Detrás de las encuestas: qué dicen los analistas tras la campaña electoral más extraña

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Cifra prepara al equipo que trabajará en la predicción de los resultados el domingo. Foto: Estefanía Leal

FIN DE CICLO

Pese a que están en la sombra de los períodos electorales, detrás de los números, su rol es insustituible. ¿Qué desafíos enfrentaron los encuestadores en una campaña tan larga?

Es el último día de un ciclo electoral “raro”. Así lo definen los analistas que interpretan la realidad a través de los porcentajes de las encuestas. Esos que esperamos frente al televisor cada cinco años. Un período largo y raro. Si se tiene en cuenta la campaña hacia las internas como punto de partida de este ciclo electoral, desde hace casi dos años estamos en un proceso de elección de gobernantes, de transición, otra vez elección. De constante cartelería política en calles y veredas, anuncios en televisión y jingles machacantes y repetitivos.

Hace dos años hablamos de “los próximos cinco años”. Pero ahora, esos cinco años ya son cuatro y medio. Y no hay analista político que no haga alusión al cansancio del electorado y al cansancio propio tras un proceso que, como es lógico, tuvo su pico de intensidad en octubre y noviembre del año pasado, y ese fervor que seguía como por inercia hasta mayo se congeló abruptamente el 13 de marzo, como todo lo conocido.

Es martes por la noche en la casa de Cifra en Avenida Brasil. La politóloga y directora de la consultora, Mariana Pomiés, recibe a El País y muestra la operativa. Comenta que saldrá al día siguiente en Telemundo (canal 12) para dar los resultados de las últimas encuestas sobre las elecciones en Montevideo. En el call center de Cifra ya no se pregunta por candidatos; ahora recaban opiniones sobre una empresa. Pero el clima electoral se percibe incluso más que en la calle.

Cifra es la única consultora que hará trabajo de campo este domingo y a las 20:30 intentará anunciar quién será el próximo intendente de Montevideo. Y, mientras Pomiés concede esta entrevista, van llegando los jóvenes que trabajarán en los circuitos para recibir las instrucciones que deberán seguir. En total se trabajará en 80 circuitos de Montevideo; habrá 80 jóvenes observando el conteo de votos y enviando la información de manera instantánea.

“Los amores políticos quedan de lado”, les dice Pomiés inmediatamente después de presentarse con su simpatía ya característica. “Lo que van a hacer ustedes es un trabajo periodístico”, advierte.

La pandemia no fue el desafío principal para la politóloga. “Es mi primera elección sin el Sordo”, comenta casi al comenzar esta entrevista. Pomiés trabaja desde 1994 en la empresa y siempre estuvo en períodos de elecciones, ya sea en los circuitos, en la elección de muestras o en la preparación previa al día de votación. Pero todo lo hacía codo a codo con el politólogo y fundador de Cifra, Luis Eduardo González.

Desde que “el Sordo” González falleció en 2016, Pomiés ocupa su lugar en la dirección y también es la cara visible de Cifra en el informativo de Teledoce. “Un lugar imposible de ocupar”, dice. “No soy el Sordo, no tengo sus talentos, tengo sí otras virtudes. Ese fue el primer gran desafío”.

Mariana Pomiés. Foto: Estefanía Leal
Mariana Pomiés, directora de Cifra. Foto: Estefanía Leal

La única mujer politóloga que hace encuestas se puso al hombro la responsabilidad de sentarse en el estudio de Telemundo a traducir los números duros al uruguayo común, a llevar la investigación del papel a la realidad, a explicar lo que a veces es inexplicable. Pomiés repasa el ciclo electoral y define como “complicadísima” su primera elección al mando de la consultora. Confiesa que las elecciones internas “siempre son un talón de Aquiles” —los números de Cifra, en particular sobre el Partido Nacional, no estuvieron cerca del resultado final en junio de 2019. “Tuvimos los problemas habituales que tenemos en Uruguay para trabajar con elecciones no obligatorias. Después de ese traspié… Empezar por ahí fue complicado, la pasé mal, pero después trabajamos muy bien”, recuerda.

“¿A quién votó en las elecciones de noviembre: a Luis Lacalle Pou o a Daniel Martínez?”, pregunta ese mismo martes la voz serena de una operadora en un cubículo de una oficina en Parque Rodó. También menciona dos candidatos a la Intendencia de Montevideo y pregunta a su interlocutor a cuál de los dos prefiere.

La operadora trabaja en Opción Consultores, donde se está llevando a cabo la última encuesta electoral. Otra de ellas comenta que a las personas mayores “les encanta” responder. A veces, incluso, los encuestados se ponen a charlar. Pero su receptividad varía según la edad, el largo de la encuesta y si se trata de un sondeo político o empresarial.

Al lado se escucha: “Buenas tardes, la llamo de Opción Consult... Gracias”. La operadora corta, hace otra llamada, y así.

El sociólogo Rafael Porzecanski, director de opinión pública y estudios sociales de Opción Consultores, comenta que, si bien el período fue largo, los desafíos no hubieran sido tan distintos si las elecciones se hubieran celebrado en mayo.

Porzecanski destaca que la novedad de este año para la consultora fue tener un monitor integral de los 19 departamentos. “El desafío grande fue el armado de un mapa integral de intención de voto en todos los departamentos. Eso implicó, para todo el equipo, un trabajo fuerte de conocer la realidad de todos los departamentos, discutir los criterios muestrales y técnicos, empaparse de la realidad local y de su historia”, comenta el sociólogo.

Rafael Porzecanski, director de opinión pública y estudios sociales de Opción Consultores. Foto: Estefanía Leal
Rafael Porzecanski, director de opinión pública y estudios sociales de Opción Consultores. Foto: Estefanía Leal

En el mismo barrio pero a algunas manzanas de distancia, los Bottinelli —Óscar y Eduardo, padre e hijo— reciben a El País en el edificio de la consultora Factum. Es miércoles y las encuestas electorales se dieron por terminadas. “Fue un período largo y no. Se puede ver desde dos puntos de vista. Recién termina el ciclo, o el ciclo se cortó y esta elección quedó suelta. Entre el 13 de marzo y hoy parece que fueron años”, comenta Óscar Bottinelli. A su lado, su hijo y director de la consultora, Eduardo Bottinelli, complementa las respuestas del padre y enumera los desafíos que enfrentaron de cara a esta elección.

Eduardo Bottinelli dice que, si bien hubo un “entretiempo” de pandemia, igual hubo que hacer análisis, investigar qué pasaba y qué consecuencias podía traer esto en el electorado. “Hubo que mezclar análisis de información con análisis político del gobierno nacional en un contexto particular, con cosas en el medio como la Ley de Urgente Consideración, la pandemia, la Ley de Presupuesto, mientras se desarrollaban múltiples campañas en cada departamento”, dice.

Todos estos elementos que en una elección “normal” no entran en juego, pisaron el tablero este año. Y analizar cada uno de ellos en un contexto desconocido no fue fácil, pero tampoco titánico. De todos modos, el desgaste que traen las discusiones metodológicas y analíticas pasa factura después de casi dos años.

Óscar Bottinelli hace una especie de línea del tiempo: “Empiezan a salir los candidatos (en febrero) y viene la cerrazón de la pandemia. Y ahora empieza otra cosa que no es la continuidad de las elecciones (de noviembre). Hay un gobierno que en seis meses es más que gobierno nuevo, que tuvo que afrontar temas importantes, que tiene una presencia fuerte”, comenta. “Las elecciones se mezclan con la existencia de un gobierno, cosa que no ocurre en una elección departamental común”.

Por su parte, el sociólogo Ignacio Zuasnabar, director de Equipos Consultores, hace otra observación sobre el tiempo que pasó desde mayo a hoy y cuál es la cuota de influencia. Para él, el clima de opinión en torno al gobierno nacional puede influir, pero “no es distinto a lo que hemos visto siempre”, comenta en la sede de Equipos, también en el Parque Rodó. “Desde la reforma (constitucional de 1996), que respondió a una gran demanda de los ciudadanos de permitir el voto cruzado en elecciones departamentales y nacionales, siempre hubo duda de si no era cortito (el tiempo entre medio de ambas elecciones). En las departamentales se genera el contexto de luna de miel, eso siempre ha ocurrido”, dice Zuasnabar.

Según lo que observa, en estos seis meses la situación no cambió sustancialmente respecto a otros años. “Ahora que las elecciones son en setiembre, el actual gobierno está en una luna de miel que se ha extendido. Estamos en situación parecida. No creo que estemos frente a una elección distinta en cuanto al clima”, agrega el director de Equipos, quien elige con cautela y precisión sus palabras para respetar la veda electoral.

En cuanto al trabajo del día a día, el director de Equipos usa porcentajes hasta para ilustrar la normalidad con la que lo llevan a cabo, ya sea en las oficinas o en las encuestas presenciales. “95% de normalidad”, dice. Cuando lo comenta a sus colegas del exterior, nadie puede creerlo.

“El rol que más disfruto de la profesión es sentir que uno está acercando la voz de los ciudadanos hacia quienes tienen que tomar las decisiones. No a través del grito de la tribuna, sino a través del método que permite afirmar que esto es representativo de una sociedad”, reflexiona. “En contextos críticos, el rol de nexo es más importante”.

Ignacio Zuasnabar, director de Opinión Pública de la consultora Equipos. Foto: Marcelo Bonjour
Ignacio Zuasnabar, director de Opinión Pública de la consultora Equipos. Foto: Marcelo Bonjour

Construir sin plano.

Con o sin pandemia, el uruguayo no siente demasiada pasión por votar en las elecciones de mayo, pese a que esté en juego mucho poder por cinco años. Este período largo no fue siempre así. Antes de la reforma constitucional de 1996, que entre otras cosas permitió votar “cruzado” entre el gobierno nacional y el departamental al separar las elecciones, se elegía todo el mismo día. Tampoco había internas ni balotaje.

Pomiés asegura que independizar las elecciones departamentales de las nacionales fue “un gran logro” que “favoreció mucho” al interior: “El votante del interior se siente más dependiente del intendente o alcalde. Condicionar a tener que votar el mismo partido era complicado. Esto fue una gran ventaja de la reforma constitucional”, dice.

Por su parte, Porzecanski plantea que, ante el cansancio que perciben por parte de los electores en mayo —y en setiembre aún más—, la pregunta debe ser si debemos convivir con ese cansancio y tomarlo como un elemento más, propio del ciclo electoral o, por el contrario, ir a una reforma.

Para Zuasnabar una reforma no está en discusión pese al cansancio: “Nunca ningún formato es el mejor posible, pero no encuentro argumentos suficientes para hacer una reforma. La democracia funciona bien. Los procesos pueden ser un poquito largos, pero son sanos. No tocaría el sistema electoral”, sentencia el sociólogo.

Por otro lado, Óscar Bottinelli condensa el análisis de la puesta en práctica de aquella reforma constitucional en una metáfora que atribuye a Carlos Quijano: “En las casas de balneario de Canelones era común que la gente hiciera, sin plano, una pieza con un baño. Después le agregaban un dormitorio, otro, y al final tenías que pasar por el baño para ir de una pieza a otra, o pasar por un dormitorio para llegar a la cocina”. Para él, la reforma “fue un poco eso, fueron haciendo piezas por separado”, y generó efectos no deseados.

Óscar Bottinelli y Eduardo Bottinelli, Factum. Foto: Estefanía Leal
Óscar Bottinelli y Eduardo Bottinelli, Factum. Foto: Estefanía Leal

Su hijo pone un ejemplo: “Salimos de un sistema de elección interna, de múltiples candidaturas dentro de los partidos con voto voluntario, para elegir una única persona que representa todo un partido con las diversidades que hay dentro. Esto termina en una disputa entre dos candidaturas que tienen que bajar las banderas, que se presentan como fórmulas que compiten. Eso ha tenido un efecto de personalización que se ha dado en todo el mundo”, dice. “Se pierde el peso de los partidos y empiezan a aparecer partidos que vienen después de las personas. Lo que está claro es que el sistema, tal como está, favorece la personalización de la elección”, agrega.

El padre acota que —en la medida en que por un lado se personalizó la elección y por otro se mantuvo el doble voto simultáneo para las intendencias— “se creó el problema de que se personaliza una elección de intendente donde los partidos pueden competir desigualmente, lo que afecta la composición de la junta departamental”.

Para ilustrar lo dicho, el politólogo pone el ejemplo de Tacuarembó, donde los dos favoritos pertenecen al Partido Nacional, y por lo tanto, “el voto va muy direccionado” hacia ese partido. Como conclusión, dice Óscar Bottinelli, “quedó un mix entre votos por partido y personalización, donde no hay una elección totalmente personalizada ni una elección totalmente partidizada. Esos son efectos no buscados que generó el sistema”.

Otro elemento conflictivo, dicen ambos, es que se eliminó el “voto cruzado” a nivel nacional y departamental, pero no a nivel municipal y departamental. Pese a todo eso, los Bottinelli consideran que la reforma tuvo efectos positivos en cuanto a la autonomía de la población al momento de decidir quien la gobernará durante los siguientes cinco años.

PROYECCIÓN

Caer o crecer: disputa de liderazgos

Hoy están en juego los cargos de 19 intendentes, 19 composiciones de juntas departamentales, 125 municipios y 500 concejales. “Eso es mucho poder. Y son cinco años. Tiene importancia no a corto plazo, sino a mediano plazo”, señala Ignacio Zuasnabar, director de Equipos Consultores. Pero una elección significa un universo entero más allá de los propios cargos. “En un rol más secundario hay momentos de confirmación de crecimientos en trayectorias políticas o caídas. Siempre las elecciones son punto de inflexión para candidatos. Es como un examen”, agrega Zuasnabar. Pero no todos hacen campaña para ganar: “A veces hacen campaña a futuro: si llegan a sus objetivos, puede ser un trampolín a futuro”, sostiene.

Por otro lado, Rafael Porzecanski, director de opinión pública y estudios sociales de Opción Consultores, hace énfasis en la importancia de los liderazgos en el interior del país. Es tan importante, al punto que, en algunos departamentos, la discusión sobre alternancia o continuidad se da dentro del propio oficialismo. Porzecanski pone el ejemplo de Treinta y Tres: “La oposición nacionalista hace énfasis en alternancia, y Ramón da Silva -el candidato blanco que va por la reelección- en deseo de continuidad”, comenta el sociólogo. “El eje de continuidad-alternancia está dado dentro del partido, como se daba en viejas disputas presidenciales”, dice. Por otro lado, comenta que el ejercicio de gobierno departamental tiene efectos sobre las posibilidades en la competencia nacional. “Pensemos como surge Jorge Larrañaga: a través de Paysandú. La proyección de Yamandú Orsi como candidato en 2024 es en base a su gestión en Canelones. El primer presidente del Frente Amplio, Tabaré Vázquez, fue intendente de Montevideo”, enumera. Pese a que no siempre es automático que surjan candidaturas presidenciales, “hay ejemplos importantes”.

Mariana Pomiés, directora de Cifra, coincide en la relevancia de la figura del líder en el interior. “Pesan mucho los líderes locales, pesa el caudillo en el interior. El estilo de vínculo y relaciones que generan los caudillos locales con su gente es distinta a la de los líderes de Montevideo”, señala.

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