso, ¿no?
—Pero es imposible. Porque, ¿después la intendencia cómo controla eso? Le das por diez días y se te queda toda la temporada.
El problema del “Uber trucho”, como le llama a los conductores no autorizados, es difícil de controlar.
La situación da lugar a una especie de guerrilla urbana: los taxistas desarrollaron una aplicación mediante la cual los choferes sacan fotos a autos “sospechosos” de estar haciendo viajes por dinero y lo reportan a las autoridades, que tienen la lista de chapas autorizadas.
—Pero de ahí a que después los encuentren y los multen ya es otra cosa.
Martín Laventure, director de Turismo de la Intendencia de Maldonado, exalcalde de Punta del Este y ahora candidato a volver a la alcaldía en las elecciones de mayo, dice que el asunto de la movilidad en la ciudad —y en el departamento— es uno de los principales desafíos para los próximos años.
“La realidad nos está superando y esto no tiene miras de cambiar”, dice Laventure. “Es un desafío que se acrecienta, durante todo el año y más en la temporada. A futuro ya hay que ir planificando y buscando alternativas que permitan atender esta situación. Lo de la temporada es difícil porque es muy intenso y concentrado en un intervalo de tiempo muy corto”.
—¿No sería una solución facilitar la llegada de más conductores?
—Se ha manejado como opción con lo de Uber. Es una realidad pero tampoco ha sido solución. Creo que en esto no hay soluciones parciales.
Según el dirigente de la patronal del taxi, hace poco se reunieron con el intendente Enrique Antía para discutir la dimensión de la flota.
—Hace poco nos dijo: muchachos, vamos a tener que poner más taxis porque aumentó la población. Y ahí le dijimos que tenemos conductores de plataformas que antes no había. Y bueno... ahí entendió el hombre.
Bus que hizo de taxi: desde la intendencia "no lo ubicaron más"
En los últimos días se hizo viral el caso de un hombre que transformó un “Party bus” en un servicio de transporte desde la península hasta otras zonas del balneario entre fines de diciembre y principios de enero.
Juan Pígola, director de Transporte y Tránsito de la Intendencia de Maldonado, dijo que no habían recibido quejas de las empresas, y que una vez que tomaron conocimiento ya “no lo ubicaron más”. Nelson Carrasco, de la Patronal del Taxi de Maldonado, cuestionó que las autoridades utilicen como “excusa” la falta de reclamos por parte de los conductores autorizados.
El conductor del bus en cuestión declaró esta semana en la radio El Observador de Argentina que el emprendimiento surgió al darse cuenta que “la necesidad está”. “Me pasó de personas que tenían el auto afuera del boliche, pero como veían que el ómnibus estaba enfiestado dejaban el auto para subirse al ómnibus”, contó el responsable del bus, quien ofrece el vehículo para fiestas en Paysandú con el aval de intendencia, según explicó. “Va despacio porque la gente va parada. Desde José Ignacio a la península cobraba 500 pesos. Desde La Barra o Manantiales eran 250 pesos”, agregó.
En temporada
Mientras que en algunos rubros la prédica parece ser que lo que gana uno necesariamente lo pierde el otro, en otros hacen el esfuerzo para ver si el beneficio de la actividad puede recaer sobre todos.
En el puerto de Punta del Este, los restaurantes y locales bailables han visto cómo parte de la “movida” nocturna se ha trasladado a megafiestas y eventos en otras partes del balneario.
“Ha sido una temporada de fin de semana. Del 1° al 10 de enero hubo volumen muy grande. Las fiestas masivas se han llevado la mayor cantidad de personas. En el puerto sí llega gente para la parte de restaurante. A los bailables ha costado más, por la convocatoria de las fiestas masivas”, dice Nicolás García, uno de los responsables del boliche Simona.
De todas maneras, se preocupa especialmente por no sugerir que esa movida los haya perjudicado.
“En realidad está bueno que todo el mundo trabaje, le vaya bien. La gente llama a más gente. Si no estuvieran las masivas, la convocatoria a todo el balneario quizá sería menor. No quiero decir que nos vimos afectados”, dice a El País. “Hicieron una propuesta atractiva. Al puerto va otro tipo de cliente: el que busca una buena cena e ir a bailar pero no hasta tan tarde.Las fiestas son para más jóvenes. Son perfiles distintos”, agrega García, para quien “el fuerte en el puerto es el publico brasileño”.
Desde allí, dice, cada tanto se ve a los inspectores parando autos en la noche. Los que quieran, seguramente, los esquivarán. Así funciona la noche en Punta del Este.
El debate por los radares: ¿“caza bobo” o fiscalización?
El senador Rodrigo Blas, uno de los candidatos a intendente de Maldonado por el Partido Nacional, cargó esta contra la política de radares de velocidad de la gestión de su correligionario -y adversario interno- Enrique Antía. “Más allá de que la intendencia lo ha ido modificando, estamos en una situación de abuso del uso del radar”, dijo Blas entrevistado por FM Gente.
En diálogo con El País, Blas señala que “una cosa es una pequeña infracción circunstancial, y otra cosa es un infractor contumaz o una infracción grave”. Por eso propone que ante una infracción leve se imponga una especie de amonestación, pero que si en un plazo de 90 días no se repite la infracción “desaparezca la multa”.
“Yo no digo ni más ni menos radares. Pero los caza bobos tienen que desaparecer todos. Un radar en la rambla de la Mansa pone límites en un lugar donde naturalmente se circula sin gran velocidad. Se pone para ver si alguien pasa de 50 a 55 kilómetros por hora”.