Eduardo comenzó a pedir préstamos a “los colombianos” allá por 2021 cuando se le complicó su negocio y no le daban los números. Lo hizo varias veces con diferentes montos, desde 6.000 hasta 100.000 pesos. Y, con el mismo método de pagar todos los días, después les compró un lavarropas inteligente. “Es que ellos venden de todo, no solo dan plata”, dice el comerciante de Durazno. “Les mandás mensajes y arreglás: celulares, computadoras o smart tv”. Eduardo dice que él “trabaja” con los colombianos, nunca tuvo problemas y recurrió a ellos porque necesitaba dinero en efectivo.
La facilidad y lo simple, o sea no tener que hacer ningún tipo de trámite en un banco o financiera, es el principal atractivo para los que piden estos préstamos ilegales. Los prestamistas no piden datos, ni siquiera el apellido o el número de cédula, solo el nombre de pila. Y con los billetes frescos en la mano, los que pagan no se fijan tanto en los altos intereses.
“La técnica de ellos es ir comercio por comercio, chico o grande, y dejar una tarjeta”, cuenta Eduardo. En estas tarjetas se leen mensajes como “efectivo en el acto”, “no miramos clearing”, “crédito por día”, “sin moverte de casa tus proyectos tienen crédito”. El número de contacto siempre es un celular. Y si se da vuelta la tarjeta están las opciones de préstamos: por ejemplo, prestan 50.000 pesos y se devuelve en 30 cuotas de 2.000 pesos por día. La persona terminará pagando 60.000 pesos.
Después de varias llamadas a números que aparecen en tarjetas que circulan en Durazno, contesta un hombre con acento que podría ser colombiano. Esta periodista de El País se hizo pasar por interesada pero del otro lado la persona que atendió -bien entrenada en estos negocios- desconfía y responde: “Vos no querés ningún préstamo”.
El tema está en el tapete. Hace unos días detuvieron en Artigas a 19 personas que se dedicaban a este tipo de préstamos ilegales “gota a gota”. La Fiscalía de 2° Turno condenó a 15 de los detenidos como autores penalmente responsables de un delito continuado de usura agravada y un delito continuado de usura agravada en reiteración real, con reiterados delitos de amenaza. Las penas van de 6 a 12 meses. Uno de ellos con prisión efectiva, dos en régimen de libertad a prueba y 12 cumplirán la pena en forma mixta.
Pero no solo pasa en Artigas y en Durazno. El País confirmó al menos casos de operativas similares en Mercedes, Tacuarembó, Melo, Las Piedras y otros puntos de Canelones, Trinidad, Florida, varios puntos de San José y Piriápolis.
El tema es seguido de cerca por el Ministerio del Interior, que investiga varios casos como el de Artigas, según explica el director de la Policía Nacional José Azambuya. La policía uruguaya trabaja de forma articulada con la de Colombia. Él mismo viajó a aquel país el año pasado, ha tenido reuniones y trató el tema.
Se ha detectado que muchos colombianos llegan a Uruguay engañados, piensan que van a trabajar en otra cosa, dice el policía. “Ellos operan con una estructura con tres rangos de mando, que viene de una misma zona de Colombia, Arauca”, explica Azambuya, en referencia a una región limítrofe con Venezuela.
Los que están en el negocio son hombres en su mayoría. Hay pocas mujeres, más bien parejas o familia de los que ya están afincados. “Muchos son expolicías o exmilitares. Al trato parecen personas muy amigables. No se han constatado situaciones de violencia grave cuando las personas se niegan a pagar el préstamo. Sí hay amenazas, la gente tiene miedo”, dice Azambuya, quien siempre aconseja denunciar. El policía cree que con el paso del tiempo se van a dar más formalizaciones en varias partes del país.
¿Pero cómo eran los préstamos en Artigas? Al principio el interés era de un 20%. Cuando el cliente se atrasaba en el pago aumentaba hasta 300%, superando entonces los porcentajes de intereses establecidos en la ley. En casos de incumplimiento en el pago, se denunciaron amenazas con armas blancas y de fuego.
El Ministerio del Interior detectó las residencias de los ahora condenados en las ciudades de Artigas, Bella Unión y Quaraí en Brasil. Se allanaron 10 viviendas donde se incautó celulares, grandes cantidades de dinero en pesos uruguayos, argentinos, mexicanos, colombianos, reales, colones (peso de Costa Rica), bolívares (moneda venezolana) y dólares. Además, se incautaron motocicletas, automóviles, electrodomésticos y una pistola de aire comprimido. También tarjetas de cobros en blanco, tarjetas con datos y préstamos de clientes, recibos de cuotas, comprobantes de depósitos, tarjetas de publicidad de los préstamos, recibos y folletos de ventas de electrodomésticos. Y marihuana. De todo.
Esta es la tercera vez que se desarma una banda de prestamistas colombianos. El año pasado se dieron dos procedimientos grandes, uno en Cerro Largo y casi en simultáneo otro en Tacuarembó.
Volvemos a Durazno. Eduardo no tiene una mala imagen de estos prestamistas, por más que tiene claro que la tarea es ilegal. “Los que te cobran son empleados, andan todo el día en moto, inclusive fuera de las ciudades. Algunos viven acá en Durazno, pero cobran en Flores, Florida y Paso de Los Toros”, relata.
Eduardo conoce otros comerciantes que han pedido préstamos y nunca terminaron de pagar. “La gente inventa cualquier cosa para no pagar, que la madre falleció o que tienen un hijo enfermo. O se mudan de ciudad, vulgarmente dicho, los dejan pagando”, afirma.
También es conocida en Durazno una “lista negra”, donde los prestamistas tienen a dueños de comercios y particulares que no les han pagado. Todo se lleva a mano, en registros hechos a papel y lápiz.
Él relata que tuvo una demora para pagar y no hubo problema. “Vos les avisas que en los próximos días no pasen, que recién les podés pagar a principio de la semana, y no hay drama. Aunque le estés pagando día a día”, dice. Esto implica extender por más tiempo la deuda y en algunos casos subir el interés.
Para este comerciante la modalidad de “gota a gota” no siempre es igual ya que hay acuerdos, más que nada en los comercios grandes, donde pasan a cobrar una vez por semana, porque los montos son mayores.
—¿Y qué haces ahora sí les querés pedir?
—Corto con vos, agarro el teléfono y les digo que estoy precisando 5.000, 8.000 o 10.000 pesos. Ellos te dicen “pasame la ubicación”. Y ahí vienen al toque, no andan con vueltas. Te dan el efectivo en la mano sin ninguna garantía.
Muchos de ellos llegan engañados
Según explica el director de la Policía Nacional, José Azambuya, muchos de los colombianos que llegan a Uruguay lo hacen engañados: no saben que vienen a trabajar de prestamistas ilegales, sino que la promesa es de otro empleo. Incluso se les promete casa, pero al llegar los obligan a pagar hasta el monto del pasaje.
Es una estructura piramidal, donde hay tres escalafones de mando, y no todos tienen acceso a la misma información.
Otro dato importante es que todos vienen de una misma zona de Colombia, Arauca, que recibe mucha migración venezolana porque está en la frontera, y por eso algunos asocian que el grupo mafioso venezolano Tren de Aragua actúa en Uruguay. En otros países latinoamericanos esa banda se dedica a estos préstamos. Pero, según Azambuya, no hay pruebas de que operen aquí.
Códigos de mafia
A plena luz del día tres personas cuentan billetes de 2.000 pesos, que tienen en fajos. La imagen es habitual en Las Piedras. “Acá los ve todo el mundo, porque ellos marcan la diferencia cuando vienen en dos o tres motos, salen a cobrar, andan con la lista en la mano, con impunidad total”, dice Claudio, comerciante de la ciudad canaria.
Su visión es distinta a la de Eduardo. Claudio dice que “son una mafia” y no entiende tampoco cómo es que andan “tan flojos con la plata”.
La gente que accede a los préstamos muchas veces es también “seducida” al ver grandes montos en efectivo. “Son todos colombianos, y por eso uno rápidamente lo asocia con el narco”, dice el comerciante.
—¿Todo el mundo los ve?
—No tienen pudor con el dinero, no es que hacen el intercambio a escondidas o dentro del negocio, ellos paran en la vereda y hacen todo ahí. Además marcan la diferencia, son todos morochos, andan en buenas motos y siempre bien vestidos, buenos cascos y calzado.
—Hacen ruta la mayoría.
—Sí, en el mismo día van de Las Piedras a San José, y vuelven para cobrar acá de tarde. Sacá la cuenta nomás. Las motos las cambian seguido. Son motos buenas, Honda o Yamaha.
Este comerciante habla seguido con los prestamistas. “Sé que los empleados ganan bien, no sé cuánto, pero los muchachos van a comisión. Si les va mal o tienen algún problema, los mandan para Colombia y traen a otro”.
Él se enfermó, precisaba dinero y acudió a “los colombianos”. “No podía pedir en un banco o en una financiera porque estoy en el clearing”, explica. Claudio los llamó, pidió 20.000 pesos, y pasaban de lunes a sábado por la tarde a cobrarle. En su caso el interés era del 20%. Siempre pagó en fecha, y por eso cuando pasan por su negocio a cobrarle a otros le dicen “estamos a las órdenes”. Pero no tiene ningún interés de volver a pedirles.
“Lo que hacen es un robo, es usura. Fijate que sino de lo que vendo un porcentaje va para ellos”, dice el comerciante. Y cuenta que muchas personas se enganchan y piden para pagar la luz o el agua. Él sabe de casos donde comerciantes no han pagado: “Primero viene el que te cobra, pero después viene otro colombiano distinto a intimidar”.
Algunos le piden préstamos a más de un colombiano. Eso no es problema, siempre y cuando se le pague a todos.
Lavado de activos y trata
Ahora instalada en Durazno, la fiscal Irena Penza cuenta cómo fue la investigación en la que el año pasado imputó en Tacuarembó a 19 personas. Tres personas fueron enviadas a prisión preventiva por cometer un delito continuado de usura, asociación para delinquir y reiterados delitos de violencia privada. A su vez, a 16 individuos se les aplicaron medidas cautelares por un delito continuado de usura y asociación para delinquir.
Esto se dio gracias a una denuncia anónima, presentada en febrero de 2022. La policía de Tacuarembó comenzó una investigación por la presunta existencia de un grupo organizado. Los préstamos eran de sumas que oscilaban entre los 5.000 y 150.000 pesos.
La fiscal dice que esta es la punta del iceberg. Ella entiende que algunos de los imputados pueden ser a la vez víctimas y que se pueden configurar delitos más graves, como el de la trata de personas.
“Muchas personas que ingresan en las operaciones de préstamos gota a gota son personas que tienen características de vulnerabilidad social, económica y cultural. Otros individuos los captan o engañan, para ingresar en una estructura piramidal”, dice Penza. La investigación no terminó pero se sabe que no todos cumplen los mismos roles ni están en conocimiento de todos los detalles de la estructura.
Azambuya, el director de la Policía, cuenta que se están llevando adelante investigaciones en todo el país para comprender el proceso.
Pagan todos los días: los que asumen los préstamos
La particularidad que tiene este tipo de “negocio”, es que la persona que acepta el dinero en efectivo tiene que pagar de lunes a sábado. Por eso se los conoce como préstamos “gota a gota”, y es más común que los tomen comerciantes que particulares.
Los prestamistas pueden pasar a levantar 250 como 10.000 pesos, si el negocio es grande. El mínimo interés es de 20% pero la “ventaja” es que no hay que presentar ninguna documentación o garantía para acceder en el acto al monto pedido en efectivo.
De telón de fondo puede estar el delito de lavado de activos porque se maneja siempre dinero en efectivo, esa es la primera alerta. Implica no poder seguir el rastro del dinero, de dónde viene, cuál es el origen inicial. La fiscal dice que “esta actividad está señalada como una de las más riesgosas a nivel internacional, se utiliza en determinadas regiones para el lavado de activos”.
Penza, quien se ha especializado y formado en estos temas, explica que todo está por fuera del sistema financiero: “El sistema está diseñado para no dar la procedencia al dinero”. La fiscal dice que en Colombia está naturalizado este tipo de préstamos como parte de actividades que maneja el narcotráfico para ir lavando el dinero.
Ricardo Gil Iribarne, expresidente de la Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep), cree que hay que investigar a fondo estos casos. “Se desarticula una de estas organizaciones semimafiosas, pero el problema es de dónde sale toda esa plata. En general hay muy poco control sobre el tema del lavado en materia de prestamistas, colombianos o no colombianos”, dice.
Sea en Durazno, Artigas o Las Piedras, hoy sábado muchos juntan los pesos para pagar la última cuota de la semana. Y otros piensan en volver a pedir un préstamo. El negocio sigue.