¿Quién es el dueño de este baile?

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El Grupo W recaudó para la campaña de Martínez. El tildó de "bolazo" la sospecha de un favoritismo hacia ellos. Foto: Archivo El País

LA NOCHE MONTEVIDEANA EN DISPUTA

Desde que cerró W Lounge, en 2014, la noche capitalina se repartió en varias manos y se multiplicaron los pequeños boliches. Pero el Grupo W sigue pidiendo pista, y su presunta afinidad con Daniel Martínez provocó la creación de un bando opositor dispuesto a resistir hasta el último trago.

Es probablemente el punto más icónico que ha tenido la noche uruguaya en este milenio: el Parque Rodó. Su palacio: W Lounge. Sus reyes: Andrés Mañosa, Beto Lamas, Josacho Sassón, Jorge Rama y René Cárdenas, el llamado "Grupo W". Hay empresarios del rubro que aseguran que llegó a tener participación en el 90% de la oferta nocturna en un momento. Hoy, aunque ya no gestionan la discoteca que los consagró empresarialmente, todavía se mantienen en el negocio Mañosa, Lamas y Sassón. Pero su trono es disputado.

Desde 2014, cuando cerró W, la noche está más atomizada: hay menos megadiscotecas pero brotaron en la zona de Cordón y Parque Rodó decenas de pequeños bares y pubs. Cuando cerró W, Sassón le dijo a El Observador TV que eso iba a forzar a que la gente se fuera masivamente a otros barrios e iba a generar un torrente de denuncias por disturbios y ruidos molestos. No se equivocó.

En 2015, el Grupo W anunciaba que se construiría, en el predio del Forte di Makalle, en la rambla del Parque Rodó, "la discoteca más grande de Sudamérica", capaz de albergar a 6.000 personas. El grupo había ganado la licitación para explotar el predio, y al tiempo consiguió un préstamo del BROU por 70% de la inversión, según detalla un e-mail al que accedió El País en donde el grupo lo explica. Pero las obras nunca comenzaron.

Hace meses que el grupo empresarial está tanteando posibles socios para que entren en la inversión y así reunir ese 30% que les falta. De momento, no lo han conseguido. Hoy, Sassón compara esas negociaciones con las del gobierno por la planta de UPM. De concretarse, sería la obra más ambiciosa en materia de entretenimiento que haya habido en el país. Pero nada asegura que eso suceda. ¿Podrá el mercado absorber una discoteca de esas dimensiones? ¿Es inteligente intentarlo? Sassón cree que sí; por ahora no hay suficientes inversores que coincidan.

Parece ser que ya no es negocio asociarse con los históricos reyes de la noche. El País habló con cuatro exsocios de la agrupación que coincidieron en que, a lo largo de los años, muchos de los que trabajaron con el grupo acabaron en malos términos o con deudas u2014ellos incluidosu2014, pero ninguno quiso que su nombre apareciera en esta nota "para no tener problemas".

"Vas creando uniones con los líderes del momento", explicó Sassón. Así suele funcionar: varios inversores para un mismo proyecto, y muchas veces el mismo inversor en varios proyectos.

Enfrentados.

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Siempre existieron rivalidades y amistades, pero una grieta entre los empresarios tomó un cariz de formalidad mayor el año pasado. Cuando los vecinos y la Intendencia de Montevideo (IM) entraron en la ecuación nocturna con un proyecto de decreto para regular los ruidos, dos bandos de empresarios quedaron enfrentados. Primero el Grupo W creó la Asociación de Discotecas, que englobaba a todos los W Lounge del interior, Monroe, Plaza Mateo, Ibiza, Coyote, News y la marca de la fiesta La Terraza. El dueño de Brickell, alertado por esta situación, impulsó la creación de la contraparte: la Asociación de Bolicheros.

Mapa de boliches de Montevideo.
 

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Las teorías conspirativas no faltan en el negocio de la noche. Uno de los integrantes de la Asociación de Bolicheros, que a último momento pidió que se preservara su identidad en esta nota, contó que a una de las reuniones asistieron varios ex W. De allí surgió la sospecha de que el intendente Daniel Martínez beneficia al Grupo W porque ellos recaudaron dinero para su campaña electoral.

Un exsocio de W, que no forma parte de la Asociación de Bolicheros, aseguró a El País que hubo "entre 20 y 30" cenas que se llevaron a cabo en Red Lounge y La Giraldita, ambos restoranes propiedad de la agrupación. Quienes asistían eran "empresarios del día" y el tique costaba unos US$ 1.000.

Consultado por El País, Martínez no negó la existencia de dichas cenas, aseguró que hubo muchas reuniones con distintos grupos y advirtió que tomar eso como indicio de algo sería "armar una película". Aseguró que el supuesto favoritismo es "un bolazo", que él es "ético hasta para ir al baño". El País intentó comunicarse con Mañosa y Lamas sin éxito. Sassón dejó de responder luego de una conversación.

La IMM tiene propiedades que licita a privados para su explotación. Foto: Nicolás Pereyra
La IMM tiene propiedades que licita a privados para su explotación. Foto: Nicolás Pereyra

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El 23 de mayo de 2016 la Asociación de Bolicheros celebró su primera reunión en Brickell con la presencia de representantes de 50 boliches, con el propósito de "llegar a un consenso general de la noche montevideana con la IM", según decía la convocatoria de WhatsApp. Uno de los detonantes de la urgencia fue que tres días antes, un socio de La Terraza (una fiesta que es parte de la Asociación de Discotecas) se acercó a la puerta del pub y dijo: "Disfruten que les queda poco, se les termina la joda porque Beto Lamas y Andrés Mañosa ya arreglaron con Martínez por el tema de los vecinos".

Se refería al proyecto de decreto que la IM presentó en abril de ese año para reducir tajantemente el horario de algunos boliches y que dejaba fuera de la zona circunscripta a los del Grupo W. Por solo 500 metros se excluía de los nuevos horarios a Plaza Mateo, y Monroe y Lotus zafaban por una cuadra, aunque los tres están en zona de pubs y cuentan con denuncias por ruidos molestos.

La Asociación de Bolicheros quería mostrar un frente unido ante la IM en las negociaciones para la buena convivencia que estaba manteniendo con los vecinos. Abogado mediante, recolectaron los datos de todos los boliches para adquirir personería jurídica, ya que alguien estaba negociando normativas con la IM en nombre de los empresarios y ellos no se sentían representados. Quienes se decían delegados de los bolicheros, se enterarían, eran del bando opuesto: la Asociación de Discotecas.

Para los "bolicheros" no había dos interpretaciones: el decreto era para favorecer al Grupo W y sus socios. Finalmente, ese proyecto no se aprobó y hoy la Junta Departamental está estudiando otro parecido, pero que rige para todo el departamento.

El dueño de un conocido boliche que cerró en 2015 asegura que cesó su actividad nocturna porque "competía con el Grupo W" y "sabía" que la asunción de Martínez lo iba a perjudicar por el "vínculo" con el grupo. "No son malos", dijo. "Yo lo entiendo por este lado: son los mejores empresarios de la noche uruguaya". Lo cierto es que no ganaron ninguna licitación desde que asumió el actual intendente.

Enojos municipales.

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El País accedió a más de 15 denuncias constatadas por ruidos molestos a Plaza Mateo (hoy Sparrow) pero el local jamás fue clausurado. Vecinos y empresarios se quejan de que el torrente de denuncias que recibe ese boliche se pierden en el camino. El 26 de octubre la IM multó a Plaza Mateo: fue su cuarta reincidencia y no hubo clausura. El monto de la multa (20 UR, $ 20.290 a la fecha), no subió con respecto a las anteriores. Al otro día, la IM resolvió clausurar al boliche Mala Junta, cuyo dueño pertenece a la Asociación de Bolicheros. Molestos, desde el grupo denuncian que la Intendencia es más dura con los emprendimientos más pequeños, que tienen menos cintura para soportar las sanciones.

No solo boliches del Grupo W tienen múltiples denuncias que no se transforman en multas y multas que no terminan en clausura: De Morondanga y El Fondito, entre otros, también acumulan denuncias constatadas (a las que también accedió El País) sin mayores consecuencias.

Algunos empresarios de la noche denuncian que la adjudicación de espacios públicos para hacer fiestas se hacen de forma directa al Grupo W y "nunca" al resto. Cuando W Lounge cerró, el Faro de Punta Carretas se le cedió al Grupo W sin licitación aunque había otros interesados. El argumento de la IM u2014entonces a cargo de Ana Oliverau2014 era que no había otro lugar adonde llevar a los jóvenes, cosa que refuta la Asociación de Boliches: "Si contás la capacidad de los locales, ves que eso no es verdad".

Miembros de la Asociación de Bolicheros manifiestan que cuando piden espacios públicos para fiestas (como el Faro de Punta Carretas, el Lago del Parque Rodó o el Museo Oceanográfico), el trámite les es "trancado" en la IM, y que solo se les concede al Grupo W. Si los "bolicheros" efectivamente solicitaron el uso de esos espacios, no figura en los registros. El País realizó un pedido de acceso a la información pública al que la IM respondió que "no hay registros de solicitudes para espacios públicos rechazadas o no autorizadas".

Cuando la concesión del predio de W Lounge acabó y Mc Donalds ganó la licitación, Martínez todavía no era intendente, y expresó su "decepción" por la decisión de Olivera. Aunque al asumir, la respetó.

¿Y ahora?

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El día que, tras 15 años, W Lounge hizo su última fiesta, Beto Lamas le dijo al programa The Night Experience: "Tenemos emprendimientos para que la fiesta continúe, que no pare". Sassón, por su parte, clamó: "La fiesta sigue, la fiesta no se va a terminar nunca".

Ahora no está tan confiado. "Ya no me siento identificado con la noche de hoy. Antes había otra magia, otro glamour", reflexionó Sassón en diálogo con El País.

Además de estar luchando con las gestiones por el Forte di Makalle, al Grupo W se le frustró otro prospecto de negocio: la licitación de Azabache.

Hace meses, entre empresarios de la noche se corría el rumor de que la licitación de Azabache estaba "comprada" y sería para el Grupo W. A Rodolfo Apardian, dueño de Azabache desde hace unos 15 años, también le había llegado el dato de que el Grupo W ya venía ofreciendo informalmente barras del boliche (parte del negocio) que instalarían en ese predio, dando por hecho que ganarían la licitación.

"Cuando supe que estaban vendiendo las barras, le dije a Ricardo Posada (director de Promoción Económica): ¡Con chanchullos no!", contó Apardian. Desde la IM le aseguraron que desconocían la situación.

La licitación finalmente se declaró desierta esta semana porque ninguna de las ofertas tenía línea de crédito. Apardian ofreció salir a conseguir, pero dijeron que tendría que esperar hasta "diciembre o enero" para volver a presentar su oferta, lo que planea hacer. En tanto, Sassón dijo a El País que no está "muy metido" en ese proyecto, porque es con otros socios. Le restó importancia, y remarcó que el grupo tiene la concentración puesta en el proyecto de Forte di Makalle.

La noche montevideana está en disputa. A los reyes de antaño les hace frente un nuevo ejército. Lo único seguro es que la fiesta va a continuar.

Piden más control municipal.

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La IM tiene por objetivo "ganarnos por cansancio", opinó Camelia Huino, concejala vecinal y vocera de los vecinos de boliches. Según Huino, los inspectores demoran en llegar cuando los llama. Y cuando lo hacen "no son nada disimulados", ya que estacionan el auto de la IM frente al boliche, se bajan con carpeta y sonómetro en mano y "siempre son los mismos", por lo que terminan alertando a los dueños.

Además, agrega, en ocasiones "se les queda sin batería o sin memoria" el sonómetro, haciendo que sea imposible medir los ruidos. Y si logran hacer la medición sonora y da por encima del límite legal, puede que le consideren la denuncia "inadmisible" porque "el ruido de la música se mezcla con el ruido social". Huino calcula que de 10 denuncias, una se convierte en multa.

CREAMFIELDS

La llegada inquieta a promotores locales

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El negocio de las fiestas de la música electrónica es un mundo aparte en la noche. Lo manejan distintos empresarios, tiene distinto público y distinta "filosofía". Como la movida es relativamente nueva (se empieza a masificar en 2014 con el surgimiento de las fiestas La Terraza y Warehouse), también tiene muchos promotores de corta trayectoria. Además, la modalidad es esencialmente diferente: se organizan eventos masivos (de 1.000 hasta 5.000 personas, aunque también hay de menos), con el mismo nombre (como una marca) y cada pocos meses, en oposición a tener un boliche abierto todo el año. Hay contadas discotecas fijas de música electrónica.

"Menos alguna excepción, entre los que hacemos fiestas acá hay códigos, buena onda", explica el DJ y organizador de la Warehouse, Alejo Fernández. "La Creamfields llega como nene grande que no lo invitaron y se impone. Además se negaron a dejar pinchar a cualquier DJ que tuviera su fiesta acá", explica.

Como la electrónica se popularizó muy recientemente en el país y la fiesta tiene tanta publicidad, un promotor local teme que "una mancha en la Creamfields sea una mancha en toda la música electrónica". La exposición que un evento de la magnitud de la Creamfields conlleva genera "cautela".

Si bien tiene sus reservas, Fernández admite que "puede ser una buena forma de que más gente conozca la música electrónica", aunque sea escuchando DJ "más comerciales" que los que normalmente pinchan en Uruguay: es una movida que se jacta de ser de nicho y no tan masiva.

El megaevento será el 10 de noviembre en el Faro de Punta Carretas donde estuvo la carpa del Cirque du Soleil. Estará a cargo de AM Producciones, y fue promocionada y anunciada por la Intendencia, lo que también molestó un poco a organizadores locales, que dicen no contar con ese "beneficio".

AM Producciones es la misma que trajo al Cirque du Soleil y a los Rolling Stones. La productora compró la licencia de la fiesta por tres años, así que podría haber ediciones en 2018 y 2019. Las fiestas más grandes y conocidas que hay en el país son La Terraza (la primera que se arraiga), La Warehouse (que tuvo unas 2.000 personas en su edición de Halloween) y la Cocoon (este año hizo la fiesta más grande, para 5.000 personas en Landia). Para la Creamfields hay entre 10.000 y 12.000 entradas a la venta.

LOS BOLICHES DE LA INTENDENCIA

Forte di Makalle.

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Le fue adjudicado a "Fresca Flor SA", del Grupo W, en noviembre de 2014. Desde entonces los concesionarios están buscando fondos para realizar las obras de una discoteca para 6.000 personas. Empresarios se preguntan si hay mercado para una oferta de esas dimensiones.

Azabache.

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La concesión del boliche terminó, y la licitación para su explotación se declaró desierta. El director de Promoción Económica de la Intendencia dijo a El País que están considerando dejar Azabache abierto hasta fin de año porque "no tiene sentido cerrarlo cuando empieza la zafra".

Plaza Mateo.

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La concesión del lugar la tiene el Grupo W en conjunto con otros socios y funciona allí el local bailable Sparrow. La discoteca tiene unas 15 denuncias constatadas por ruidos molestos a las que El País accedió, pero nunca fue clausurado. El predio fue licitado en la administración anterior, en el período de Ana Olivera.

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